Venganza. (Final)

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Nadie daba crédito. La reina Visenya bajaba de Hydra, casi completamente desnuda cubierta de heridas y con la poca ropa que tenía llena de quemaduras, con la corona de los siete reinos que le cedió Rhaenyra cuando renunció al trono y se lo entregó en su cabeza y cubierta de sangre. En su mano tenía una flecha que poseía atravesada la cabeza del rey usurpador, Aegon II.
En la boca de Hydra. Se apreciaba la cabeza de Vhagar. Vengando así a los que habían muerto bajo su sombra y su jinete.

Fue entonces, en ese preciso momento en el que se dieron cuenta de que nadie podría detenerlas.

Visenya bajó de la criatura y esta escupió la cabeza del dragón, para emprender el vuelo y marcharse a una colina más alejada.
La reina caminó con la flecha que contenía la cabeza de Aegon . Subió lentamente los escalones que llegaban al lugar y entró a la fortaleza siendo recibida por un completo silencio. Nadie era capaz de emitir palabra. Entre la caras, las más comunes era de asombro o incredulidad mezclada con algo de temor por el qué habría pasado en ese lugar.

—Las muertes de los nuestros han sido vengadas —dijo la reina. —Sobre desembarco se haya una fila de cadáveres de los que una vez intentaron dañarnos. Las casas que nos traicionaron han muerto. Los soberanos que nos dañaron han muerto. Los ciudadanos que abogaron por un usurpador han muerto. La historia quizá me recuerde como una asesina, una reina de cenizas y huesos. Pero una cosa os juro. Nadie osará volver a tender el manto de la muerte sobre esta casa y sus aliados.

Sin decir más, lanzó la cabeza de Aegon sobre la mesa del consejo. Daemon miraba asombrado. Rhaenyra se hallaba completamente desconcertada. Baela la miraba con miedo y orgullo a partes iguales y Rhaenys simplemente se sentía aliviada al ver que estaba bien y algo preocupada.

—Me he coronado en desembarco del rey frente a la casas que conservaron su lealtad. Marcháos. Necesito hablar con la princesa Rhaenys.

Todos salieron rápidamente de la sala sin decir una sola palabra. Rhaenys se quedó inmóvil al otro lado de la mesa mirándola fijamente.
—Me has tenido muy preocupada, también a Sand y a Baela...
—No gobernaré en los siete reinos —dijo Visenya.
—¿Por qué has dicho que... —antes de que Rhaenys pudiera terminar. Visenya la interrumpió acercándose a ella.
—Yo, la reina Visenya Barclayre, de la casa Barclayre. Hija del fuego. Señora del mundo desconocido. Protectora de dragones. Y ahora también reina de los siete reinos. Renuncio a mi reinado en los siete reinos de Poniente y os declaro a vos, princesa Rhaenys Targaryen, de la casa Targaryen. Reina, soberana y protectora de los siete reinos de Poniente. Dejando todos los títulos y poderes bajo vuestro dominio. Dando el poder a la reina que debió ser.

Rhaenys la miraba asombrada sin emitir palabra. Su corazón necesitaba ese amor que ella podía entregar y viceversa. Ambas se necesitaban, en ese momento más que nunca. Visenya se quitó la corona y se la colocó a Rhaenys.
—Espero una profunda buena relación entre nuestros reinos como soberanas y... Si me permitís el honor, quisiera pedir vuestra mano en matrimonio. Creando así un lazo irrompible entre los dos reinados.
—Te quiero, Visenya —le dijo Rhaenys acariciando su mejilla. Visenya cerró los ojos ante la caricia y al abrirlos volvió a clavarlos en los de Rhaenys. —Nos casaremos. Sería un verdadero honor y un auténtico placer para mí ser tú reina.

Visenya tomó la cara de Rhaenys y le dio un profundo beso.
—No quiero perder a nadie más —confesó Rhaenys uniendo su frente con la de Visenya.
—Yo tampoco.
—Baela y tú sois lo único que me queda...

