5 |Otra perspectiva|

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Especial Navidad

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Al ser el exitoso empresario que era, Spreen tenía otro punto de vista respecto a la Navidad. Esta no era más que una fecha con un falso valor agregado, una fecha en la que las personas debían comprar, consumir y gastar.

La Navidad no era más que otro producto que vender, cubierto ante la propaganda de felicidad y esperanza.

Eso era lo que Spreen había creído todo este tiempo.

No recuerda haber festejado aquella fecha desde los... ¿Seis o siete años?... Se podría decir que sus padres no eran los más comprensivos con las ilusiones de un niño.

Ya no recordaba lo que se hacía en Navidad, y estaba aún más perdido ahora que estaba en Tortillaland. El clima era diferente, las personas eran diferentes, las costumbre probablemente también, todo era diferente.

Todo menos los negocios. Y es ahí donde pasaría el oso su Navidad.

Una Navidad útil, productiva y solitaria. Justo como le gusta, ¿no?

Pues no. Pasar la Navidad solo no es la cosa favorita de Spreen.

No lo admitiría nunca, pero se sentía algo traicionado al no haber sido invitado a la fiesta navideña de Mayichi. Se sentía dejado de lado y se sentía estúpido por hacerse tanto la cabeza cuando, según él, la Navidad no le importaba.

Pero incluso él había caído ante la perfecta imagen de Navidad. La imagen de familia y amigos, todos juntos cantando y bailando estupideces que traían felicidad, y no la de pasarla solo, dirigiéndose a la pollería a trabajar.

Tampoco había mucho que pudiera hacer, había pensado en pasar la noche con Robleis y Carrera, pero grande fue su sorpresa al enterarse que estos sí estaban invitados al festejo de May.

La parte más triste de todo esto era el hecho de que Spreen ya comenzaba a sentir que encajaba, que pertenecía, que éste era su hogar y la gente del pueblo sus amigos. Comenzaba a dejar de lado la faceta fría e individualista y se había empezado a abrir ante los demás.

Parece que no importó una mierda, después de todo, uno vive con la fama que se hace. A la vista de los demás, Spreen solo era un joven egoísta, avaricioso y vengativo, no merecía el perdón ni la empatía del pueblo.

Ni siquiera sabe porque le molesta, nunca en su vida le prestó atención a este tipo de fechas. Las celebraciones le daban igual y las fiestas lo irritaban, ¿por qué había cambiado?

Las personas del pueblo habían modificado, inconscientemente, su manera de ver las cosas. Para ellos, no había cosa más importante que los seres queridos, siempre estaban dispuestos a ayudar y a dar la cara por el otro.

Pero Spreen no quería seguir pensando en eso. No cuando, en lugar de estar cómodo y riendo con ellos, estaba caminando por las frías y desoladas calles de Spreenfield.

Ya se había resignado a pasar las fiestas en su oficina, con Pelusa siendo su única compañía.

Respiró profundamente y se encaminó al restaurante, tratando de desechar esos nuevos pensamientos intrusivos.

Las luces de la pollería estaban apagadas, justo como las había dejado. Le había dejado la ventana de la oficina abierta a Pelusa para que entrara y saliera cuando quisiera.

Miró su reloj, eran recién las 21:00, sería una larga noche.

Sujetó el picaporte y abrió lentamente la puerta principal.













- ¡¡Sorpresa!!



Lo primero que atinó a hacer fue golpear a quien sea que estuviese a su derecha.

- ¡Ay, pelotudo! ¡¿Me querés volar la cabeza de una piña?!

Las palabras se le fueron cuando las luces se prendieron. Todos sus amigos estaban ahí, con comida preparada y con la pollería decorada. Y de repente, se sintió en una de esas películas con moralejas navideñas.

Lágrimas se acumularon en sus ojos, todos estaban allí. Carre, Robleis, Carola, Mayichi, Ollie y Elisa, todos ahí.

Y bueno... quien se encontraba a su derecha era Betra, que ahora se sujetaba la nariz con una mueca de dolor.

Sacudió su cabeza y trató de formular alguna palabra.

- E-Ehh... Yo... Pensé que eso solo se hacía en los cumpleaños...

Qué pelotudo, en lugar de decir "¡Gracias, qué alegría verlos!" decidió cuestionarlos de manera seca. Y aunque él no se entendiera, sus amigos sí lograron entender el significado de esas palabras, era un "¿Por qué hicieron esto por mí?"

- ¡Spreen, hombre, tu ya deberías saber que lo común me la suda!- Le respondió con humor el vikingo, sin embargo, la confusión de Spreen no se fue, por lo que fue Mayichi quien le aclaró las cosas.

- Es que queríamos celebrar la Navidad con usted, creíamos que me rechazaría si lo invitaba a celebrar, así que decidimos sorprenderlo aquí.

Dios, ¿Por qué tenía que cruzarse con gente tan amable? Si seguían así le iba a ser difícil mantener su expresión seria. Guardó silencio unos segundos antes de dignarse a hablar.

-... Muchas gracias, realmente aprecio este gesto, no se hubieran molestado.

E incluso con esa formal y corta respuesta, sus amigos entendieron lo importante que esto había sido para Spreen.

Sus amigos habían vuelto a cambiar la perspectiva de Spreen sin saberlo. Hicieron que Spreen comprendiera que la Navidad no era solo una fecha en la cual gastar, era una fecha en la que toda la familia se reunía, todos compartían el tiempo que no se habían dedicado el resto del año y disfrutaban de las veinticuatro horas solo porque podían.


La Navidad simbolizaba felicidad y esperanza, no negocios y dinero.


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Perdón por la tardanza, no logré llegar a una idea antes. Tenía la idea de escribir este especial pero con El Señor 8 y el Joven Fresa, pero no llegaba con los tiempos. Vuelvo a pedir perdón, fue una falta de responsabilidad mía.

Tuve que caer a lo clásico, también pido disculpas por eso.

Espero que disfruten de este breve especial de Navidad antes de que pasen las cuatro horas que faltan para que acabe.

Saludos de L.

Días Plomos [Spreen - One Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora