Capítulo 05 - La carta.

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Eunha se encontraba recostada, cerca del borde de la cama, mientras Sowon se encontraba sentada en el suelo alfombrado de su cuarto, a un lado de la cama, acariciando el cabello rosa de la contraria.

Eunha había enjuagado su cabello con el champú para niña de Sowon y ahora su cabello estaba muy sedoso, brillante y suave, y olía muy bien también, aparte de que milagrosamente hacía que el color rosa en su cabello no cayera tan rápido. La falta de sulfatos en el champú era el secreto, y la pelirosa estaba anotando mentalmente usar ese truco cuando regresara al futuro.

—Ven aquí, Sowon, acuéstate conmigo... —pidió Eunha estirando sus brazos con los ojos cerrados. Las caricias en su cabello la estaban poniendo somnolienta.

La niña hizo caso y se subió a la cama junto a ella. Eunha la abrazó cual oso de peluche y Sowon rio de forma juguetona. Eunha se había dormido.

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—Aquí estás enana, ¿trajiste lo que acordamos ayer? —preguntó Eunha de mal humor cuando Sowon llegó a la plaza

—Sí —respondió la niña, meciéndose en su lugar— ¿Por qué te fuiste tan temprano de casa? Te hubiera alcanzado a dar algo de desayunar.

Sowon le entregó un paquete de galletas y Eunha se las quitó de las manos. El hambre la pone de muy mal humor.

—Sólo no quería arriesgarme a que tu mamá me descubriera, es todo.

Sowon amortiguó una risa. En la mañana despertó sobresaltada cuando alguien la empujó fuera de su cama, haciéndola caer al suelo. La alfombra amortiguó el golpe, y cuando se reincorporó a ver qué pasó, se encontró a Eunha huyendo por la ventana de su habitación. Ante eso Sowon rio y fingió que no vio nada, la chica de cabello rosa seguro era una tsundere.

Por otro lado, Eunha se asustó muchísimo cuando despertó abrazando a la niña en la mañana. Ella siempre dormía dentro del armario de su habitación. Pero anoche estaba tan agotada por todo lo que pasó con Yerin que simplemente se quedó dormida en la comodidad de su cama, arriesgándose a que su madre entrara y la descubriera.

Fue un descuido muy grande de su parte, pero no pudo evitarlo, hace mucho que no dormía en una cama tan cómoda.

Y luego estaba lo que más le aterraba, nunca antes se había dormido abrazada a alguien, y nunca se imaginó haciéndolo justamente con la rarita de Kim Sowon —el sólo pensamiento le causaba rechazo—, pero... cuando despertó y se encontró apretujada junto a Sowon, el sentimiento de confort dentro de su corazón la había hecho sentir tan bien, hasta el punto de que quiso llorar, se sentía tan reconfortante. Eunha prefirió escapar de eso, no quería pasarse películas en su cabeza pensando en cómo sería estar así con la Sowon de su tiempo.

No. Sólo estaba muy angustiada y se sentía tan desprotegida y sola en ese tiempo, que se había vuelto débil a cualquier muestra de cariño hacia ella. Eso era todo.

—Bien, escucha, Sowon. Una de las cosas que más les gusta a las chicas es que les hagan obsequios, así que dale un obsequio y listo, tendrás a la mocosa babeando por ti en un santiamén —Eunha culminó chasqueando los dedos.

—Pero, ¿qué le puedo regalar?

—No sé, lo que sea que te guste está bien —contestó de forma desinteresada al tiempo que arrojaba el envoltorio de galletas a un contenedor de basura.

—¿Algo que me guste? Mmm... creo que ya sé que voy a regalarle. A Yerin le gustan las mariposas, y a mí también, y hay un contenedor en el patio que tiene muchísimas de esas.

El tiempo en que te conocí (Wonha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora