Capítulo 1

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Disclaimer: Todo lo reconocible pertenece a sus creadores Yoichi Takahashi y SHEI-SHUA. Esta historia es sólo para entretener.

 Esta historia es sólo para entretener

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Múnich, Alemania.

El otoño había llegado a la ciudad, los árboles se notaban cada día menos tupidos y una mezcla de rojo-amarillo teñía las calles, montañas de hojas apilándose por todas partes. Hacía poco que el Oktoberfest (la fiesta más popular del país) había terminado; la plaza lucía menos abarrotada que en semanas pasadas, pero el aire aún conservaba el aroma a malta que tan locos volvía a los turistas.

Los caminos del casco antiguo resultaban tan fascinantes a la vista que nadie podría negarse a recorrerlos, incluso cuando la temperatura descendía y el viento helado amenazaba con calar bajo los abrigos. A cinco años de su traslado a Baviera, Genzo dudaba que alguna vez llegara a aburrirse de admirar el paraíso medieval que se le aparecía como congelado en el tiempo y ni hablar de su debilidad por el café negro o el strudel de manzana, dos cosas que nunca se le antojaban tanto como en esa época del año.

Lo único mejor que pasar la tarde en alguna terraza de la Marienplatz, viendo pasar a los lugareños y disfrutando de un delicioso postre, era acabar peleando la cascarita con sus amigos.

Ninguno había planeado que la salida concluyera con un pequeño partido, Levin los invitó a almorzar (con riesgo de que le vaciaran la billetera) pues se acercaba una fecha importante y necesitaba de su ayuda, aunque nada podría haberles impedido de saltar a la cancha al aparecer un balón justo frente a sus narices. Schneider fue el de la fabulosa idea y tal vez porque se trataba del capitán y estaban acostumbrados a hacerle segunda, los otros le siguieron sin dudarlo cuando les preguntó a los niños que ahí jugaban si no les molestaría dejarlos unírseles.

Fue una suerte que los pequeños no volvieran su encontronazo un espectáculo y es que no pasó mucho antes de que uno cayera en cuenta de quiénes eran, optando por conservar el secreto como gesto hacia sus ídolos. Genzo se turnó con el que jugaba de portero, quedándose cerca los primeros minutos para aconsejarlo sobre cómo atajar los tiros de sus amigos y luego cambiándole el sitio para que el niño pudiera echar a correr junto a los otros, la idea de codearse con el Kaiser alemán haciéndolo saltar de emoción.

Al igual que los otros, el arquero hacía el tonto al acercarse los chicos al área de tiro, esforzándose apenas por detener los disparos y fingiéndose derrotado cuando le anotaban un gol. No fue tan amable con Levin, pero el sueco debía saber que su generosidad tenía límites. Estaban demasiado metidos en el juego como para no sorprenderse al estallar en el parque un grito iracundo y es que la madre de uno de los pequeños había ido a buscarlo luego de que el niño se le hubiera escapado para ir a jugar con sus amigos.

—¡Cuidado! —exclamó Sho.

Había estado a punto de anotarle un gol a Wakabayashi, pero al distraerse por la aparición de la señora, no llegó a medir su fuerza, ni mucho menos a calcular la trayectoria de la pelota que ahora volaba en dirección a la única persona que cruzaba el camino a espaldas del portero. La advertencia de poco sirvió y es que justo cuando se giró para descubrir de qué iba aquel alboroto, la chica que se había convertido en el blanco del balón recibió de lleno el golpe que la envió de espaldas al suelo.

Del odio al amor [Captain Tsubasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora