| Charla honesta |

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3- Insomnio.
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Al igual que las últimas noches, el hibrido estaba sentado fuera de la pollería, reflexionando y repasando lo hecho en el día. Era observado por las estrellas y envuelto cariñosamente en los brazos de la oscuridad, la brisa acariciaba sus cabellos y los grillos le cantaban canciones de cuna a coro.

La noche se había vuelto amiga suya, con ella podía mostrarse realmente y distraerse de todos sus problemas. Lamentablemente, se había vuelto algo dependiente de su amiga; decidió renunciar a sus ocho horas de sueño con tal de poder ver el hermoso cielo nocturno y dejó de salir a aquellos bares con Mayichi y Carola.

Él mismo no lo notaba, pero la falta de sueño había comenzado a bajar su rendimiento en sus trabajos y actividades, volviéndolo incluso notorio para quienes no eran sus amigos. Pero lo único que le importaba a él era poder saludar a la noche al final del atardecer y poder despedirla cuando saliera el sol. 

Porque la noche escuchaba, ella no juzgaba y lo hacía sentir seguro, ¿Cuál era el problema?

La Luna era lo mejor de todo esto; no le teme al cambio y nunca deja que su brillo se apague, lucha por mantenerlo hasta poder mostrarse completa y compartirlo con los demás. La Luna lo aceptaba y lo ayudaba a crecer, en ella veía esa figura maternal que tanto le había hecho falta durante su niñez.

Pero claro, si le dijese esto a alguien, arruinaría por completo su imagen y sería visto como el pobrecito del pueblo. Este era secreto suyo y de la noche.

- Intendente, ¿está bien? 

Dejó de mirar las estrellas y dirigió su atención a la persona al lado suyo, era Robleis, la primera persona que había querido vivir allí en Spreenfield. Spreen aclara su garganta y se levanta de donde estaba sentado, se limpia con las manos su pantalón y asiente.

- Claro que sí, señor Arbillaga. Sólo aprovecho para distraer la mente, ya sabe.

Habla de forma respetuosa y lleva sus manos detrás de su espalda. Robleis se ve un poco sorprendido ante la forma en la que se le refiere, ríe con algo de incomodidad y rasca su nuca, corrigiendo.

- Eu, con sólo Robleis ya está bien. Incluso Rob va mejor que señor Arbillaga... De todos modos, no es que quiera meterme en tu vida ni nada, ¿Pero no pensás que es un poco tarde? No es por ofender o bardear, pero Spreenfield no es la ciudad más segura para pasear a estas horas.

Spreen aclara su garganta y aprieta sus labios cuando el otro le habla con tanta cercanía y confianza, pero no le molesta lo suficiente como para quejarse o ponerle los puntos. Mira a su amiga en el oscuro cielo y evita responder la pregunta.

- Podría preguntarle lo mismo, Robleis.

Si Robleis esperaba que desarrolle mejor su respuesta, se llevaría una gran decepción.

Ambos quedan en un incómodo y pesado silencio, pero a Spreen no podría importarle menos. Siente sus ojos pesados y está por bostezar cuando el otro chico vuelve a hablar, pero esta vez de forma directa.

- Ahora sí es por meterme en tu vida, pero, los ciudadanos de Spreenfield hemos estado algo preocupados por tu bienestar, Spreen. Es dolorosamente obvio lo cansado que está tu cuerpo, y también podemos notar el cómo esto afecta tu rendimiento. No es joda, señor intendente, debería tener un mayor cuidado de sí mismo.

El híbrido suspira levemente, sabía que este momento llegaría tarde o temprano. Si no era Robleis, sería Carola. Si no era Carola, lo sería una molesta Mayichi que lo obligaría a dormir toda una semana hasta deshacerse de las oscuras bolsas debajo de sus ojos.

Se toma unos segundos, piensa su respuesta. Aprieta sus puños y junta estúpidamente valor para preguntar lo que lo venía inquietando estas últimas semanas.

- ¿Cree que soy una mala persona, Robleis?

No tartamudea ni lo murmura, lo pregunta en alto y manteniendo una postura recta. Aún así, Robleis lo mira con gran confusió, tratando de procesar lo dicho por el azabache.

Spreen se mantiene quieto, casi congelado, cuando el hombre más bajo habla con su suave y tranquila voz, sin enojarse o acusarlo de nada.

- ¿Cómo puedo yo decir que sí cuando vos me diste un hogar, Spreen? No seás salame, no sos una mala persona, para mí no.

No puede evitarlo y ladea su cabeza perdido. Abre su boca un par de veces pero la cierra cada vez. No tarda en recomponerse; sus lentes no lo hacen visible pero aparta su mirada del otro y la dirige al suelo, entretiene sus manos con su corbata y trata de no hacer notable su tranquilidad o alivio cuando habla.

- ¿En serio piensa eso? ¿No se siente asustado o intimidado por mis colmillos, garras o tamaño? Puede ser honesto conmigo.

Robleis suelta un pequeño "puff.." y niega con la cabeza, una pequeña sonrisa en su rostro.

- No digás pavadas, tus orejitas de oso o tus asombrosas uñas no te hacen una mala persona, Spreen. La única forma en la que podría tenerte miedo sería en el caso de que seas terrible mafioso que torture gente en su bodega y venda droga las 24/7, boludito.

Robleis ríe con sinceridad y Spreen lo acompaña con una más incómoda, sus mejillas rojas y orejitas bajas mientras suelta en un murmullo un: "Seh... qué absurdo".

Cuando para de reír, el rostro del ciudadano vuelve a su seriedad y habla con la intención de que el mensaje le llegue a su intendente de una vez.

- Como sea, ¿era esa la razón por la que no podías descansar? ¿Tenés más dudas o preocupaciones? Si es así, con gusto podemos hablar un poco más.

Robleis frota sus manos y trata de ganar calor ante la fría noche. Es ahí donde, por primera vez en estas noches de insomnio, el cuerpo de Spreen también se estremece ante los soplidos de la oscuridad y el frío tratando de abrirse paso en sus huesos.

Por última vez en esta noche, mira a la Luna y sonríe despacio. La paz con la que habla es poco común en él, pero hace a Robleis sonreir.

- Era sólo eso, Robleis, gracias. Ya volveré a mi casa y le recomiendo que haga lo mismo, no querrá enfermarse.

- Tenés razón, yo también me voy a mi casita. Hasta mañana, Spreen, descansá bien.

- Igualmente.

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Al poco tiempo, los ciudadanos de Spreenfield pudieron quedarse tranquilos cuando su intendente salió más motivado y preparado que nunca. Con el doble de energía que antes y sin tambalearse o caer en sueño.


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¡En serio perdón por dejar esto tan a la deriva! Perdón por los que estuvieron esperando estos.. ¿cuatro meses? Mucho tiempo, y no tengo verdadera excusa. La motivación estuvo muy floja y no sabía qué podía dejarles. Pero bueno, muchas gracias por leer y volver a retomar jaja...

- Lolooio, el desmotivado.

Días Plomos [Spreen - One Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora