FINAL - Todo está bien.

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Sowon se sintió muy avergonzada cuando los padres de la pelirosa llegaron a la casa y ésta última se les fue prácticamente encima explicándoles su situación y pidiendo —o más bien, exigiendo— que le permitan a la mayor quedarse a vivir en su casa.

Los padres de la menor no mostraron negación a ayudarla, conmovidos con su historia y dispuestos a recibirla en su hogar en cuanto ella estuviera lista.

Sowon, por su parte, fue muy modesta al respecto, diciendo que no se sentía cómoda si se quedaba gratis allí, por lo que se mostró dispuesta a trabajar y pagarles, pero los padres de la menor eran tercos y le insistieron en que no se acomplejara tanto. Finalmente, acordaron en que ayudaría lo más que pudiera en los deberes de la casa y trabajaría de forma esporádica para sustentar sus ahorros o para sus gustos y caprichos... o los de algún enamorado.

Y así se vio solucionado aquel asunto, el cual debía esperar hasta que la muchacha fuera liberada de su estancia en el orfanato y pudiera irse a vivir con ellos sin inconvenientes.

—¿Ves? Te dije que no era un gran problema —dijo la pequeña mientras caminaban por las calles cuando caía el atardecer.

Eunha la acompañó hasta el orfanato luego de la plática con sus padres. Más que nada buscando un momento a solas con la mayor.

—Sí, de verdad te lo agradezco.

Eunha le detuvo de la mano, a lo que Sowon giro a su encuentro.

—Sólo abre tu corazón a todos, Sowon. Hay muchos que estamos a la espera de tener a alguien maravillosa como tú en nuestras vidas.

Sowon asintió con una sonrisa y su mirada se posó sobre la pelirosa, admirándola una vez más, pero al recordar que la menor podría sentirse incomoda, se obligó a apartar sus ojos y quiso seguir su camino, pero la mano de la pequeña se lo impidió. Ante aquello se giró una vez más revelándose confundida.

—Bueno... y sobre nosotras... —Eunha se puso colorada. Esta era la parte más incómoda de todas y a la que más había estado ansiando llegar.

—Nosotras... —Sowon instó.

Eunha soltó un suspiro y se llenó de determinación. Sin soltar la mano de la mayor, y con el corazón latiendo a mil por hora, la miró a los ojos, dispuesta a entregarle su corazón.

—Escúchame... Sé que esto te va sonar muy raro y todo, pero si no te lo digo ahora, siento que pronto voy a perder el valor... —trató de comenzar con seguridad, pero falló en el intento. A lo que Sowon se impacientó.

—Sólo dilo.

Eunha suspiró de nuevo.

—El viaje en el tiempo, no fue sólo para ayudarte a ti... También fue para ayudarme a mí.

—¿Cómo?

—Sabes que por culpa de todos esos prejuicios que adopté de los demás, nunca te di una oportunidad cuando me confesaste que te gustaba —dijo con inseguridad. Sowon la escuchó con atención— y tal vez nunca iba a dártela, porque nunca iba a darme una oportunidad a mí misma para conocerte tampoco... conocer a la chica serena, amable y cariñosa que ahora sé que eres... y de la cual estoy muy enamorada.

Sowon abrió los ojos ampliamente.

—Eunha... tú...

—Lo que quiero decir es que... —la interrumpió. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas por la emoción— Ese viaje en el tiempo ocurrió para ayudarme a mí más que nada. Yo nunca me enamoré, ¿sabes? Nunca supe lo que era el amor antes de conocerte... Y creo que esa fue la razón de mi viaje. Ayudarme a no perder al amor de mi vida... porque te lo dije en el pasado, y te lo vuelvo a repetir... Me gustas, Sowon... Me gustas muchísimo y nunca en mi vida me gustó alguien como me gustas tú. Incluso podría decir que te amo. Porque me gusta que te acerques de forma sigilosa hacia mí y me compartas de tu inusual ternura, adoro que le des cariños a mi cabello hasta quedarme dormida, y me encanta la manera tan optimista que tienes de ver las cosas en los peores momentos, como tus admirables personajes de anime... Y por eso... yo sólo... puedo decir que me gustas tú, que estoy muy enamorada de ti y , ¿lo sabías?

La chica pelirosa cubrió su cara cuando las lágrimas se soltaron de sus ojos sin su permiso. Y Sowon se precipitó a tomar su rostro cubierto por la pena entre sus manos.

—Eunha, mírame —pidió descubriendo su rostro lleno de lágrimas.

—Sowon... Sé que sólo soy la chica de cabello rosa para ti... Sé que sólo me ves como una vieja amiga... Pero quiero que sepas que yo...

De pronto Sowon la besó cortando con su razonamiento.

La pelirosa abrió los ojos por el asombro y el desconcierto, la mayor acarició sus labios con cariño y la contraria sólo cerró los ojos y se entregó a ese beso sin poder evitarlo. Su cuerpo permaneció tembloroso por el llanto incontenible pero el beso siguió haciendo latir su corazón con vigor y alegría. La mayor se apartó y le regaló una sonrisa, frotando ambos pulgares sobre las mejillas contrarias para secar sus lágrimas.

Tú también me gustas, Eunha. Me gustas muchísimo desde hace ya bastante tiempo y también... te estoy amando a barbaridades.

La pelirosa se mostró desconcertada por lo último.

—Pero... ¿Cómo? ¿Cuándo?

Sowon negó con una sonrisa.

—No es como piensas. Mucho antes de que te tiñeras el cabello de rosa, yo ya te veía con ojos de amor.

Los ojos de la menor se llenaron de lágrimas nuevamente.

—Sin embargo, nunca aspiré a confesártelo, porque sabía que no tenía oportunidad, tú y yo éramos todo lo contrario y mi inseguridad no me dejaba sentirme merecedora de ti... Pero cuando apareciste con el cabello rosa fue como un regalo para mí, y sólo pensaba que sería milagroso que fueras tú la chica de cabello rosa a la que tanto quise de niña. Siempre me gustaste, Eunha, y ahora también sé que te amo tanto como tú a mí.

Eunha no pudo más y esta vez fue ella quien tomó del rostro a la mayor e inició el beso. Un beso emotivo, de amor correspondido que tomó confusos y absurdos caminos para hacer que las amantes predestinadas se encontraran y pudieran estar juntas formando un solo corazón.

—¿Acaso este fue el destino? ... ¿El Hilo del Destino? ... ¿Somos Almas Gemelas? —cuestionó Eunha entre besos. Su corazón rebosando de felicidad al tener el de la persona amada.

—Somos como InuYasha y Aome —mencionó Sowon entre risas. A lo que Eunha rio con ella.

Sí, este tenía que ser el destino.

Porque de otra forma, Eunha no entiende cómo el universo pudo confabular de esta alocada manera sólo para que sus caminos converjan y así pudieran unir sus corazones.




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El tiempo en que te conocí (Wonha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora