Segunda Historia; Capítulo 5: Pues esta vida no está tan mal...

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"Es... el degollador." Dijo la recepcionista. En ese momento sentía algo de miedo de que no se debía matar lo que matamos.

"¿Eso es algo malo?" Pregunté preocupado. En ese momento miré a Janice, pero ella sólo se encogió de hombros. La mujer se tomó unos segundos de pausa y habló.

"No, había una misión para eliminarlo. Muchos cargamentos habían sido atacados por lo que el señor Thompson ofreció una recompensa de 1 oro por eliminarlo." Bien, supongo que eso es mucho. "Pero al ser ustedes de nivel 1 no pueden reclamarla." Mierda...

"Espera ¿No podrías sólo dárnosla? Tarde o temprano vamos a ser nivel 10 así que..." Pero la mujer negó sin dudar.

"La compañía Thompson se fundó en base a certezas. No podemos aceptarlo señor." Bueno, eso va a ser complicado. Tras aquellas palabras se tomó un momento en silencio y continuó. "Pero podemos comprarle los materiales de la mantis ahora que es socio y guardarle la recompensa para cuando alcance el nivel 10." Realmente no quería aceptar sus promesas después de que rechazaran la mía, pero no parecía que tuviera el mango por la sartén en esta situación. Para mi fortuna, la chica a mi lado es tan brava como pequeña.

"Entonces danos la mitad ahora y la mitad cuando seamos nivel 10." Pero la recepcionista fue firme en su resolución.

"No podemos confiar en que lleguen tan lejos antes de morir."

"Pues nosotros no podemos confiar en que nos vayas a pagar cuando llegue el momento." A veces se me olvidaba que Janice creció en un ambiente donde no se podía confiar en nadie. La mujer tras el mostrador se mantuvo estoica, pero Janice no le desvió la mirada. Al final esta soltó un suspiro.

"En ese caso, les daré esto." En ese momento firmó una hoja de lo que parecía ser cuero con un sello y nos lo entregó. "Cuando se completa una misión el cliente suele firmar el pagaré para que los aventureros lo cobren en la recepción, ya que somos nosotros los clientes, supusimos que no hacía falta. Con esto podrán cobrar la recompensa, pero el pagaré no se tomará en serio si no lo entrega un aventurero de nivel 10. Pueden intentar conseguir uno que esté dispuesto a compartir, pero no la veo como el tipo de mujer que toma riesgos ¿Verdad?" Su sonrisa ahora se sentía desafiante. Janice no dudó y guardó el papel en su mochila.

"Cuando seamos nivel 10 lo cobraremos, así que más les vale no hacerse los graciosos." La recepcionista sonrió.

"En esta compañía nos caracterizamos por la confianza que les damos a nuestros clientes." Tras ello señaló una tabla al costado. "Por eso dejamos que comprueben los precios de compra de cada material, para que no haya dudas que somos justos."

"Eso me recuerda ¿Aún nos comprará los materiales?"

"Por supuesto." Dijo la recepcionista. En ese momento solté todas las piezas recogidas sobre el mostrador. Las cuatro placas grandes del tórax y abdomen se vendieron por 2 platas cada una (8 platas en total), las ocho de los brazos, por 1 plata cada una y cada cuchilla valía 3 platas cada una. En total recibimos 22 platas. "Si necesitan donde quedarse pueden alquilar una habitación en la posada de la compañía por 30 platas al mes. Aunque no incluye comidas, sí permite usar la cocina y baños. Yo lo tomaría, no encontrarán un sitio tan barato en otro lado." Aunque sonara condescendiente, razón no le faltaba, una habitación promedio por mes no bajaba de las 50 platas.

"Creo que tomaremos la oferta." La recepcionista sonrió. "Perfecto, encontrarán el lugar al final de esta calle, es un edificio grande de ladrillos y tejas de madera. Antes de irse ¿Me permiten sus placas?" Eso último nos confundió, aunque Janice no quería hacerlo, yo sí entregué mi placa, a ver qué pasaba. La mujer sacó un cincel de hueso y comenzó a tallar sobre el 1 de la misma hasta convertirlo en un 2.  "Como ya han vendido 10 platas cada uno, ambos subieron al nivel 2 ¿O prefiere que el joven acumulé los puntos y quedé a medio camino del nv.3?" Janice lo pensó unos momentos y pasó su placa. Con eso dicho fuimos al edificio, el cual era atendido por una señora mayor robusta y de mirada amable, así como su hija de 19, una joven bastante bonita, pecosa, pelo rojizo y figura normalita. La casera nos vio entrar y al ver nuestras placas saludó enérgicamente.

"Buenas ¿Nuevos chicos?" Dijo alegre. Yo asentí mientras que Janice se mantenía algo distante. "Siempre es bueno ver a parejas jóvenes y llenas de energía ¿Un cuarto o dos?" Las palabras de la mujer parecían molestar un poco a la chica.

"¡No somos pareja!" Dijo sonrojada.

"Todavía." Agregué. La mirada de Janice claramente no era amable. Pero la señora casera sólo soltó una risotada antes de continuar.

"Se ve que este niño no le teme ni a la muerte. Supongo que será una habitación entonces." Ante esto Janice no parecía muy contenta, pero antes de que se quejara la señora continuó. "Cada cuarto cuesta 30 platas y están completamente amueblados, pero pueden ponerle cosas extras. La mayoría de los grupos comparten cuarto porque es más rentable." Puesto así tenía sentido. Realmente no sabíamos si habría más degolladores así que era mejor ser conscientes con el dinero. La mujer nos dio la habitación "302", su hija nos guio hasta el sitio. El lugar era sencillo. Una cama, un baúl, un escritorio y un cable para colgar la ropa junto a la ventana. El problema vino con que sólo había una cama. Una cama para una persona, quizá una y media debido al ancho.

"No voy a dormir contigo." Dijo la chica. Yo acaricié su cabeza.

"¿Dejarías que un hombre que fue herido por salvarte duerma en el piso?" Chantaje emocional exitoso. Al final decidimos compartir. Después de viajar y todos los problemas previos, quería darme un baño. Por suerte el sitio tenía uno bastante bien equipado. La bañera era grande y estaba excavada en el suelo. Sorprendentemente el agua se mantenía cálida por el fuego de abajo. Al salir del baño me encontré a Janice ayudando a un tipo robusto. Por lo visto se había dislocado el hombro y esta se lo había recolocado.

"Con eso debería bastar, pero trata de no hacer locuras." El hombre en cuestión soltó una risotada.

"Quizá debe conseguirme una médica de campo como tú ¡Jajaja!" Tras ello le dejó una moneda de plata y se retiró. Yo me acerqué algo confundido.

"Oye ¿Y eso?" Janice lo vio retirarse y respondió sin vacilar. "El tipo se lastimó en el bosque y le dije que podía curarlo por una plata. Es casi 5 veces menos de lo que te cobraría un profesional por recolocarte el hombro. Pero yo sólo soy una capa roja, así que creo que es justo." Otra vez le puse la mano en la cabeza.

"Eres una buena chica cuando quieres." Ella se avergonzó un poco por esto y salió del sitio. Como acordamos, esa noche compartimos la cama. No era tan estrecho como uno esperaría. Aunque la mañana siguiente desperté como sólo se podría esperar de un hombre ¡Álzate en toda tu gloria! "¿Huh?" Dije al sentir algo tocando mi mástil. 

"¿Qué? Ah... buenos... Espera ¿Por qué siento algo duro en mis manos?" Dijo la chica. Mi respuesta fue la que cabría esperar de mi persona.

"Me la sostienes me la entretienes." Como si la cama fuera aceite hirviendo, Janice saltó de la misma enojada.

"¡Muérete!" Gritó mientras su cara quedaba roja como un tomate...

Tres imbéciles en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora