DÍA 1 - tarde

220 17 6
                                    

Ayaka estaba sentada en su habitación leyendo una novela ligera mientras tomaba un delicado té de cerezo. La taza tembló en sus manos al sobresaltarse, pues escuchó que alguien había llamado a la puerta principal con brusquedad. Thoma fue a recibirlos y oyó voces abajo. Ayaka no quería ser maleducada y bajó a recibir a los extraños. Lo primero que notó al ver el salón es que había sido decorado con temática festiva. Eso enterneció su corazón. Después fijó su mirada en los invitados. Oh, no eran extraños en absoluto.

- ¡Ahí está la cumpleañera! - gritó Yoimiya mientras corría a abrazarla. - ¡Estas preciosa!

- ¡Yoimiya! ¡Que sorpresa! - río ella mientras enrojecía por el cumplido - …gracias

- Wow… ¿vives aqui? - una voz masculina hizo que Ayaka se girara. Apenas conocía a ese chico pero sabía que era amigo de su hermano y de Thoma.

Itto la saludó con una sonrisa, a su lado había una chica más bajita de cabello verde y una máscara que le tapaba la boca y la nariz. Ambos daban algo de miedo, pero si los había traído su hermano entonces serían buena gente.

- Espera, mejor os presento primero - habló Ayato - él es Arataki Itto - el chico alto de los cuernos saludó - y ella Kuki Shinobu - la chica de cabello verde hizo una leve reverencia.

- Ah, sois amigos de mi hermano supongo, ¡bienvenidos! - dijo Ayaka con una reverencia.

La joven estaba completamente roja, se le daba fatal lidiar con gente de forma informal sobre todo si no los conocía.

- ¡Te hemos traído unos regalos! - dijo Yoimiya entusiasmada.

Ayaka se llevaba bien con ella, la conocía de la resistencia aunque a parte del "trabajo" no habían tenido nunca mucho contacto. Aún así, Yoimiya era encantadora y era fácil pillarle cariño deprisa, siempre se mostraba cercana y amistosa con todos.

- ¡Eh! Eso después - la detuvo Thoma - si queréis ir al salón yo os traigo algo para tomar.

Ayaka notó como el tono del mayordomo había cambiado cuando hablaba con Itto o Yoimiya. Su voz era más liviana y mucho más informal. Su inseguridad le recordó que después de todo Thoma no tenía porqué ser su amigo, solo trabajaba para ellos…

- Ah, señorita Ayaka, ¿quiere que le traiga algo en específico?

Ahí estaba de nuevo, con ella y con su hermano utilizaba un tono formal en el que no había reparado hasta ahora.

- No… tomaré lo mismo que el resto, gracias.

- De acuerdo, ¿que queréis?

- Yo sake - alzó la voz Itto desde el sofá a lo que Ayato rió.

- De eso nada, agua para tí entonces - sonrió Thoma.

- ¡Oye!

- Yo un café - dijo Ayato.

- Yo también - añadió Shinobu.

El resto pidió un té. Estuvieron hablando y riendo hasta que regresó Thoma. Ayaka se sentía algo fuera de la conversación, todos parecían llevarse tan bien… Incluso a su hermano se lo veía más relajado en ese ambiente. El mundo de ellos se escapaba de la comprensión de la chica, una vida mucho más urbana y rodeada de gente. Sus pensamientos fueron interrumpidos al llegar Thoma con otro sirviente que traía una tarta. Todos aplaudieron y después de cantarle a Ayaka, momento en el cual ella lo pasó muy mal, se pusieron a comer. Ayaka estaba agradecida de no estar sola pero quería que aquello acabara ya. Engulló su porción de pastel lo más lento que pudo para tener una excusa con la que permanecer callada.

- Podría acostumbrarme a esto de tener criados - dijo Itto.

- Pues no lo hagas - le respondió Thoma propinandole un codazo amistoso.

- Eso, al menos él tiene trabajo - dijo Shinobu

Todos estallaron de risa incluso después de que Yoimiya se tirara el té encima sin querer. Ayato se giró al escuchar que tocaban la puerta.

- Voy yo. - dijo Thoma mientras se levantaba.

Un rostro amigable esperaba al otro lado de la puerta. Kazuha, acompañado de Beidou y Sayu entraron en la casa y saludaron al resto.

- ¡Bienvenidos! No pensé que vendríais al final - los saludó Ayato desde el salón.

- ¡Así es! Al final nos ha dado tiempo, acabamos de desembarcar.

- Y al llegar nos hemos encontrado esto durmiendo en la puerta - rió Kazuha levantando a una Sayu somnolienta.
Yoimiya y el resto se levantaron para recibir a los nuevos.

- Muchas felicidades Ayaka, ya cumples la mayoría de edad, ¿cierto? - le dijo Kazuha, su voz lograba crear en ella una sensación de paz muy agradable.

- Si, así es - sonrió la chica.

- Oh, qué momento más importante, sin duda.

- Sinceramente no noto ningún cambio de ayer a hoy. - dijo ella con una ligera risa.

- Bueno, eso es normal - su hermano le dió unas palmaditas en la espalda - estamos comiendo torta, ¿quereis?

- Oh, me encantaría - aceptó Kazuha.

En cambio, su acompañante negó con la cabeza.

- Lo siento, yo solo venía a saludar. He quedado con un comerciante para darle la mercancía, igualmente espero que paséis muy buena tarde.

- Ah, por supuesto, no es ningún problema, muchas gracias por pasarte a saludar - le agradeció la cumpleañera.

Beidou se despidió de todos, y el resto se acomodaron en el gran sofá. Había lugar para todos, incluso para Sayu quien, sin mediar palabra, se había tumbado a dormir ajena a todo. Kazuha les habló de sus aventuras esos últimos meses maravillando a todos con sus historias. Mientras charlaban, un suave goteo se comenzó a escuchar en el exterior, rebotando en ventanas y techo.

- Parece que se ha puesto a llover - informó Thoma.

- ¡Entonces es el momento ideal para abrir los regalos! - añadió Yoimiya con entusiasmo.

Los invitados colocaron los regalos sobre la mesa y uno a uno Ayaka los fue abriendo. No quería hacer sentir mal a nadie así que trató de mostrar su contento lo más que pudo. Yoimiya le regaló un peluche, Itto y Shinobu una navaja, lo cual la hizo reír, Kazuha una figurita de madera en forma de garza la cuál había tallado con sus propias manos y Thoma un abanico que él mismo había pintado y decorado.

- ¡Es todo precioso! - agradeció Ayaka - muchas gracias, me aseguraré de cuidarlos bien.

- ¡No hace falta que seas tan formal! - Itto le dió una palmadita en la espalda - si quieres yo te puedo enseñar a usar nuestro regalo.

- Eh… creo que eso no será necesario - le cortó Ayato cruzándose de brazos - espero que sirva meramente de decoración.

Shinobu y Yoimiya se reían por lo bajo ante la situación.

- Ahora que está anocheciendo podemos pasar al jardín interior si queréis, afuera no podemos porque aún llueve - les dijo Thoma.

Todos estuvieron de acuerdo, así que ayudaron a recoger la mesa mientras que Ayaka iba a guardar sus regalos en la habitación.
El jardín interior era hermoso, tenía un suelo de baldosas y paredes de madera acristaladas que daban al exterior donde podía verse el sol poniéndose. Plantas enredaderas y otras variedades decoraban el gran espacio, que poseía una pequeña fuente en el centro con forma de pájaro. Sobre unos merenderos de madera habían colocado manteles coloridos, sobre los cuales habían bebidas, dulces y postres de todo tipo. La cumpleañera se sorprendió al ver el lugar tan decorado, mientras que los invitados que no conocían el lugar quedaban maravillados ante la comodidad y belleza de aquél espacio.

Al AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora