Séptimo día; salida con amigos /2/.

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Pov.narrador/ra

Risas, gritos de emoción y el envolvente sonido de diversos mecanismos se podían apreciar en aquel colorido y para nada peligroso parque de atracciones a donde nuestro cuarteto de amigos habían ido.

Matt y Edd veian todo emocionados, querían subirse a todo. Él amante de la cola les miro a los tres y sonriendo pregunto.

—muy bien, ¿a qué se quieren subir primero?.

—uh, uh.— Matt daba pequeños saltos mientras alzaba la mano en señal de querer hablar —¡vamos a la montaña rusa!.

Los amigos miraron la imponente atracción la cual no se veía muy estable que digamos.

—emm ¿y si mejor vamos al carrusel?.— propuso el sin ojos sin fiarse mucho de la elección del narcisista.

—vamos Tom, no creo que sea tan peligroso, además se ve divertido.— gritos se escucharon a sus espaldas, un vagón de la atracción se había soltado del carril —... sip, vamos con los caballitos.

—pero yo quería la montaña rus-...

—a los caballitos Matt.

—bueno, ya que.

Y así, nuestros amigos decidieron ir primero al carrusel, Tord miraba a su alrededor desinteresado, estaba aburrido, ciertamente hubiera preferido quedarse en casa leyendo alguno de sus mangas o sufrir en silencio sus diversas crisis existencial, cualquiera estaba bien.

Al llegar a la dichosa atracción, el noruego se subió en un caballo de color negro con manchitas blancas, sonrió divertido al notar que más que caballo aquellos colores le hacían recordar a una vaca, a su lado, Tom se subió a uno completamente blanco, el sin ojos le regaló una pequeña sonrisa la cual causó que sus mejillas se coloraran de un suave rojo, volteo la mirada un tanto apenado.

Miro al frente notando que unos cuatro caballos más adelante se encontraban Matt y Edd mirandoles con diversión y burla, disfrutando de molestarles, estaba seguro se que Edd sabía sobre lo que estaba sucediendo entre él y Tom, sabía que el testigo le había contado pues Matt le había prometido no hacerlo y Matt siempre cumple sus promesas... bueno, casi siempre.

Pero Tom no, Edd es su mejor amigo después de todo, cualquier cosa que tuviera o le estuviera pasando a Tom el artista lo sabría. Tord tenía oportunidad de acabar con todo esto, podía terminar con el cortejo y tener al británico como esclavo por tres semanas, pues había roto una de las condiciones del trato. Si  embargo no quiso decir algo, no quiso reclamarle a Tom,él quería que siguiera con todo esto, él... estaba perdiendo.

El carrusel empezó a moverse, los caballos subían y bajaban al son de esa típica musiquita que tienen, a los pocos segundos se encontraban dando vueltas el la atracción.

Miro a su lado notando que su acompañante tenía una sonrisa de emoción pura en su rostro, la felicidad que desprendía el sin ojos parecía ser contagiosa pues no pasó mucho para que el también sonriera.

—¿te diviertes?.

Tom le miro sorprendido y algo avergonzado, más su sonrisa no se deshizo en ningún momento, asintió con la cabeza ante la pregunto del de cuernos.

—si, y mucho, es la primera vez que me subo a esta cosa.— contó mirando a los ojos de Tord quin se vio sorprendido ante tal respuesta —y me gusta aún más porque, tu estás conmigo.

Agarrenlo por que se cae, nuestro querido comunista por poco y termina en el suelo al quedar atrapado ante la mirada oscura y las palabras del británico, todo esto justo cuando su caballo iba de subida. El noruego se abrazó con fuerza a la bara que sobre salía de la espalda del animal mecánico, su cara estaba compitiendo con el rojo de su sudadera y su corazón no dejaba de moverse con gran velocidad; no sabia si por el susto de casi caer o por las palabras y la pequeña risas de su contrario.

''•''•''•''•

Carruseles, carros chocones, las tasas giratorias y un baño para que Matt pudiera deshacerse de lo que había desayunado aquel día, ese había sido a donde habían ido luego de bajarse de los caballitos.

Nuestro cuarteto favorito de amigos se estaba divirtiendo, recordando de vez en cuando lo que habían hecho y molestandose entre sí por estupideces como ahora que se reían de Matt por haberse mareado en las tasas giratorias.

—oigan, ya volvemos; Matt aún se siente mal.— Edd les hablo algo apenado —tengan, les dejaré algo de dinero para que compren algo, no se vayan muy lejos ¿ok?.

Ambos jóvenes sólo asintieron con la cabeza para luego ver como ambos chicos se iban casi corriendo al baño. Tom miro el dinero que le dieron y luego miro a Tord con una gran sonrisa en su rostro.

—Tengo cuarenta dólares, ¿qué quieres hacer?.

—¡Malteadas de choconues!.— grito animado Tord.

El sin ojos río enternecido, se la estaba pasando bien con Tord, ojalá hubiera sabido antes que podrían pasar buenos ratos juntos sin estar peleando o discutiendo a cada rato.

—oye, ¿qué te parece si primero nos subimos a algo?.— propuso mirando a su alrededor, tenía algo planeado.

—bien, pero luego vamos por mi malteada.— demando con falsa molestia mientras se cruzaba de brazos —¿a que quieres subirte?.

—vamos a la rueda de la fortuna.

''•''•''•''

La cola fue algo larga, pero finalmente ambos chicos lograron subirse a una de las sillas de aquella enorme rueda metálica, Tord miraba confundido a las personas que también habían subido a esta, la mayoría eran parejas lo cual se le hizo algo incomodo.

El no quería subir a aquel aparato, no se le hacía en lo más mínimo divertido o emocionante, al principio quiso negarse más al ver la emoción del británico no pudo hacerlo, supuso que era otra atracción en donde no había subido nunca por lo que aceptó.

La rueda comenzó a andar con lentitud, en poco tiempo subieron a lo más alto dejando ver la vista la cual, no iba a negar; era hermosa.

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, la rueda daba y daba vueltas, dejándole esperando con ansias que subiera y les enseñara de nuevo el paisaje, miro de reojo a Tom, quería ver la expresión de este contemplando al igual que él el paisaje, más este parecía más entretenido mirándole con una cara boba que apreciando lo que tenían delante.

Se sonrojo por quinta o cesta vez en aquel día, la rueda se detuvo de pronto dejandoles en la sima, más no le prestaron atención, ambos chicos estaban más concentrados en verse que en prestar atención a su alrededor.

—Tom...

—Te vez tan precioso en este momento.

Y es que, ante los "ojos" del testigo, ver al de cuernos bajo la luz del atardecer, con su carita sonrojada y sus cabellos moviéndose por la suave brisa del viento, era algo mágico para él.

Su cuerpo se movió por si solo y poco a poco se acerco al contrario quien se mantuvo quieto en su lugar, la respiraciones de los dos chocaban y no faltó mucho para que el espacio entre sus labios desapareciera.

Continuará...

¡Diez días para enamorarte! (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora