XXXIV - Provocaciones

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Barker salió del baño seguido de una nube de vapor al tiempo que frotaba su cabello oscuro con la toalla color bermejo.

Sus botas resonaban por toda la habitación, lo que aunado a su constante traqueteo de un lado a otro de la habitación doble, provocaba un caos sonoro del cual Hagler no parecía siquiera percatarse. Encerrado en su cuarto con el televisor a un volumen bajo.

Michael echó una mirada en su dirección, intentando enterarse si es que Brent estaba despierto o seguiría dormido, cosa que pudo constatar al escuchar el esporádico sonido de las fichas de madera de aquel viejo ajedrez.


Asintiendo con serenidad, se dirigió al pequeño comedor donde un papel atrajo su atención.

Arrojó la toalla a una de las sillas y lo cogió entre sus manos, desdoblándolo con rapidez.

Se trataba del mapa que Caytlin había llevado apenas la noche anterior a aquella solitaria colina. Con todo el caos que se suscitó en medio del ritual, Barker la había perdido de vista por completo. No estaba seguro de si es que Samuel o ese idiota de Desmond la habían levantado antes de marcharse, pero ahí estaba y no se trataba del mismo mapa ordinario que la joven había llevado consigo. No.


Barker lo extendió a lo largo de la mesa, atónito ante lo que estaba observando. Cada país, isla, ciudad y pueblo, por más pequeño que fuera, poseía uno o varios puntos de luz. En algunos lugares había tantos, que casi era imposible determinar la cantidad exacta de indicadores.

Él mismo había observado con sus propios ojos el mapa antes de que Caytlin lo ofreciera durante el ritual, y antes de que aquel rayo estrepitoso la golpeara de lleno. Podría apostar su placa como inspector a que ese mapa no tenía aquellos indicadores blancos que parecían colorearlo con un tono casi fosforescente.


Al percatarse de la cantidad ingente de indicadores, el detective no pudo dejar de cuestionarse para qué demonios era ese ritual exactamente.



Jason se lanzó de súbito sobre un par de líneas blancuzcas, inhalando con una fuerza tal que sintió un aguijón en sus fosas nasales

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Jason se lanzó de súbito sobre un par de líneas blancuzcas, inhalando con una fuerza tal que sintió un aguijón en sus fosas nasales. Carraspeó un poco para quitarse aquel regusto amargo y picoso en la garganta y se echó un buen trago de agua mineral antes de volver la vista una vez más al monitor.

Ante sus ojos podía observar las imágenes que el asesino de monstruos acababa de hacerle llegar esa misma tarde, con toda la información que deseaba que fuese de dominio público.


Acababa de redactar un artículo más que esclarecedor acerca de Bárbara Abney, con sus respectivas pruebas visuales a modo de fotografías, capturas de pantalla de conversaciones, cámaras de vigilancia y hasta el recorrido de su dispositivo móvil en un plazo de casi doce meses.

El diario perdido de Astaroth [Segunda parte de Holly]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora