no me cuesta nada seguir con la charla y, cuando me doy cuenta, un plato de pasta se encuentra justo delante de mis narices. un ambiente cómplice se ha instalado rápidamente entre nosotros, tomándonos la libertad de bromear con el otro como si fuéramos amigos de toda la vida.
―¡oh, vamos, yong! ―se queja con una amplia sonrisa, sin darse cuenta del apodo que ha usado para referirse a mí. o quizás si se ha dado cuenta. ―no puede no gustarte el arte ―se queja, ―hay muchos tipo diferentes, seguro que alguno te agrada.
―no sé, doyoungie ―pruebo yo también de ponerle un sobrenombre y veo cómo sus ojos brillan al escucharme, ―simplemente nunca he sabido apreciar este tipo de cosas.
―no te creo ―me contradice, llevándose el tenedor lleno de comida a la boca. ―no estoy hablando solo de la pintura, el teatro o la poesía. hablo también de la literatura, la fotografía, la música, el baile, el cine... ¿acaso no te gusta el cine? ¿la música?
―supongo que sí ―digo, encogiéndome de hombros y restándole importancia.
―si esta no fuera mi última noche ―replica, chasqueando la lengua, ―me encargaría de enseñarte a apreciar el arte.
sus palabras me golpean como un látigo, mandándome de vuelta a la realidad de nuevo. mierda, había olvidado por completo el motivo por el que me encontraba con él, y eso no era bueno. estaba jodido, doyoung me gustaba, mucho, y ya no estaba tan seguro de poder terminar con su vida.
―¿por qué alguien quiere hacerte daño, doyoungie? ―inquiero con cautela, observando como su expresión alegre se borra y todo su estado de ánimo decae.
aparta la mirada de la mía y esa es la primera vez en la que sus ojos me rehúyen en toda la noche. suspira pesadamente y no puedo evitar sentirme muy mal por él. ¿quién querría hacer sufrir a alguien tan bueno como él? no lo entiendo.
―no todo el mundo está feliz con mis logros ―murmura con una amargura que no había visto en él hasta el momento. al ver mi expresión confundida, procede a explicarse más. ―mi padre biológico está metido en varios negocios no demasiado legales. no es nadie importante, aunque él crea lo contrario, pero sí que tiene algunos contactos poderosos. siempre quiso que siguiera sus pasos y me estuvo enseñando el "oficio" desde muy pequeño, hasta que mi madre decidió que no podía seguir con él y le abandonó, llevándome con ella. a mi padre no le gustó que le arrebataran a su único hijo, así que me ofrecí a echarle una mano en algunas cosas de poca importancia para que no la tomara con mi madre.
escucho atentamente sus palabras, no dejando pasar por alto ni uno de los movimientos que hace o los gestos que se dibujan en su rostro. su mirada está perdida en algún punto lejano de la encimera y pocas son las ocasiones en las que sus orbes celestes, esos atrapantes orbes celestes, contactan con los míos.
―cuando decidí que ya no quería formar parte de su mundillo se cabreó ―prosigue con su historia y hace una mueca al recordar el pasado. ―me dijo que no lograría ser nadie en la vida sin su ayuda y que no conseguiría nada de lo que me propusiera. se equivocaba. salí adelante sin la ayuda de nadie, ni la suya ni la de mi madre. conseguí un trabajo en una tienda de juguetes que me permitió ahorrar para alquilar el apartamento. luego empecé en una cafetería y, con los dos sueldos, me pagué mis estudios. he estado compaginando a la perfección las clases, los horarios laborales y el tener que ir a cuidar de mis hermanos desde hace cuatro años.
―y eso a tu padre no le gusta ―finalizo por él, ―porque le has demostrado que sí podías hacer todo lo que te propusieras y que estaba equivocado.
―exacto ―asiente, concediéndome la razón. ―aunque algo me dice que hay algo más oculto, es como si yo fuera la viva imagen de que llevar una vida fuera de la criminalidad es posible y no fuera bueno para el negocio.
―tiene sentido ―concuerdo, todavía sin poder creerme que su propio padre quiera terminar con él solo porque ha logrado tener una vida exitosa y completamente merecida.
―creí que lo sabías ―murmura por lo bajo, ligeramente más nervioso y captando mi atención.
―no pregunto el por qué, no me interesa ―le explico quedamente. ―simplemente acato órdenes.
cabecea un poco y su rostro se ensombrece ante mis palabras. no me agrada verle así, quiero ir hasta él, abrazarle con fuerza y prometerle que todo irá bien.
mierda, mierda y más mierda. doyoung me gusta, mucho más de lo que creía, definitivamente muchísimo más de lo que debería.
―bueno, tampoco hay que deprimirse por esto ―suelta, intentando recobrar esa vitalidad y alegría que lo caracteriza. ―no quiero pasar mis últimas horas lamentándome.
―la cena ha estado riquísima ―comento para cambiar de tema, pero sigue habiendo mucha tensión en el ambiente. ―gracias, doyoungie.
me muestra una sonrisa forzada y comienza a retirar los platos y demás utensilios para llevarlos al fregadero, así que rodeo la isla para echarle una mano.
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hitman
Fanfictionsolo es una víctima más. un joven del que desahacerse. un encargo que ha de cumplir. será fácil... ¿o puede que no?