Á𝗻𝗴𝗲𝗹Llegué a la escuela como de costumbre, era temprano y estaba entusiasmado por llegar al salón y buscar como un loco con la mirada a ella, a Abi.
Mirarla, algo tan sencillo pero tan lleno de magia a su vez, se había convertido en una de mis actividades favoritas desde que la conocí. Ver cómo le temblaban las manitas antes de entrar a dónde nuestros demás compañeros, ver a sus par de ojitos moviéndose de un lado a otro a una gran velocidad como si de buscar algún tesoro se tratase, ver a esa diadema de gato que cada día era de diferente diseño posarse sobre su cabecita; aquel conjunto de características tan complejo la hacía única, y eso era justamente lo que me hizo quedarme ahí, lo que me convenció de dejarme envolver en esta historia con ella, lo que me hizo comenzar a quererla, a adorarla, a amarla.
𝗔𝗯𝗶𝗹𝗲𝗻𝗲
-¿Han visto a Ángel?-Si, te está esperando como siempre en el salón.-Me respondió sin mucha importancia uno de sus amigos.
Aunque yo ya tenía la certeza de que él ahí estaba, esperándome pacientemente, me gustaba asegurarme de que alguien más me lo confirmase todos los días. Me gustaba saber que eso era real, que no solo yo veía todo lo que Ángel hacía por mi, sino que era algo notorio, algo sincero, algo real para todos y para mí.
Iba corriendo hacía él en cuanto sentí su mirada posarse sobre la mía, tenía tanto entusiasmo por saludarlo como si no lo hiciera todos los días. Dí varios pasos a su dirección hasta que choque con algo más, o mejor dicho, con alguien más, sus ojos verdes me vieron, yo ví a los suyos.
-Oh,mm,hola Haziel.
-Abilene, pase usted.-Dijo abriéndome paso hacia su dirección.
-Gracias, pero no voy para allá.
-¿Y se puede saber a dónde vas entonces?
-Al salón, con Ángel.
-Oh, con Ángel, claro.
-Si me disculpas...
Era raro, pero me sentía incómoda estando con alguien más que no fuese él.
-Mmmm, espera, ¿Puedo preguntar algo un poco raro?
-¿Qué tan raro?
-¿Te gusta?
No me dejó hablar, se adelantó a añadir algo más.
-Es decir... ¿Te gusta Ángel?
Joder, hasta ese entonces nunca me había preguntado si me gustaba o no, era tan pequeña que ni siquiera sabía que estaba sintiendo, ¿sabía que lo quería?, si, ¿me atraía? si, pero ¿me gustaba? no lo sabía, ahora lo sé, ahora sé lo mucho que me gustaba, aunque mi respuesta dijo todo lo contrario, supongo que fue por algo, quiero pensar que todo a su tiempo...
-No, claro que no, jamás lo haría, no, no, no y no.
-Oh...
-Y si me disculpas, me tengo que ir justamente con él, adiós Haziel.- No espere a que él dijera algo más.
Al voltearme y seguir con mi camino, lo busqué, lo busqué con la mirada y en menos de un minuto lo perdí, Ángel ya no estaba ahí esperándome y no entendía el porque. Llegué al salón con la esperanza de que simple y sencillamente se hubiera sentado en su lugar pero no fue así, él no estaba.
Á𝗻𝗴𝗲𝗹
Sus ojos se posaron sobre los míos, me sonrió, le sonreí, hizo un ademán de venir hacia mi, la espere con ansias en mi lugar, me encantaba tener la dicha de verla casi todos los días de la semana, cada momento era emocionante y ameno a su lado. Abi formó una hermosa parte de mi niñez.
Haziel se atravesó en su camino; uno de los niños que llegó conmigo aquel día de verano, era mi amigo cercano, le tenía cariño. Me pareció raro aquello, hablaban de vez en cuando pero no mucho, en realidad éramos solo ella y yo contra el mundo, los demás eran personajes secundarios.
Ví que Haziel no tenía muchos ánimos de irse de ahí pronto, así que de forma comprensiva decidí irme de mi lugar y acercarme a dónde ellos para aprovechar de saludarlos a ambos y a su vez llevarme a Abi al salón para comenzar una nueva aventura, porque así eran los días con ella, aventuras, me gusta recordarlas así.
Estaba a tan solo unos pasos de ellos, Abi no me vió, a diferencia de Haziel, él vaya que me vió y aún así no se detuvo, siguió con la conversación después de mirarme de reojo.
Era tan corta la distancia que aún sin quererlo escuché todo, sabía que podía irme fácilmente, seguir con mi camino y no sobrepensar lo que estaban hablando, pero no lo hice, me quedé a escuchar con atención cada palabra, sobre todo las que salían de los labios de ella, me arrepiento, me arrepiento tanto, fue humillante, no sabía que lo sería tanto, hasta aquel entonces no me había dado cuenta lo mucho que me importaba lo que dijiese Abi.
-Mmmm, espera, ¿Puedo preguntar algo un poco raro?
Haziel volteó a mi dirección disimuladamente, no le importó mucho mi presencia.
-¿Qué tan raro?
-¿Te gusta?
Y entonces supe que hablaba de mí, ví la confusión en los ojos de ella y me aterró lo que fuese a responder, pero me ganó la curiosidad, me ganaron las ganas de que así fuera, de que los sentimientos fueran mutuos...
-Es decir... ¿Te gusta Ángel?
-No, claro que no, jamás lo haría, no, no, no y no.
Mi corazón se partió, fue la primera vez que sentí eso.
-Oh...
Entonces me fui, usé mi habilidad para correr rápido y me largue de ahí lo más pronto que pude, no me importó que ella me viera, de igual manera, no creía que notará nada de mí
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𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐟𝐮𝐢𝐦𝐨𝐬
RomansaÁngel: un chico que vivía la vida aparentemente feliz, sin preocupaciones, ego alto, buen consejero, simpático, un futbolista con una carrera grande para su muy corta edad, con un futuro exitoso y próspero, pero por sobre todo, el amor de la vida de...