COPPOLA ELEVÓ LA VISTA DESPUÉS DE CASI tres horas de arduo trabajo.
La lámpara de escritorio iluminaba su lugar a la perfección, aunque dejaba en penumbras el resto de la oficina. El experimentado detective apenas si se había percatado de ello.
Una vez que terminó de llenar su libreta de indicios personal, volvió a tomar entre sus manos las notas que el asesino de monstruos había dejado en cada cadáver. A pesar de que ya habían sido analizadas a consciencia, se encontraban en pequeñas bolsas de plástico a través de las cuales era posible leer con claridad cada palabra.
Buscó la última de ellas y volvió a leer:
"Todos aquellos que continúen impidiendo la exposición de estos mensajes serán considerados aliados de la maldad y como tal serán igualmente sometidos al juicio de la luz".
Coppola ya estaba harto de esas palabrerías casi religiosas. Los disparates de cada una de las notas no solo le parecían desagradables, sino que comprendía la peligrosidad que guardaba cada palabra. La primera nota había sido más que suficiente para caldear los ánimos de la ciudadanía, que veía en el asesino de monstruos a un héroe anónimo. No quería ni siquiera imaginar lo que sucedería de hacer públicas las demás.
La nota encontrada en el cadáver de Richard McCain era una amenaza directa en contra de él y de todo su equipo. No podía correr riesgos. No podía permitir que un ser como ese, por más justicia que pretendiera esparcir, se saliera con la suya. Muy a pesar de la opinión pública e incluso más allá de su propia opinión, se encontraban sus principios y su ética. Los mismos que le recordaban una y otra vez que para eso existe un sistema legal encargado de juzgar a aquellos que se atrevieran a infringir la norma. Él colocaría al asesino de monstruos tras las rejas y continuaría con su deber como detective.
Por la mañana siguiente se adentró en la amplia oficina dentro de la fiscalía especializada en homicidios. Su equipo ya lo estaba esperando.
Al sentarse, expulsó el aire que parecía tener contenido desde esa madrugada, cuando el despertador sonó y él se levantó al segundo para comenzar con la jornada.
—Los he convocado a esta hora ya que tengo que hacerles un anuncio muy importante. Mi asistente ha preparado ya los papeles, pero he querido ser yo mismo quien les de la noticia.
Jackie, Alan y Rowen lo observaban con ojos serios, fijos en aquel hombre de mirada gélida.
—Tendremos que hacer esfuerzos mayúsculos de aquí en adelante, pues por desgracia deberemos prescindir de un componente de nuestro equipo. —Los tres presentes se arrojaron miradas confundidas, preguntándose quién sería el expulsado—. Rowen, necesito que entregues toda la documentación que tienes en tu poder, has sido transferida a otra división, así que no tienes permitido contar con información relacionada a este caso.
—¿Qué? Pero ¿por qué? ¿Qué hice mal?
La pelinegra no sabía si mantenerse en su asiento o ponerse de pie, si discutir o aceptar la decisión. No imaginaba que eso pudiera ocurrir. Sabía que Coppola la tenía entre ceja y ceja, pero no creyó que sería expulsada del equipo.
—Mi asistente te dará todos los pormenores de mi decisión. Quiero que sepas que los jefes no estaban de acuerdo con esto, pues demostraste ser un elemento excelente, pero mi decisión es sólida, no puedo permitir que continúes aquí.
Rowen miró a sus compañeros, quienes le devolvieron la misma expresión de angustia que ella mostraba. La noticia también los tomaba por sorpresa a ellos. ¿Qué harían ahora sin Rowen? El caso ya era lo suficientemente difícil como para restar ojos al equipo.
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El diario perdido de Astaroth [Segunda parte de Holly]
Mystère / ThrillerA un año de lo acontecido en Oyster Bay, un terrible asesino serial con una mente enferma comienza a eliminar a todos los pedófilos de Nueva York. ¿Podrán atraparlo antes del Juicio Final? ...