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lo tumbo sobre la cama, cerniéndome sobre él y besándole con fervor, gruñendo al sentir sus piernas apretarme todavía más contra él, haciendo friccionar nuestras crecientes erecciones.

ahora es mi turno de pasar mi boca sobre su cuello, succionando y marcando la piel blanquecina, queriendo dejar mi rastro en él.

no me conformo solo con esa zona, deseo devorarlo por completo, así que desciendo hasta su pecho, lamiendo todo a mi disposición.

doyoung se retuerce bajo mi tacto, jadeando de placer y lloriqueando por más. sin embargo, yo no tengo prisa, al contrario, deseo alargar al máximo el tiempo que me queda con él.

sigo con mi húmeda inspección hasta que me encuentro ante su bien despierto y goteante miembro. grita de emoción cuando lo meto de golpe en mi boca, succionando y lamiendo con ansias. es como si no pudiera tener suficiente de él.

trato de contener mis propias ganas de poseerle de nuevo, queriendo probar hasta el último centímetro de su cuerpo, pero las súplicas del castaño me están enloqueciendo.

―taeyong, por favor ―tira con fuerza de mis rizos, obligándole a observarle directamente a esos lujuriosos ojos. ―fóllame.

―tan necesitado, pequeño ―me burlo, incorporándome de la cama y arrastrándolo por sus muslos hasta el borde del colchón para poder penetrarle de una sola estocada. ―tan preparado para mí ―gruño por lo bajo.

―mierda, sí ―jadea con los ojos muy abiertos, aferrándose a mis brazos que sujetan sus caderas ligeramente elevadas. ―eres tan malditamente grande, joder, te adoro.

―precioso, me vuelves loco ―mi tono de voz es notablemente más ronco debido a la excitación. ―quiero oírte gritar, doie, quiero oírte hasta que te quedes sin voz.

―entonces dame motivos para hacerlo ―me reta, provocándome todavía más. una dura estocada le saca su primer gemido alto. ―oh, vamos, sé que puedes hacerlo mejor.

no necesito más para comenzar a embestirle con dureza, enterrándome en él de manera incesante y casi brusca, adorando los sonidos que inundan la habitación. mis testículos chocando con sus nalgas, nuestras respiraciones aceleradas, mis gruñidos y sus jadeos me llevan a un nivel de calentura mucho más elevado.

―no te reprimas ―me quejo al ver cómo se muerde su labio inferior, callándose. ―vamos, quiero saber cuánto te gusta esto.

―no tienes idea de cómo lo adoro ―dice entre dientes, gimoteando entrecortadamente. ―oh, mierda, justo ahí.

―¿aquí? ―inquiero, acertando en su próstata en cada penetración.

―mmm, sí, dios, justo ahí ―gime cerrando los ojos y arqueándose ligeramente. ―más, taeyong, quiero mucho más.

―te voy a destrozar ―rujo instantes antes de moverme con desesperación, anhelando llevarlo al borde del abismo.

―¡ah, sí, así, así, sí, sigue! ―exclama, cumpliendo mi deseo de escucharle gritar. ―mierda, tae, no pares, por dios, no pares.

―nunca ―prometo entre dientes, sintiendo un constante ronroneo instalarse en mi pecho.

mis piernas empiezan a temblar debido a estar aguantando todo mi peso y demandarle movimientos de cadera tan frenéticos. no obstante, dejo de lado el cansancio y solo busco satisfacernos a los dos, tratando de acelerar todavía más mis estocadas.

doyoung se tensa bajo mis manos, advirtiéndome que está cerca de alcanzar el orgasmo.

―tae, yo... ―murmura, pero no puede añadir nada más, pues su clímax le golpea con fuerza, interrumpiéndole. ―¡ahh!

―mierda, doie... ―echo la cabeza hacia atrás en el momento exacto en el que me derramo en su interior, producto de la deliciosa estrechez de sus paredes.

doy varias estocadas más hasta que siento que no tengo nada más para entregarle. me derrumbo sobre él, cubriéndole por completo con mi cuerpo y sonriendo al notarle rodearme con sus cuatro extremidades.

no sé cómo lo hacemos, pero terminamos totalmente enredados sobre su cama, intentando tranquilizar nuestras respiraciones y el ritmo acelerado de nuestros corazones.

intercambiamos algunas caricias, compartimos unos cuantos besos y nos acomodamos mejor para descansar. sé que ahora sería el mejor momento para cumplir con mi cometido, está agotado y es vulnerable, pero no quiero dejar de sentir su calidez junto a mí, no quiero no poder besarle ni que juguetee con mis rizos.

―gracias ―susurra adormilado instantes antes de que caiga en los brazos de morfeo.

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