Al día siguiente, el Olimpo estaba normal. Como si nada hubiese ocurrido.
Todo parecía haberse calmado de una vez. O por lo menos, un poco más tranquilo.
Algo es algo, ¿No?
La diosa reina estaba postrada en su trono viendo el ambiente, como dioses discutiendo por tonteras y otros, gritando cosas sin sentido.
Debía admitir, que tenía un gran dolor de cabeza, por lo que pasó hace tres días.
Intentó calmarse tomando un té, pero eso simplemente, le hizo empeorar más.
Atenea estaba leyendo un libro, distraída o eso quería dar a entender.
Se sentía muy rara y eso no era normal en ella.
Aún así no haría algo pensando en que, se le pasaría rápido.
Se le antojó ir a visitar a su padre y optó por hacerlo.
Tal vez alguien la necesitaría y no tendría porque estar aburrida.
Era de mediodía y Zeus no hacía nada.
Estaba descansando un rato, mientras tanto, su hijo Hermes le mantenía informado, sobre algunas cuestiones.
Poco después, Atenea llegó.
—Padre, lamento no avisar, sobre mi llegada, es solo que, solo vine por si necesitan algo.
Zeus sonrió y miró a su hija.
—Hija mía, no te disculpes por venir y en cuanto a lo de necesitar algo, puedes ir a ver las condiciones en las que se encuentran, Apolo y Dionisio.
—Esta bien, en seguida iré.
Hera escuchó brevemente la conversación.
Al principio no le dio importancia, pero sabiendo lo abrumada que estaba, decidió ir también.
Se sentía rara por estos pensamientos pero una cosa que Hera tenía claro, es el hecho de que tenía que cerrar ciclo con todo el acontecimiento pasado.
—Esperen. Yo también voy a ir y no quiero un no como respuesta.
A Zeus le dio igual y Atenea, le sorprendió un poco.
Ambas diosas se dirigieron a los aposentos, donde se encontraban resguardados, los dioses víctimas de la diosa joven.
—¿Estás segura, de que quieres entrar y verlos? Se que la ves pasada, lo hiciste pe-
Se vió interrumpida, por la reina.
—Lo haré y no me contradigas —Dijo Hera, viéndola frunciendo el ceño.
Las dos mujeres entraron al cuarto, notando que ambos dioses, estaban dormidos profundamente.
Pobrecitos.
Todo lo que han pasado, estos últimos días y se miraban, tan serenos durmiendo.
Aún se miraban mal, por tantas cosas, que le ocurrió en sus cuerpos, pero como ya había dicho Hecate, sobre que estarían muchísimo mejor al pasar de los días.
—Se ven tan pacíficos, ¿No? —Preguntó Atenea—. No me imaginaba que esto, les pasaría.
—Nadie, esperaba lo que ha ocurrido.
—Lo bueno, es que están mejorando.
Hera estaba calmada, solo se dedicaba a observarlos.
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𝔼𝕟𝕧𝕖𝕟𝕖𝕟𝕒𝕕𝕠𝕤
Fanfiction━¡𝙰𝚙𝚞𝚎𝚜𝚝𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚏𝚞𝚎 𝙷𝚎𝚛𝚊 𝚕𝚊 𝚚𝚞𝚎 𝚑𝚒𝚣𝚘 𝚎𝚜𝚝𝚊 𝚖𝚊𝚕𝚍𝚊𝚍! ━𝐝𝐢𝐣𝐨 𝐀𝐫𝐭𝐞𝐦𝐢𝐬𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐨𝐧𝐨 𝐬𝐞𝐜𝐨 𝐲 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐢𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐥𝐥𝐞𝐧𝐚 𝐝𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨 𝐡𝐚𝐜𝐢𝐚 𝐇𝐞𝐫𝐚. ━𝚈𝚊 𝚕𝚎𝚜 𝚍𝚒𝚓𝚎, 𝚒𝚍𝚒𝚘𝚝𝚊𝚜; ¡...