Capítulo 7

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-Y ahora nada, no podemos volver. Tenemos que escondernos y esperar a que se vayan.

-Quizás sea lo mejor -Le dijo él-.

-Voy a subir a aquel árbol, vos subite al que está enfrente, vamos a esperar ahí.

Ella subió a uno y él a otro, con un poco de dificultad. Esperaron horas, horas y horas... Hasta que no quedó ningún caminante que pudiera ser una amenaza.

-Dale, bajá. Tenemos que irnos antes de que aparezcan más -Le dijo él con rapidez-.

-Ya voy imbécil, no ves que no puedo bajar por que está muy resbaladizo?

-No me importa Luciana. Podrías apurarte? -Le dijo él, harto-.

Ella decidió no responderle, y se obligó a apurarse a bajar, sin darse cuenta de que debajo había un gran alambre que anteriormente no había visto ya que no había subido por ese lado, pero en ese momento no pasó desapercibido. Se enterró el alambre en su pierna derecha y comenzó a gritar de dolor, él la miró sin entender, hasta que logró ver que ella no estaba exagerando.

-Sabía que eras tonta, pero no creí que lo fueras tanto -Le dijo él, intentando ayudarla-.

-Podrías callarte? Maldigo el momento en el que te dejé venir conmigo, no me toques.

-No podés caminar sóla, déjame que te ayude, dale.

-Ya te dije que no, no entendés? Yo puedo sóla.

-Dale Luciana, dejá de ser tan egoísta, necesitás ayuda y yo no voy a dejarte y tampoco voy a dejar que camines sóla, empeorarías. Podrías dejar de ser tan inmadura al menos sólo por hoy? -Dijo él, harto de ella-.

Ella no dijo absolutamente nada, no tenía ganas de discutir, no en ese momento. Él pasó uno de sus brazos por su cintura, mientras que ella pasó uno de sus brazos en los hombros de él para que así todo sea más fácil y lograran llegar más rápido. Ninguno de los dos volvió a decir nada, cualquiera que los viera sin duda pensaría que eran unos grandes amigos, pero como dicen por ahí, las apariencias engañan.

- Y el agua? -Dijo Maxi sin percatarse en la pierna de ella, hasta que la vió y abrió los ojos de par en par-. Lu, qUÉ TE PASÓ? -Dijo preocupado, ayudando a su amigo a sentarla en un sillón que era parte de la acogedora casa-.

-Nos encontramos con un gran grupo de caminantes, logramos escondernos arriba de los árboles, pero cuando bajamos había un alambre debajo del arbol en el que ella estaba y cuando bajó, se enterró en su pierna -Le explicó su amigo-.

-Ou, eso se ve terrible -Dijo refiriéndose a la herida-. Esperenme acá, voy a buscar algo para curarte. -Sin decir nada más, Maxi se marchó en busca de algo que pudiera servirle para curar la enorme herida-.

Todo volvió a tornarse silencioso, y claro, ellos dos no tenían nada de qué hablar.

-Gracias. -Le dijo ella, de la forma más cortante posible-.

-Por qué? Cualquiera lo hubiera hecho, incluso Maxi.

-Por eso mismo, me lo esperaba de cualquiera, menos de vos.

-No soy un mounstro Luciana, no sé de dónde sacaste eso, pero estás totalmente equivocada.

Y se fué, dejándola sóla, totalmente atónita y sin saber qué responderle. Ella jamás pensaría que él era un mounstro, pero jamás se lo diría tampoco. Él había dejado sus diferencias de lado para ayudarla y para que ambos llegaran sanos y salvos a casa, cuando tranquilamente podría haberla abandonado por ahí (y con toda la razón) por cómo se había portado ella con él, e inventarle una historia a su amigo para que no sospechara de él. Esto es extraño, este chico es demasiado bueno.

Maybe... i need you. [MYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora