Los señores terminaron de comer, era Sábado así que por lo general no tenían que ir a ningún sitio en específico.
- Bueno, estaré en mi cuarto si alguien necesita cualquier cosa - anunció Ayato al levantarse de la mesa.
Su hermana y Thoma asintieron.
- ¡Thoma! ¿Echamos una partida de ajedrez?
- Ah, señorita Ayaka te ves muy animada hoy.
La chica enrojeció un poco.
Es que al final ayer me lo pasé muy bien y Shinobu y Yoimiya me han invitado mañana para dar una vuelta - dijo con una radiante sonrisa. Ayato hacía mucho que no la veía tan feliz, ¿cómo podía arruinar eso?
- Yoimiya eh?... E-eso está muy bien.
- Bueno, ¿te apuntas a la partida o qué?
- Está bien.
Ayaka le llevaba ventaja, como siempre, pero sentía que él había mejorado bastante igualmente. La reina de la chica se plantó frente al rey.
- Jaque Mate - dijo ella con una voz orgullosa y fuerte.
Thoma no podía mover al rey para salvarlo de ninguna manera. Adelantó un peón, una de las pocas fichas que le quedaban ya, y lo avanzó quedando entre la reina blanca y el rey negro, era la única opción que le quedaba. Ayaka soltó una risita baja y simplemente devoró al peón sin esfuerzo alguno.
- Jaque mate - repitió.
Thoma tragó saliva, en su mente aquello era de todo menos una partida de ajedrez. La reina blanca era impasible, inamovible.
- Lo siento pero debe hacerse justicia - dijo la chica divertida mientras que con su reina tumbaba de un golpe al rey.
Thoma había palidecido y se levantó de golpe de la mesa, asustando a Ayaka.
- Oye, ¿estás bien? Lo has hecho muy bien en serio…
- Perdón tengo… tengo que hablar con tu hermano un momento - se disculpó el mayordomo.
A Ayaka no le pasó desapercibido el tono de voz tembloroso de Thoma y lo observó mientras se iba de la habitación. Después miró al tablero de juego. Aún sostenía a su reina y el rey estaba tirado en medio del tablero. ¿Que había sido eso?
Thoma subió las escaleras mientras sacaba la carta de su bolsillo. Ayato se sobresaltó al escuchar que abrían la puerta de forma brusca y sin preguntar antes. Estaba sentando en su escritorio y al girarse vio a Thoma.
- ¿Thoma? ¿Pasa algo? - Por la respiración agitada del mayordomo y la forma en la que había irrumpido en su habitación, cosa que nunca hacía pues él siempre era extremadamente cuidadoso, supo que algo andaba mal.
- Waka… - le tendió una carta - lo siento, ha llegado esta mañana, tendría que habertela dado antes pero…
- Está bien, no es ningún problema - le dijo tratando de calmarlo y tomando la carta.
- No, no está bien - le replicó. ¿Que le pasaba?
Ayato se dio cuenta de que la carta había sido abierta, cosa aún más extraña, pues en teoría ellos, la servidumbre, no debían leer las cartas que no les pertenecían. Se fijó que llevaba el sello de la comisión Tenryou y que además Thoma era uno de los remitentes. Sacó la carta con más curiosidad que nunca y comenzó a leerla. Thoma hizo amago de irse pero Ayato le dijo que se quedara hasta que acabara de leer la carta. El chico reaccionó de manera nerviosa pero se quedó. Podía ver como Ayato iba frunciendo cada vez más el ceño mientras sus ojos avanzaban con velocidad por el papel. Terminó y parpadeó varias veces, después miró a Thoma, después releyó la carta. Su rostro serio había pasado a estar asustado. Thoma nunca lo había visto asustado. Ayato no dijo nada y salió de la habitación con paso apresurado, bajó las escaleras, se puso su abrigo y se calzó deprisa.
- ¡Ey! ¿qué está pasando? - Ayaka se asomó desde el salón. Se acercó a su hermano que agarraba su bandolera para salir mientras murmuraba a gran velocidad cosas incomprensibles. Thoma lo miraba asustado a mitad de las escaleras.
Ayato no dijo nada, solo le tendió la carta.
- Voy a la comisión Tenryou - le dijo a Thoma.
Mientras, los ojos de Ayaka se agrandaban cada vez más conforme iba avanzando por la carta.
- ¡¿Que es esto!? - dijo cuando terminó con ojos llorosos.
- Un completo absurdo - respondió Ayato agarrando de nuevo la carta - ahora vuelvo - dijo saliendo por la puerta bruscamente y dando un portazo.
Thoma y Ayaka se quedaron en silencio por unos minutos.
- Oye… - el mayordomo bajó del todo las escaleras y se acercó a ella.
- No… no puede ser… es una broma, ¿verdad? - ella lo miró directamente a los ojos mientras que las lágrimas comenzaban a caer por su rostro.
- Oh, Ayaka, lo siento de verdad… - Thoma la abrazó con la voz rota y un nudo en la garganta.
- No… no podemos permitirlo, mi hermano va a arreglarlo, ¿vale? Mi hermano puede solucionarlo - dijo entre sollozos. - Ellos no pueden hacer eso, simplemente no pueden.
- Seguro que todo acaba saliendo bien - tomó el rostro de su amiga entre sus manos y le secó las lágrimas que no cesaban de brotar. El de visión pyro le sonrió débilmente.
- No puedo perderte Thoma, no lo permitiré - dijo frunciendo el ceño - Y… Y Kokomi tampoco lo hará estoy segura de que… de que esto se solucionará y es solo un malentendido.
- Seguro que sí, seguro que sí.
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Al Alba
ספרות חובביםTodo comenzó el día en el que Thoma recibió aquella carta, y no sólo él sino que la noticia pronto recorría toda Inazuma. Después de una corta paz tras el decreto de captura de visiones, la Shogun había enfurecido diciendo que los traidores no debía...