Capítulo 20

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Narra ella:

Quedé helada, mi pequeña sobrina me había dejado prácticamente muda. Es como si ella se diera cuenta de todo y la verdad es que sólo era una pequeña de 5 años. ¿Cómo es posible que haya dicho eso? Mierda, que VERGÜENZA, y ahora... qué digo?

-Martu...  amor, eh... de dónde sacaste eso? -dijo ella nerviosa-

-A mí me parece que la pequeña tiene razón... por qué no? -dijo Maxi con una sonrisa-

-Ee, yo... yo me voy a dormir, vamos Martina tenés que descansar. -Dijo ella intentando escapar de la incómoda situación-.

-Pero tía -Se quejó la pequeña- tengo hambre!

-Ya sé Martu, pero no te preocupes, yo ahora veo qué te cocino y dormís, andá yendo a la pieza dale.

-Si querés yo voy con ella -Dijo su amigo, el de ojitos claros-.

-No! Quiero decir, no.. está bien, no te preocupes.

-Sí, dejalo que vaya y la cuide -Dijo Agustín-.

-Bueno dale -Dijo ella mientras fulminaba con la mirada a su amigo que subía las escaleras-.

Narra Agustín:

Qué es lo que acababa de pasar? Es la primera vez en mucho tiempo que la ví tan nerviosa. Todo había sido tan raro, pero a la vez tan lindo. Ella tenía razón cuando me había dicho que la pequeña era terrible.

-Yyyyy... qué vas a cocinar exactamente? -Dijo él, persiguiéndola hasta la cocina-.

-No sé. -Contestó ella, ignorándolo por completo-.

-Hay harina... qué te parece si hacemos unas pizzas? -Propuso él, emocionado-.

-¿Perdón? ¿"Hacemos"? Hacés querrás decir -Dijo seca-.

-No, quiero ayudarte. Además, siempre quise aprender a hacer pizzas... -Insistió él-.

-No -Contestó ella-. Detesto que se metan cuando estoy cocinando, no me gusta. Si cocino yo, cocino yo, nadie más. O sino, que cocine otro.

-No seas mala onda, dale -Volvió a insistir él-.

-Ahg, sos irritable -Dijo ella, revoleando sus ojos-. Bueno, como quieras.

-Yo sabía que me ibas a decir que sí -Sonrió él-.

Ella lo miró por unos simples segundos, amaba su sonrisa y se moría por decírselo.
Pero a pesar de lo lindo que había sido y lo bien que se había comportado con ella, su orgullo seguía siendo más fuerte.
Se limitó simplemente a mirarlo por unos cuantos segundos, hasta que se dió cuenta de lo que estaba haciendo y sin dudarlo corrió su mirada.

-Bueno, ésto es así -Comenzó a explicarle-. Primero, hay que abrir la harina.

-No me digas -Dijo él irónico-. En serio?

-Te podés callar? O te echo. -Contestó ella sin paciencia alguna-.

-Bueno, perdón -Dijo él soltando una risita-. Enojona -Susurró casi inaudible, con una sonrisa-.

-Entonces cuando la abrís tratás de esparcirla y hacer un círculo en el medio, ok?

-Sisi -Dijo él-.

-Bien, cuando ya hiciste eso, le ponés una cucharada grande de sal, y le echás agua tibia.
Masajeás hasta que la sal se disuelva y ahí le echás aceite.
Y después de eso, comenzás a echarle más agua hasta que ya no sea necesario. -Le explicó ella, con una paciencia-.

-Así? -Dijo él-.

-Sí, pero no era para que te ensucies tanto -Dijo ella riéndose de él-. Sos una bestia.

-De qué te reís?

-La verdad es que, nunca pensé que sería tan divertido -Le contestó burlándose de él-.

-Ah... entonces haber si ésto te da gracia -Dijo él serio, y sin dudarlo le tiró harina en la cara-.

-Ah no, sos un pelotudo -maldijo ella-. Te fuiste a la mierda -le dijo, y le devolvió el gesto de la harina-.

Ahí fué cuando comenzó una guerra de harina. Entre risas e insultos, lo que menos pensaron es que "cocinar juntos" terminaría en algo así, pero les fué inevitable.
Nunca les había pasado, pero se sentía tan jodidamente bien reírse juntos.
En ese mismo momento, mientras reían a carcajadas, él la agarró de las muñecas para evitar que ella se le escapara, sin imaginar que algo muy tierno iba a escaparse de él. La miró, y no lo pensó mucho, tenía que decírselo, sentía de decírselo.

-Tenés una sonrisa hermosa -Dijo él sin dudarlo-.

Ella lo miró con un brillo especial en sus ojos y sin dejar de sonreír, le fué imposible no emocionarse por dentro.
Quería gritar a los 4 vientos, que él la había mirado.
Y él no lo dudó, y se acercó a su boca.
Quién iba a pensar que después de tantas peleas, su amor imposible le iba a decir que tenía una linda sonrisa.
Y quién iba a pensar, que una simple guerra de harina, iba a terminar acelerándoles el corazón.

Maybe... i need you. [MYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora