DÍA 2 - noche

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Ya todos en la casa estaban enterados de la noticia, y Thoma se había encerrado en su habitación para evitar las constantes miradas de lástima y temor por parte de sus compañeros. Estaba intentando escribir una carta pero la mano le temblaba tanto que apenas había escrito un par de líneas además de que tenía la mente completamente en blanco. Escuchó que alguien tocaba su puerta por lo que se levantó a abrir.

- Oh, hola waka.

Se hizo a un lado para dejar de entrar a Ayato.

- Thoma…

- ¿Hm?

Ayato se fijó en el papel sobre el escritorio y se le encogió el corazón.

- Este… vale, mira - suspiró - tú no te preocupes, ¿vale? Solo será una mala pasada que vamos a tener que vivir. Pero solo podemos actuar en el juicio, así que te vendrán a buscar mañana… Pero tu estate tranquilo, no digas nada ni pongas resistencia, no les des motivos que usar en tu contra, ¿vale?

- …waka.

- He estado escribiendo algunas cosas… que pueden servirnos en el juicio, pero no es justo, no hemos tenido tanto tiempo como ellos para prepararnos y…

- Waka - Thoma le tomó las manos y los papeles cayeron al suelo - está bien, en serio, sé que va a estar bien - carraspeó un poco - igualmente, aprecio muchísimo todo el tiempo que he podido pasar con vosotros, y conoceros ha sido una de las mejores cosas que me han pasado…

- Para - Ayato le apartó las manos - no te atrevas a despedirte de mí - su voz sonaba más grave de lo habitual, como si se estuviera conteniendo para no llorar.

- ¡Pero es verdad! He vivido muy feliz, he tenido una de las mejores vidas que habría podido imaginar, por eso te estoy agradecido, Ayato.

- Sabes que, que les follen a todos.

- ¿Perdón?

Ayato tomó el rostro del condenado entre sus manos y antes de que Thoma pudiera replicar juntó sus labios con los suyos en lo que fue un beso que ambos habían esperado por mucho tiempo. Thoma al principio no supo bien cómo reaccionar, ese día había estado repleto de emociones demasiado fuertes así que no pudo evitar que algunas lágrimas recorrieran su rostro. Ayato se separó un poco y le secó las lágrimas con una ligera sonrisa. Thoma dejó escapar una pequeña risa, de repente estaba muy feliz. Ambos volvieron a juntar sus labios, mientras, Ayato tanteó tras él para cerrar la puerta. Thoma ahondó más en el beso, cosa que Ayato amó y lo demostró pasando sus brazos por el cuello del contrario. Thoma lo aceptó como señal así que juntó más hacia él la cadera del peliazul conduciéndolo también hacia la cama. Thoma se detuvo a observar a su amo bajo él por unos segundos.

- ¿Qué? - le preguntó el otro algo molesto, el mayordomo sonrió.

- Nada - replicó antes de besarlo de nuevo.

Ayato mordió el labio inferior del contrario para molestarlo, lo que lo dejó desconcertado. El peliazul se rió. “Te vas a enterar” murmuró Thoma entre risas mientras el contrario desabrochaba su camisa…

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