[Visita inesperada]

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Viernes a la tarde, uno de los momentos con mayor actividad en la pollería de Spreen. Por oleada de gente que se iba, otra entraba y los trabajadores del lugar no podían sentarse ni un segundo. Parecía un ciclo interminable, como todos los vienes.

Spreen, por buena o por mala suerte, se encontraba completando unos papeles que Mayichi le había pasado. Autoriza y firma cosas dándoles apenas un vistazo, confiando en la palabra e intenciones de su secretaria. No es hasta el tercer suspiro irritado de la tarde que golpean a su puerta. Con voz clara y lo suficientemente fuerte, habla.

- Entrá sin miedo, Mayichi.

No tiene ni que pensarlo, la única autorizada a acercarse a su oficina era ella, Spreen no se comunicaba con sus demás empleados si podía evitarlo. Carola también era una de las pocas excepciones, pero el vikingo venía pasando más tiempo en su pueblo últimamente.

Como ya sabía, Mayichi entra al cuarto y se queda en la puerta. Spreen la mira un segundo y nota al instante la confusión en su rostro. En lugar de seguir escribiendo, emprolija sus papeles con la mesa y los deja perfectamente acomodados, su pluma al lado. Guarda silencio mientras la muchacha se acerca hasta detenerse frente a su escritorio.

Spreen puede notarla vacilar, lo que sea que tenga que decir debe ser importante si es que Mayichi está dudando tanto en cómo decirlo. Finalmente, luego de un par de segundos de silencio, su secretaria habla con una voz más suave de lo normal.

- Señor Spreen, lo están buscando abajo.

El empresario levanta una ceja al escuchar las palabras, la híbrida de gato sabía que él no hablaba con gente que no tuviera una cita organizada con anterioridad, por lo que le parecía raro que le estuviera diciendo ahora. Aún así, responde con extraña paciencia.

- Ya sabés que, si no tienen una cita, no hace falta que los dejés pasar.

Vuelve a tomar su pluma y se pone a escribir, dando la conversación por terminada y dispuesto a dejar pasar la falta de formalidades por parte de Mayichi. Como sea, cuando Mayichi no se mueve de donde está parada, Spreen suspira y la observa, bajando levemente sus anteojos para dedicarle a su secretaria una mirada de cansancio.

- ¿Qué pasa, Mayichi?

- Es que... Señor, creo que sus padres están abajo.

Spreen se congela en el lugar, las noticias lo toman por sorpresa y ni sabe cómo reaccionar. ¿Sus padres? No había hablado con ellos desde hace años y no habían terminado en buenos términos. Spreen les había hecho la vida imposible durante su estadía con ellos, que tampoco fue muy larga porque lo adoptaron a los quince y él se fue a los dieciocho, ¿por qué lo estaban buscando ahora?

El azabache se para de donde estaba sentado y camina apresurado hacia la puerta, pero se detiene frente a ella y pasa una mano por sus cabellos, estresado. Lleno de confusión comienza a caminar de un lugar al otro, sin molestarse por la presencia de Mayichi mientras se mostraba ansioso por primera vez.

Luego de un par de minutos pensando, durante los cuales su secretaria no hizo ruido algo, niega y se sienta en uno de los sillones decorativos de su oficina, poniendo sus codos en sus rodillas y agarrándose la cabeza.

- Mayichi, si esto es una broma, estás despedida.

- Jamás bromearía con algo como esto, señor.

Dice ella, concisa y firme como en todo lo que dice. Spreen asiente con las palabras de Mayichi, se esperaba esa respuesta, pero igual se queda como está. Su pierna derecha se mueve de los nervios, y le es especialmente difícil manejar su ansiedad esta vez. Sus papás, en Spreenfield, en la pollería.

Días Plomos [Spreen - One Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora