No había cosa que le saliera bien a Zhan desde que sus hijos coincidieron.
El destino estaba del lado de los gemelos porque en ese momento se encontraba en China a las afueras de Beijing en una de las casas de campo de Yibo aun cuando dio su veredicto final aquella mañana en el living del hotel.
Por obviedad no salió como pensó.
Si podía sacar algo bueno de eso, que secretamente le alegraba, era que Yibo había aplazado poco más de un mes su boda con Yang Zi ya que, según sus palabras, quería aprovechar todo el tiempo posible con sus hijos antes de que entrasen a un nuevo ciclo escolar. Para sus hijos, quienes lo miraron con diversión al escuchar su absurda excusa ya que ambos estaban a menos de una semana de regresar a estudiar, solo pudo significar que sus planes estaban funcionando.
Por obviedad la noticia hizo enfurecer a Yang Zi, después de todo ni siquiera lo hablaron o algo, Yibo solo le mandó un mensaje de texto antes de abordar el avión a casa. Nadie la tomó con seriedad. Eso hizo que odiara más a los dos engendros, como los denominó al saber que eran dos.
Pero a Zhan le importaba muy poco lo que esa mujer pensara de él o sus hijos mientras no se atreviera a tocarles un cabello o no respondía sobre lo que podía sucederle.
- Nuestro hogar está a una hora de aquí -mencionó Yibo a su espalda después de verlo cocinar durante un rato cuando ingresó desde el jardín donde había estado jugando con ambos niños- creo que te gustaría.
Nuestro hogar. Sonaba bien si lo decía de esa forma.
- Me voy en una semana, Yi -le recordó- este lugar es más que suficiente y siento que estoy abusando de tu amabilidad al permitirme quedar aquí -mencionó, salteando algunas verduras antes de lavarse las manos para tomar aquel lápiz con pinta fina en la encimera de granito junto con aquel boceto de una nueva túnica que hace horas se le había ocurrido al ver aquellas pomposas gardenias en el jardín- Yi, ven -agitó su mano- ¿Qué te parece?
Le mostró lo que llevaba al tenerlo cerca.
No era muy ostentoso, después de todo la pieza principal era el tocado de gardenias blancas.
- Me gusta.
- Creo que le falta algo -lo miró con los ojos entrecerrados, arrugando la nariz al no encontrar aquella pequeña cosa.
- Que los bordados sean hechos con hilo de plata -dijo su pequeño A-Yu enseguida de ellos junto a A-Yi, ambos yacían unos segundos viendo aquello.
Zhan anotó eso, imaginándolo momentáneamente al punto de gustarle mucho. Sonrió antes de voltear a ver a su pequeño y besarle la mejilla.
- Veníamos a pedirles permiso para salir a cabalgar.
Zhan no se negó, después de todo Yibo tampoco lo hizo. Sabía que A-Yu tenía su propia yegua y muy seguramente su A-Yi también tendría una en poco tiempo gracias al consentidor de Yibo, quien pasó horas jugando con A-Yi con los skates y con A-Yu en la sala para ayudarlo a opinar sobre sus dibujos.
Ambos niños salieron rápidamente de ahí antes de que sus padres cambiaran de opinión. Por otro lado, Zhan dejó el lápiz de lado para seguir con el almuerzo. Yibo, horas atrás, había dicho que quería comer su favorito, Kung Pao, fue algo indirecto que Zhan captó al instante. No había anda de malo, sabía que a Yibo le encantaba el Kung Pao más que a nada, más si era el suyo.
- ¿Te siguen gustando los brownies?
- Me encantan -afirmó con una sonrisa.
- Bueno, en cinco minutos sacaré dos charolas con estos -soltó una risita al verlo asentir varias veces- ahora ven y prueba esto -señaló la enorme cazuela llena de Kung Pao.
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Juego de gemelos
FanficLos gemelos eran, por designio, un misterio para todos, es decir, ¿No daba miedo ver a alguien más con tu mismo rostro? Eso mismo sintieron Wang Yi y Wang Yu, dos niños de diez años que no se conocían en lo más mínimo. ¿Acaso la Diosa de la Luna que...