Ambas se abrazaron con fuerza.
—Nombremos a Baela sucesora... —dijo Visenya. —Y señora de Marcaderiva... Rhaenyra y Daemon pueden quedarse con Rocadragón. Nosotras iremos a la fortaleza roja... Y también a la fortaleza escarlata... Estaremos de aquí para allá con Hydra y Meleys... Tendremos algo de paz...
—Suena de maravilla.
—Nunca voy a olvidar a nuestra hija... Una parte de mí se marchó con ella. No salió de mis entrañas pero hubiera dado mi vida por la suya sin pensarlo...
—Perder un hijo es algo a lo que deseaba que jamás tuvieras que enfrentarte... Aprendes a vivir con el dolor...
—Sé que querrían que fuéramos felices. Que disfrutáramos la paz después de tanta guerra y desgracia.

Visenya se dio un baño y se curó las heridas, posteriormente, las mujeres reunieron al consejo y les hicieron conocedores de sus planes. Del reinado de Rhaenys. El matrimonio y nombrar a Baela heredera y señora de las mareas.
Cuando el consejo aceptó y se marchó. Rhaenyra se quedó con ambas.
—Tengo algo que contaros... Laenor no murió. Está vivo... Y yo sé dónde está...

Las palabras de Rhaenyra reabrieron la herida que Rhaenys había tardado años en cerrar.

—¿Qué estás diciendo Rhaenyra?
—Rhaenys... Lo lamento. No teníamos elección.
—Llévame con él antes de que te mate.

Inmediatamente volaron a Pentos.
Rhaenys bajó apresurada de Meleys y Rhaenyra y Daemon hicieron llamar a Laenor. Este salió seguido por el hombre con el que hacía tantos años atrás había escapado.

—Laenor... —dijo Rhaenys con los ojos vidriosos.
—Hola madre —dijo él con una sonrisa. Rhaenys lo abrazó con fuerza y todo el amor que cabía en su corazón. —¿Cómo habéis dado conmigo?
—La guerra ha terminado —dijo Rhaenyra. —Rhaenys ha sido coronada reina de los siete reinos y contraerá matrimonio con la reina Visenya.
—Un placer —dijo Visenya extendiendo su mano.
—El placer es mío.
—¿Por qué me has hecho creer tu muerte durante años? Te habría apoyado, te necesitaba...
—Lo sé, madre, lo siento. No encontrábamos otra manera. Padre quería llevarme al trono a toda costa y yo... solo quería ser feliz.
—Tu padre siempre fue igual...
—¿Está vivo?
—Lo está. Nos separamos hace un tiempo. Está al tanto de todo. Se marchó con sus flotas a vivir la vida en el mar.

Tras transmitir sus mejores deseos a las mujeres y con la promesa de reencontrarse, Laenor las despidió y junto a Rhaenyra y Daemon abandonaron Pentos.

Al llegar a Rocadragón, Rhaenyra fue declarada soberana de aquella isla. En la que podría tener una vida en paz junto a Daemon y sus hijos, los que aún mantenían la vida.

Posteriormente volaron a Marcaderiva donde coronaron a Baela.

Las ahora nuevas reinas volaron a la fortaleza roja y de inmediato ordenaron que comenzaran a reconstruir las partes necesarias y colocar los verdaderos estandartes Targaryen y Balclayre.

Ambas se ocuparon de unificar y mantener en paz ambos reinos. Sand se había convertido en la mano de Visenya y Baela en la de Rhaenys. Siendo así preparada para cuando ella asumiera el reinado.

Durante la ceremonia, solo los más allegados estaban presentes.
Hicieron un corte limpio en las manos de ambas seguido por un suave corte en el labio. Y unieron sus manos y sus labios en señal de sellar el pacto y llevar a cabo la unión. Una verdadera boda Targaryen adornada con estandartes de rubíes en llamas representando la casa Barclayre.

Estando casadas y siendo reinas consiguieron paz, armonía y riqueza. Además de poder, con el que ambas rigieron ambos reinos con efectividad.

EL OTRO REINO (Rhaenys Targaryen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora