El Pueblo Naranja era, sin lugar a dudas, un lugar bastante caótico. Podías escuchar discusiones y gritos prácticamente por todo el pueblo. Los integrantes podían llegar a pelearse por cosas increíblemente absurdas; si uno decía blanco, el otro decía negro con el único objetivo de joderle la vida.
Pero, incluso con esas peculiaridades, todos estaban de acuerdo en algo:
El único que podía molestar a un compañero, eran ellos.
Nada de Pueblo Verde, del Pueblo Central, ni todas esas pavadas. Solo los naranjas cargaban a los naranjas.
Y por eso mismo, es que se encontraba la mitad del pueblo Naranja insultando y atacando >si es que se le puede decir ataque< al profeta en medio de una misa.
-¡DESGRACIADO, TE VOY A ENVIAR A MIS DIOSES COMO TOQUE A SPREEN NUEVAMENTE!
-¡HIJO DE TU PUTA MADRE! ¡TE HAS METIDO CON EL PUEBLO EQUIVOCADO, CABRÓN!
-¡¿Pero qué es esto?! ¡Todo se ha salido de control, Profeta, castíguelos!
- Señor pollero, ¿Se encuentra usted bien?
El profeta había tenido los huevos de lastimar a Spreen, un integrante del pueblo Naranja, y a palabras de Mariana: Si te metes con un ciudadano, te metes con toda la ciudad.
O bueno, por lo menos la mayoría de la ciudad.
Pero eso ya era suficiente como para que el mismo profeta se impresionara de la lealtad que parecía haber entre ellos. Todos estaban dando la cara por Spreen, el temido y frío pollero que, con la ayuda de Mayichi, trataba de recuperarse de los rayos que le fueron arrojados momentos atrás.
Sentía su ira aumentar mientras veía como Pol cubría el cuerpo más joven con la intención de esconderlo de su vista, cada vez que escuchaba uno de esos absurdos gritos de guerra de Mariana, y los inútiles intentos de golpes de Carola, que amenazaba con traer a sus dioses si el profeta -trataba de pasarse de listo-.
En un arranque de furia, lanzó a Mariana lejos y azotó a Carola contra el piso. Rayos comenzaron a caer alrededor y Spreen, al notar que sus amigos estaban en la mismísima mierda, intervino.
-Profeeeeta, no te enojés, capo. Era de chill, nomás.
El Profeta miró con enojo al chico de lentes, ahora recuperado y manteniendo a Mayichi a cierta distancia. Aparentemente sabiendo lo que se venía.
Dio una mirada general a todos y, tras soltar un pesado suspiro, habló.
-Ustedes... Yo mismo me encargaré de hacerles la vida imposible. Cumpliré todas sus pesadillas realidad, y desearán no haber hecho semejante estupidez como la que acaban de hacer.
Volvió a mirar a Spreen, con sus ojos mostrando todo el enojo que le habían causado. Se molestó aún más al verlo tan tranquilo, parecía casi aburrido mientras se acomodaba su traje. Nada de esto podía quedar impune.
- Y tu, Spreen, siempre tan orgulloso con tu pollería. ¿Os fiais de él? ¡¿OS FIAIS DE UNA PERSONA QUE TIENE UNA PLAGA DE INSECTOS EN LA POLLERÍA QUE TANTO PRESUME?!
La sala quedó en silencio, apenas se podían escuchar las risillas de la androide ante la situación. El profeta ocultó su sonrisa cuando notó el leve cambio en la postura de Spreen, una más alerta, confundida y a la defensiva.
Estaba a punto de continuar hablando, cuando el grito de cierto vikingo se le adelantó.
- ¡¿Como te atreves a decir eso del patrón,?! ¡Confío mucho más en Spreen que en ti! ¡Incluso con plaga y todo!
- ¡Si, estúpido! No sé quien te crees para decir esas cosas, pero más vale que te arrepientas.
- Sin ofender, Profeta... Pero Spreen le ha puesto mucho empeño a esa pollería como para estar en tal estado...
El Profeta, e incluso el mismísimo Spreen, quedaron atónitos ante la terca defensa de los tres integrantes del Pueblo Naranja. No daban la mano a torcer cuando se trataba del patrón.
El Profeta, lenta y desconcertadammente, hizo contacto visual con el híbrido. Ese molesto y rebelde híbrido que, luego de la confusión, se encontraba sonriendo burlesco ante el pelado, como suele llamarlo.
El Profeta, al verse acorralado -por así decirlo- bufó molesto y dijo irritado:
- Bien. Ya que tanto habláis, vamos a ver donde queda su lealtad una vez que veáis que yo no os miento.
E incluso con eso dicho, Spreen seguía con esa sonrisa engreida. Una que transmitía un molesto: "Te gané sin siquiera intentarlo".
Y es que sí, esta pequeña discusión había demostrado quién de los dos tenía el verdadero apoyo del Pueblo Naranja. Por eso, Spreen no dudó en contestarle con la misma sonrisa confiada.
-Dale, vamos a ver.
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Días Plomos [Spreen - One Shots]
FanfictionPorque no todos los días del oso son jodas e insultos. (El dibujo de la portada no me pertenece)