¿Un Cabello?

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*¿Un cabello?* Se preguntó a si misma la diosa de la sabiduría.

Era muy extraño todo eso.

No tenía explicación para encontrarse un tan solo cabello por allí. Lo más probable es que fuese del delincuente, culpable de toda esta situación.

Eso tendría que ser una buena noticia, ya que encontró una gran pista para resolver más rápido el caso, pero también había un pequeñísimo problema.

El cabello era transparente y súper fino, tanto que no se notaba mucho. No había ningún dios (que conociese) que tuviera los cabellos así.

Temía pensar lo peor, pero no sé dejó asustar tan pronto y decidió hacer una lluvia ideas, pensando en quien podría tener el pelo así.

Se sentó para tener más concentración y tener una mejor teoría al respecto.

•••

Por otro lado, Deméter, estaba con su hermana menor, platicando sobre el asunto.

Ya que, Atenea envío a la reina olímpica con sus hermanas, para que la cuidasen.

Hestia y Deméter, con gusto, regresaron y cuidan un rato a la rubia.

-No te preocupes Hera, que pronto sabremos quién hizo todo esto- decía Hestia con una sonrisa.

-Y ¿si no es así?- dijo pesimista.

-No es tan triste, seguro, Atenea lo resolverá pronto, yo realmente confío en ella -sonrió la diosa hogareña-. No hay que dejar que los sentimientos negativos, nos derroten así de fácil.

-Para ti es fácil decirlo. -siguió con melancolía-. Tu no tienes ha esos estúpidos respirando te en la nuca y acusandote, sin saber la verdad.

-Entiendo tu posición, no ha de ser bonito ser acusado de algo así -se rascó un poco la nuca-, pero, yo creo que deberías, calmarte y no explotar ante la negatividad de otros, si tú no lo hiciste, mantente en onda y no dejes que te pisoteen con sus palabras crueles, aparte, eres la reina, deberías imponer el respeto que tú misma portas y verás, que el que hizo esto, tendrá su merecido castigo, por meterse con todos nosotros.

Deméter sonrió por lo que Hestia ha comentado.

Hera, aunque se sentía mal, decidió hacerle caso a su hermana mayor.

-Gracias Hestia, por tus palabras de apoyo.

-Para eso, estamos las hermanas, para apoyarnos ¿No es así?

•••

Zeus, había mandado a llamar a todos sus hijos.

Necesitaba saber lo que habían descubierto o alguna novedad.

Algunos no sabían mucho, otros no tenían idea, ni tenían nada de información.

No progresaba nada y eso, lo estresaba, hasta que llegó alguien con noticias: Iris.

La mensajera de la reina, había estado registrando, cada parte, por si veía algo sospechoso, hasta que logró notarlo.

-Iris, ¿tienes alguna novedad? Preguntó el rey olímpico-.

La diosa arcoiris, hizo una reverencia y contestó.

-De hecho, ha eso he venido, a contarles de algo raro que encontré...

•••

Hera, se retiró, de donde estaban sus hermanas y fue a buscar a Atenea.

La diosa sabia, no quiso decirle, que es lo que vió en ese escupitajo.

Más le valía que fuera algo bueno.

De repente, se topó con ella, en el salón, donde se encontraban los afectados físicamente.

-¿Qué haces aquí? Deberías estar descansando, con tus hermanas.

-No quise quedarme por tanto tiempo -se masajeó el brazo-. Pero aquí lo importante, es saber lo que encontraste, ¡dímelo ahora!.

La diosa sabia, rodó los ojos.

-Esta bien, encontré este cabello -le muestra el pelo-, en tu escupitajo, solo que no he descifrado de quién podría ser.

-Dame lo, quiero verlo.

-Okay, desde ahora te digo que tiene un rato color, como si fuera transparente.

-Mmmm -la diosa reina, acercó el cabello a su cara-. Esto es extraño.

-¿Qué sucede?

La curiosidad se apoderó de ella.

-Esto no es transparente, parece de un color muy claro y fino.

-¿Tu crees? -se asomó a ver-.

-Si, yo digo que es -un estruendo se escucha-. ¿PERO QUE DEMONIOS HA SIDO ESO?

Una sombra estaba ahí cerca, se estaba escabullendo, por una ventana.

Amabas diosas, actuaron rápido y fueron a atrapar.

Atenea le siguió, Hera, fue a buscar a su marido y a quién pudiese ayudarles.

El pequeño ser, era ágil y flexible, le estaba dando pelea, al escaparse y distrayendo a Atenea.

Después de un rato, la diosa sabia, atrapó a ese pequeño ser, en un callejón (era de noche), quién no paraba de luchar para irse.

Atenea, le apuntó con su lanza, que aunque no le veía bien la cara, no dejó, ni un segundo, de estar en su modo amenazante.

-¡Ya perdiste! Quédate quieto, o sí no, ¡TE METERÉ MI LANZA EN EL CUELLO!

Unos segundos después, llegó Hera y su esposo, con Ares, Hermes, Hestia y Deméter.

-¡Hasta que al fin han llegado!

-Si, sí, muy tarde pero ¿Ya sabes quién es?

Atenea negó, ante la pregunta de su padre.

-NO. Déjenme en paz, porfavor.

La voz neutra del delincuente, fue escuchada, sin embargo, ignorada, cuando la reina se acercó.

Hera se acercó y le quitó, un ¿Especie de casco? Que raro.

Dejando revelada su identidad, quién sorprendió a todos los presentes...

Dejando revelada su identidad, quién sorprendió a todos los presentes

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