7 meses. El ciclo escolar estaba a nada de terminarse y Ángel y yo éramos unos simples compañeros, hablábamos lo justo y necesario, yo nunca fui capaz de corresponderle y él pareció aceptarlo.
Así era Ángel, ese era una de sus tantas virtudes, respetaba tu respuesta, era leal pero si pedías distancia se daba su lugar, eso hizo durante días, semanas y en un abrir y cerrar de ojos en meses.
La situación se me salió de control y aquel caparazón que cree como defensa emocional se convirtió en una realidad, en una forma de vivir día a día, en una costumbre, y dolía, dolía pero te acostumbras al dolor, la mente de el ser humano es tan poderosa que por momentos logra hacer parecer que el dolor no está ahí, que es inexistente, invisible, pero en otros tantos momentos el corazón reclama, ahí es donde está el verdadero dolor...
Haziel y yo nos acercamos, pero a diferencia de con Ángel yo estaba conciente de que él me gustaba y en realidad era mutuo, creía sentir algo fuerte, es inegable que la culpa me mataba internamente por poder corresponderle a alguien más que no fuese Ángel. Intento no culparme, sigo jodiendola, pero si pudiese devolver el tiempo quizá haría todo diferente con él
-Hola Abi - Haziel me sacó de aquella burbuja de pensamientos en la que me estaba sumergiendo.
-Ohh, hola - Intenté sonreír.
-¿Pasa algo?
-No, ¿Porqué lo dices?
-Te noto como lejana Abi, es solo eso.
-Tengo sueño, eso es todo.
El me sonrió y sus verdes ojos brillaron, eso me gustaba, me gustaba sentir que la mirada de alguien brillaba con mi presencia.
-¿Y eso que llegaste temprano?
-No lo sé, no quería estar tanto tiempo en casa, me divierto más aquí, en la escuela, con mis amigos, contigo.
Sonreí, y está vez fue sincero aquel acto.
-Haziel...
-Mande.
-¿A ti te pasa algo?
Tardó en responder, su ceño se frunció y abrió sus labios como queriendo decir algo.
-No Abi, nada, y será mejor que vaya a mi asiento ya, la maestra está por llegar.
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Quería hablarle, me mataban las ganas de saber cómo le iba, que hacía en su tiempo libre además de jugar fútbol, en qué equipo estaba ahora, que caricatura veía antes de dormir, incluso que solía comer ahora, quería saber hasta el más mínimo detalle de su vida pero no podía, y lentamente me consumía el hecho de no saber nada más que estaba bien, solo eso, estábamos tan cerca pero tan lejos, y lo peor era que había sido totalmente mi culpa.
Sus ojos y los míos se encontraron, y entonces, entonces... Decidí hablar.
-¿Qué harás hoy Ángel?
-Nada, lo mismo.
-¿Y qué es lo mismo?
-Mmm, ya sabes, jugar, ver televisión y dormir.
-Ohh..
-Abi.
Joder, no sabía que extrañaba tanto que me llamará así hasta que lo hizo de nuevo.
Cómo pronunciaba cada letra de aquel diminuto apodo...
-¿Qué pasa?
-¿Porqué me hablas? Es decir, ¿Porqué ahora?
-N-no, no lo sé, solo, creo, creo que te extraño Ángel.
Por más que intenté evitarlo los ojos se me aguaron.
Oh no, no quería llorar, no ahora.
Él solamente me regaló una triste sonrisa y se levantó de su lugar, no entendí muy bien el porque hasta que me percaté de que la hora del recreo había llegado. Con Ángel era casi imposible percatarme de lo que pasaba a mi alrededor.
Sin más palabras por parte de él, me fui yo también, sintiendo culpa, sintiendo nostalgia, viendo como nuestro presente de pronto se convertía lentamente en un recuerdo que día con día se me salía más y más de las manos y se volvía cada vez más y más borroso.
Culpa, eso sentí el resto del año, fue una emoción muy presente desde que lo conocí a él, desde que lo arruiné, culpa, culpa, culpa, culpa...
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𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐟𝐮𝐢𝐦𝐨𝐬
RomanceÁngel: un chico que vivía la vida aparentemente feliz, sin preocupaciones, ego alto, buen consejero, simpático, un futbolista con una carrera grande para su muy corta edad, con un futuro exitoso y próspero, pero por sobre todo, el amor de la vida de...