| No solo por sangre |

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2- Manos ensangrentadas.
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- ¡Además, si explotas este santuario le estarás dando un terrible ejemplo a tu hijo!

...

Bien, ambos sabían que eso era una completa mentira. El bebé no tenía ninguna similitud física con Spreen, no tendría sentido que el bebé sea suyo.

- ¿Bebé? ¿Qué decís? Si posta fuera hijo mío, ¿dónde poronga está la madre y por qué lo tenés vos?

No debía involucrarse, ese niño no era suyo, no le importaba su seguridad ni bienestar. Pero si era así, ¿por qué no pudo evitar preguntar aquello? ¿Porque planteó un escenario en el que sí sea hijo suyo? Le estaba dando lugar a la duda cuando en realidad ya sabía la respuesta.

- Está bien, está bien, mentí. No es hijo tuyo, alguna hija de puta lo abandonó en la puerta de mi santuario, ¿¡pero qué se supone que haga yo con él cuando apenas puedo mantenerme económicamente a mí solo!?

Esa sí era la verdad, Juan no tenía ni idea porqué alguien siquiera consideraría dejar a un niño en un santuario utilizado para el turismo y que contenía un exceso de magia (que, para colmo, gran parte del tiempo estaba fuera de control).

El hechicero realmente no quería hacerse cargo de eso en estos momentos, hoy se suponía que iría a festejar el cumpleaños de su gran amigo, Auron, sin preocuparse de absolutamente nada luego de todo ese desastre multiversal. Y al verlo al oso, consideró que no sería tan mala idea entregarle a bebé; quiero decir, el hombre era extremadamente rico, fuerte, respetado e intimidante, al pequeño no le pasaría nada en sus manos.

- ¿Y a mí qué mierda me importa? No estoy listo para tener un niño, independientemente de lo que te pase o no a vos.

"No quiero tener un niño", eso es lo que tendría que haber dicho. Un niño no es más que una pérdida de recursos, tiempo y energía, y Spreen no quería echarse a perder por prestarle atención a un ser que no sabe sumar dos más dos. Es por eso que suprimía cada pensamiento de  corregir a Juan por cargar incorrectamente al bebé, o se reprendía a sí mismo por querer callarlo cuando gritaba al lado de sus sensibles orejitas humanas.

Spreen era una mala persona, una muy mala persona que no dudaba en llenar sus manos de sangre si esto le traía algún tipo de beneficios. Una persona como él no era apta de cuidar a un ser tan puro e inocente, solo mancharía de rojo su alma blanca.

Pero no importa, de todos modos, no quería a ese niño cerca. Esa cría era solo responsabilidad de Juan, no tenía que meterse.

...

Uaaah...

...

No, no, no. Solo fue un bostezo, nada más. Que el bebé bostece de manera tierna no significa que todos sus argumentos deban irse a la basura. Ni siquiera con sus dulces ojitos o con esas manitas gorditas lograrían hacerlo cambiar de opinión, de seguro alguno de los otros integrantes aceptaría proporcionarle un hogar.

Por el bien del pequeño, no se metería.

Por lo que, al ver la expresión esperanzada de Juan, reafirmó su decisión para acabar con toda duda.

- Me mantego firme, no adoptaré a ese niño.

Ignoró el puchero de Juan y se marchó del lugar con inquietud interna, este asunto le quitó las ganas de jugar con el de gafas. Ojalá pueda distraerse en la fiesta de Auron.

- Terrible...

Murmuró el cuervo, quien no había soltado palabra alguna durante la discusión.

Días Plomos [Spreen - One Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora