Capitulo 22

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Guardé cualquier prenda necesaria en la valija. Estaba apresurada, quería huir lo antes posible. Mi mente no me permitía pensar con claridad.
   – ¿Qué haces? –Yoongi se asomó a mi habitación.
   –Me voy.
   – ¿Qué? ¿Acaso enloqueciste?
   –No.
   – ¿Es por el anuncio de Namjoon? –continué con lo mío–. ¡Vamos, ______(tn)! –tomó mi brazo y me obligo a mirarlo–. No permitas que esto te derrumbe.
   –No lo entiendes Yoongi.
   –Tal vez no, pero encontrarás a alguien especial –y esa puta frase detonó la bomba dentro de mí.
   – ¡No quiero a nadie especial! ¡Me lo has dicho desde que nos separamos! El único que quiero, que necesito es Namjoon y no puedo tenerlo. No lo entiendes Yoongi. Lo conozco desde hace años, hemos estado enamorados en la adolescencia y no pudimos estar juntos y ahora todo se repite –mi voz se quebró–. Así que no lo entiendes. No intentes empatizar conmigo. Me abandonó una vez, le rogué que no volviera a dejarme y vuelve a hacerlo.
   –Yo solo...
   –Mira, agradezco que intentes levantar mi ánimo, pero necesito irme. Quiero alejarme por un tiempo. Intentar conocer otras personas, vivir mi maldita juventud. Tú puedes quedarte con la empresa mientras no esté, no me importa –cerré mi maleta–. Yo no sé cuándo volveré.
   – ______(tn) –siguió mis pasos hasta la entrada.
   –Adiós, Yoongi –besé su mejilla–. Dales la noticia mañana por la tarde, no digas nada ahora, por favor.
   – ¿A dónde irás?
   –A mi lugar.

Subí al taxi que me dejó en el aeropuerto. Me quedé de pie junto al ventanal, viendo como los aviones se marchaban. Aún sentía la opresión en mi pecho. Las lágrimas querían escapar pero no dejaría romperme otra vez.

El viaje me pareció eterno. Intenté dormir, intenté no pensar pero me fue imposible. Tenía las piernas entumecidas.
Llegué al hotel, sentí la brisa que provenía de la playa de Mykonos, Grecia. A pesar del cansancio me había prometido divertirme, revivir mi juventud, aquella que había ocultado por mucho tiempo a causa de mi trabajo.
Nadie me conocía, nadie sabía mi nombre. Solo era una turista que venía a pasar buenos días o meses.
Me coloqué una bikini color coral, la había guardado al final del cajón. Hoy quería atreverme a usarla, atreverme a todo.
Corrí hacia el agua y me di un chapuzón. Me sentía bien, renovada, como si el agua de la playa fuera mágica. Pero los pensamientos no tardaron en aparecer, la cara de Namjoon se dibujaba entre mis recuerdos.
Caminé hacía la arena y me senté sobre la sombrilla. Mi celular no dejó de sonar. Cientos de mensajes y llamadas de Victoria, Hoseok e incluso Namjoon. Supuse que Yoongi ya les había dado la noticia. Apagué el dispositivo y abracé mis piernas, contemplando el brillo que el sol generaba sobre el agua cristalina.

El atardecer llegó. Casi terminaba el libro que había llevado para entretenerme. Regresé al hotel para ducharme y salir a cenar.
   –Disculpa –me acerqué al recepcionista–. ¿Ustedes podrían conseguirme un chip para mi teléfono? Es que soy turista y aquí no tengo señal –mentí.
   –Claro, señorita. Se lo dejaremos en la habitación.
Le dedique una sonrisa y salí hacia las calles empedradas de la isla. La gente sonreía, parecía feliz en aquel lugar, y como no serlo, era una obra de arte.
Música en la calle, gente por todos lados, clima perfecto. Había sido una buena idea venir, finalmente.
Soñé con conocer más a fondo esta isla desde que Yoongi me trajo para ver a un empresario. Solo estuvimos un día, pero fue suficiente para enamorarme de todo lo que hay aquí.
Desde entonces le llamo, mi lugar.


Dos semanas habían pasado aquí. Compre una pequeña casa cerca de la playa. Había hecho algunos amigos gracias a las fiestas que asistía cada noche, la gente aquí parecía no descansar, sobre todo los jóvenes griegos.
Tuve algunas citas y encuentros casuales. Descubrí que dos de ellos vienen de Corea al igual que yo y eso me hacía sentir un poco en casa. Seokjin era un joven chef de uno de los hoteles, muy divertido e interesante. Jimin era cantante callejero, tenía una voz muy dulce, parecía ser muy sensible. 
   Yoongi y yo hablábamos a través de mails. Decidí no pasarle mi número, de seguro se lo pasaría a todos. Nadie, según él, sabía de mi paradero. No dejaban de preguntarle por mí, me extrañaban y decían que la empresa no era igual sin mí. Aun así, no tenía deseos de volver. Creo que hacía tiempo no me divertía tanto y tomaba un tiempo para mí.

   La noche de luna llena era más que perfecta para cenar fuera. Jimin me invitó a cenar. A pesar del sexo casual, se había convertido en una especie de amigo.
   Mientras disfrutábamos de la cena, un hombre se puso de pie, la joven a su lado miro hacia los costados sin entender lo que sucedía.
   –Sé que esto será algo vergonzoso –él sonrió escondiendo sus ojos detrás de sus mejillas–, pero quería hacerlo aquí. Con la gente escuchando y mirando, con la luna llena brillando. Sarah... –se arrodillo y abrió la pequeña caja que llevaba en su mano–. ¿Te quieres casar conmigo?
   La joven sollozó, asintió rápidamente con su cabeza y lo abrazó. No hacían faltas las palabras. Todos aplaudían y se alegraban por aquel par de extraños.
   A pesar de ser algo hermoso, aquel momento me llevó nuevamente al pasado. Aquel pasado que creí haber superado, olvidado, enterrado. Lo recordé. Me pregunté si pensaba en mí, si se estaría preparando para su boda la cual sería mañana. Maldije al recordar su boda, el día, incluso la hora. Maldije al dejar que mi mente me traiga a Namjoon a la memoria.
   Fingí estar bien durante lo que restaba de noche. Le agradecí a Jimin por la invitación y regrese a mi casa.
   Intenté dormir, despistar los pensamientos. Me prometí que mañana tendría la agenda llena de actividades para evitar pensar en Namjoon y su boda

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PROXIMO CAP, FINAL. 

Please, don't leave me (Namjoon & TN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora