013

215 16 1
                                    

doyoung sigue disfrutando de su siesta cuando yo ya he terminado de deshacerme de los cuerpos sin vida del salón y he limpiado a fondo la estancia.

no queda ni rastro de lo ocurrido en la habitación hace unas horas, me he asegurado yo mismo de que el castaño no tuviera que preocuparse por nada del tema.

cuando regreso a la habitación junto a él lo encuentro tumbado boca abajo, con las sábanas hechas un ovillo a sus pies.

la imagen es completamente tentadora, por lo que no puedo resistirme a ubicarme sobre él y comenzar a besar toda su espalda hasta la curvatura de sus nalgas.

enterrando mi rostro entre ellas, le lamo la entrada, notando cómo empieza a removerse.

la única manera de despertarle de su siesta sin morir en el intento es esta, con mi lengua enterrada en sus paredes. noto el sabor de la poca corrida que no terminó de expulsar del todo y gruño excitándome de nuevo. es imposible tener suficiente de él.

―tae, sabes que eso no es necesario ―su voz ronca por el sueño me sobresalta, así que me alejo de su centro y me tumbo de nuevo sobre él, dejando un suave beso en sus mejilla.

―buenos días, precioso ―susurro sobre su piel, viendo cómo se estremece debido a mi aliento.

―fóllame de una vez ―ordena anhelante, sacándome otro gruñido.

adoro cuando se pone demandante, como ahora, así que no pierdo el tiempo y me adentro en su interior, que sigue algo dilatado para mí.

ambos gemimos cuando toda mi erección desaparece entre sus paredes, que la abrazan deliciosamente bien. no pasa ni un segundo cuando vuelvo a enterrarme en él, fuerte y profundo.

―¡ah! así, así ―jadea aferrándose a las sábanas. ―vamos, amor, dame duro.

mierda, es que no puedo cuando está así. me incorporo hasta quedarme completamente sentado a horcajadas en su centro y empiezo con un vaivén rápido y hondo, deleitándome con la imagen de mi polla entrando y saliendo velozmente de entre sus nalgas, que mantengo separadas para facilitarme la penetración.

sus caderas se alzan para variar el ángulo y que pueda acertar en cada estocada en su próstata, haciéndole gritar de placer. la habitación rápidamente se llena del sonido de nuestras carnes chocando y nuestros suspiros, jadeos y gruñidos.

lo único que no me gusta de esta posición es que no puedo ver su mueca de placer, pero me conformo con escucharle.

―mierda, pequeño, me encantas ―gimo roncamente sin dejar de taladrarle con frenesí.

―¡sí, sí, sí! ―exclama escandalosamente. ―¡más rápido, yong, más fuerte!

―joder ―maldigo, haciendo exactamente lo que me pide. ―¿así, cariño? ¿te gusta que te folle así?

―¡dios, justo así! ―alaba, retorciéndose bajo mi cuerpo y aferrándose con fuerza a las sábanas. ―no pares, amor, no pares nunca... eres tan bueno...

―tú eres el mejor ―atino a responder entre dientes. ―estoy cerca, precioso.

un gemido lastimero y placentero es lo que obtengo a modo de contestación. eso quiere decir "yo también". no nos costó demasiado averiguar el significado de los gemidos, gruñidos y muecas del otro, es como si nos entendiéramos sin necesidad de usar palabras. es una de mis cosas favoritas, a decir verdad.

―¡amor, más! ―demanda de nuevo, arañando el colchón. ―ahí, taeyong, ahí... ¡ah-ahhhh...!

―doyoungie... ―gruño entre dientes, incapaz de soportarlo más.

me corro durante lo que parece una eternidad, viendo cómo mi semen brota de su entrada incluso antes de que termine de derramarme en su interior. su cuerpo se vuelve gelatina bajo mis manos y yo colapso sobre su espalda.

siempre que lo hacemos así terminamos ambos completamente exhaustos. en este momento solo hay dos palabras que se me vienen a la mente, así que, ubicándome junto a él para conectar nuestras miradas, las pronuncio:

―cásate conmigo.

hitmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora