[Qué asco, sentimientos]

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{Algo de Spruan..}

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Sentimientos. Algo tan común y permanente en las personas. Lo normal sería que todos las tengan; que sean capaces de sentirse alegres, tristes, enojados, enamorados... Que puedan sentirse llenos con tan sólo tenerlos, que puedan sentirse humanos...

Todos deberían tenerlos, no se puede ser humano sin los sentimientos. Pero Spreen aceptó tiempo atrás que jamás sería completamente una persona.

No recuerda haber sentido nada desde su niñez, no había llorado en años y reído mucho menos. No sabe lo que es sentir, pero tampoco busca aprender. Dejó de intentar tener emociones cuando se dio cuenta de que éstas podrían ser fácilmente usadas en su contra.

Se dio cuenta de su ausencia de sentimientos a sus dieciséis años. El saberlo fue duro y le rogó hasta a los dioses en que no creía el poder sentirse triste al respecto, pero no sintió nada en lo absoluto.

Tampoco es como si las emociones y pavadas de ese estilo le hubieran importado. La gente hablaba de lo hermoso que era poder estar feliz, y de lo aún más hermoso que era experimentar el amor, pero esos dos términos eran desconocidos para el híbrido. Lo único que había sentido, cuando aún podía, fue una profunda cantidad de tristeza, dolor y odio. No lo extrañaba en lo absoluto, incluso si por culpa de aquella ausencia perdería la oportunidad de amar.

Amar... Nunca amó a nadie y jamás fue amado. Y, aunque ser amado ya no sea algo que quiera, su él de pequeño no paraba de llorar y culparse a sí mismo cuando no veía una chispa de cariño en los ojos de su madre. Como sea, no quería ir a ese tema en ese momento.

Spreen no quiere más ser amado, él quiere ser temido. El miedo es lo que mueve a las personas, lo que las hace dependientes, lo que las hacen necesitar. Y Spreen quiere que lo necesiten, que la gente le ruegue de rodillas y él poder elegir entre tener piedad o arruinarlas completamente, justo como lo habían arruinado a él.

Spreen no tiene sentimientos, y eso es lo que lo hace perfecto. Porque las personas son imperfectas, y él ya no tiene ni una pizca de humanidad en él.


O por lo menos no la tenía cuando llegó a Tortillaland, esa gran ciudad que no para de hacerlo dudar de todo lo que había aprendido en su vida.

Inicialmente había viajado a Tortillaland con el fin de poder llevar su proyecto laboral y político a cabo. A las personas de los pueblos les faltaban habilidades, recursos y una guía, y Spreen era perfecto para cumplir con cada uno de los pedidos. No tardó demasiado en juntar a un grupo de fracasados para comenzar con la base de su ciudad y mercado.

El grupo era pequeño pero incluía a posibles, según lo que veía Spreen, grandes influencias del Pueblo Naranja. Y si no, peones sensibles fácilmente manipulables, porque eso eran las personas para él. Mayichi, Carola y Mariana son herramientas que Spreen necesita para armar su casita de madera.

Pero... También son amigos. 

Aquello fue bastante difícil de aceptar. Recuerda haber tenido un ataque de ira (porque todo ese tiempo rodeado de gente estúpida lo hizo volver a sentir ira) luego de haberse referido mentalmente a ellos como "amigos". Les había gritado como nunca y estuvo a un pelo de matar a alguno de ellos, fue Mayichi quien lo calmó de un sopapo y lo mandó a dar una caminata para calmarse.

Su terquedad no lo dejó volver hasta dos días después de lo sucedido. Y cuando lo hizo no pidió disculpas, pero sí dio una breve explicación respecto a su pérdida de control antes de volver a trabajar. Sus amigos no se vieron molestos, se vieron sorprendidos de que de por sí se haya tomado el tiempo de excusarse cuando tiempo atrás les hubiera dado un simple trato frío.

Días Plomos [Spreen - One Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora