DÍA 1 - mañana

318 22 0
                                    

Thoma se despertó temprano, como siempre hacía. Saludó a los otros mayordomos y comenzó a preparar el desayuno. Hoy sería uno muy especial. Preparó té y café, y cocinó unos pancakes esponjosos. Se aseguró de hacer de más para el personal también. Entre dos personas pusieron un mantel limpio y colocaron unas flores como centro de mesa que había traído el jardinero. Unos minutos después entraba en el salón el hermano mayor de la familia. Kamisato Ayato; guapo, alto y de buenos modales. Cualquiera moriría por estar con él, y encima, rico. Ni siquiera recién levantado se veía mal.

- Buenos días, señor - lo saludó Thoma.

- Hola a todos - les respondió haciendo una ligera reverencia - gracias por el desayuno.

Ayato, que llevaba su cabello celeste suelto, se sentó en la mesa y llamó a Thoma.

- ¿Si, waka?

Thoma era el amo de llaves y también el que más confianza tenía con los hermanos. Ayato mostró un pequeño sobre que tenía guardado entre sus manos.

- Este mediodía dale esto a Ayaka, ¿vale?

- De acuerdo, lo guardaré junto al resto de regalos. ¿Estará al mediodía?

- Intentaré estar, pero justo tengo antes una reunión importante - Ayato suspiró - espero que acabe pronto para poder estar. Si no, dáselo de mi parte - el de cabello celeste sonrió.

- Claro… Oh, señorita Ayaka!

La joven había entrado al salón, aún despeinada y medio dormida. Kamisato Ayaka, hermana menor. Todos la conocían por su gracia y amabilidad. Era una persona realmente extraordinaria.

- ¡Buenos días y felicidades!

- Gracias Thoma - ella sonrió - buenos días!

- Felicidades hermanita - la felicito también su hermano.

- ¡Ah! ¡Ya dieciocho! No me lo creo - río la chica.

- Por la tarde lo celebraremos - informó Thoma - traigan a la gente que deseen por supuesto, haremos suficiente comida. - se había guardado el sobrecito de Ayato en el bolsillo.

- Ah sí, claro… - Ayaka enrojeció. No tenía muchos amigos, y le avergonzaba no poder invitar a nadie.

- Hm, quizá a algunos de la rebelión, ¿qué te parece?

- Si, sí claro, ¡suena bien! - la chica se sentía aliviada. - ¿Crees que podrá venir Lumine?

- Oh, he oído que la viajera se haya por Sumeru. Las noticias han llegado hasta aquí - dijo Thoma.

- Ah, entiendo… - Ayaka se veía algo decepcionada.

Se creó un silencio apagado. El sol joven se colaba entre las cortinas del salón e iluminaban la mesa, creando divertidos destellos en los platos de cerámica. La mesa era grande, pero solo estaba ocupada por dos personas. En días así se hacía aún más presente la ausencia de los padres de los hermanos.

- Bueno, no te preocupes Ayaka, seguro que Lumine viene a visitarnos cuando se pase por aquí. Pero no te preocupes por eso, hoy solo a disfrutar. - habló Thoma intentando aligerar el ambiente.

- Eso, eso, que este desayuno no se comerá solo y tiene muy buena pinta - la animó su hermano.

Ayato estuvo trabajando en su despacho el resto de la mañana, mientras que Ayaka estuvo ayudando a Thoma con algunos recados por la ciudad. Justo cuando ambos volvían a la hacienda, vieron salir al hermano mayor.

- ¿Se marcha, waka?

- Si, tengo que asistir a esa reunión. Intentaré no perderme la fiesta hermanita.

- No te preocupes - Ayaka sonrió - tu asiste a la reunión.

- Seguro que es aburridisima - lloriqueo Ayato perdiendo la compostura.

- Ánimo waka, se pasará rápido.

- Gracias, eso espero Thoma.

Ambos intercambiaron miradas y Ayato le sonrió. Después, Thoma y Ayaka se adentraron en la hacienda.

- Haremos tu plato favorito para comer hoy, Ayaka. Y de postre había pensado en mochis de cerezo. ¿Suena bien?

- ¡Suena delicioso! Gracias Thoma.

- Oh, no es nada, ¿y como querrás el pastel para esta tarde?

- Ah, emm… Algo sencillo diría, que no tenga demasiada decoración. Cualquier cosa basta realmente.

- Entiendo, ve a descansar ahora entonces, nosotros nos ocupamos del resto.

- Si necesitáis ayuda en algo avisadme, iré a entrenar.

- ¡Claro!

Thoma sonrió mientras la chica marchaba, sabía que a pesar de que ella trataba de negarlo estaba también ilusionada por su cumpleaños.

Al AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora