#4: cuarto dia, letras del corazón.

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Pov.narrador/ra

Tord se encontraba sentado en el sofá de la sala mirando la televisión, el chico de cuernos ya no sentía malestar alguno como el del día pasado, los cuidados algo estupidos del británico había servido.

El te que le había dado logro calmar su dolor de estómago y la sopita que le preparo hizo que recuperara todas las energías que el chico había perdido debido a su malestar.

Y solo por eso, le había devuelto dos puntos de los cinco que le había quitado antes.

—esto aburre.

Se quejó el chico apagando el televisor, Edd y Matt habían ido por algunas cosas para la cena, y Tom posiblemente estaba en algún bar, el pobre estaba solo y aburrido en aquella casa pues estaba seguro que hasta Ringo había salido a la calle a buscar algún animalito para comer o dejar en la cama del artista.

Se levanto de donde estaba y se fue con rumbo a su habitación, subió las escaleras y antes de llegar directo a su cuarto el de sudadera roja paró su andar, algo había llamado su atención, justo en la habitación del testigo de jehová.

La apuerta del cuarto del sin ojos estaba medio abierta, algo raro pues Tom siempre cerraba esta con seguro y dejaba un simpático cartel que ponía; "No se permiten comuniestas". Sonrió divertido al recordar aquello, ahora que lo pensaba, hace unos días que Tom había retirado ese cartel, tal vez... quizás ya le permitía entrar a aquella habitación.

Con una sonrisa maliciosa se acercó a la puerta medio abierta y con gracias toco esta pidiendo permiso para entrar como si alguien estuviera en ella, tal y como era lógico nadie le contestó, por lo que se encogió de hombros restando importancia y entró a la habitación, esta era algo grande, sus paredes estaban pintadas de un azul claro y todo se veía bastante ordenado lo cual en cierta parte le sorprendió pues el pensaba que la habitación del sin ojos sería mucho más desordenada que la suya propia.

Tord como el chismoso que era, se dispuso a ver y buscar en cada rincón del cuarto con la intención de encontrar algo que llamara su atención, en el armario habían sudaderas azules, camisetas negras y algunos cuantos pantalones negros.

—aburrido~.

Reviso bajo la cama encontrando varios zapatos ordenados por color, a un lado de estos encontró al pequeño osito de Tom, decidió ignorarlo, no había nada de su interés ahí.

Estaba aburrido y decepcionado, en verdad creía que Tom tenía algo interesante en aquel lugar, pero no era así, ahora se preguntaba ¿por qué este le prohibía entrar a aquel lugar si no tenía nada con lo que el se pudiera burlar?.

—debe haber algo por aquí, lo sé.— solto con determinación, no iba a rendirse tan rápido, tenía que haber algo bueno al que sacarle provecho para así molestar al británico.

Reviso por todos lados, pero nada de nada, Tom estaba limpio... bueno, además de las botellas de Smirnoff que escondía en la cabecera de la cama, no había nada malo, turbio o random en aquella habitación.

Ya cansado, el de cuernos estaba dispuesto a salir de la habitación, no quería que Tom le encontrara en ella y pensara que era algún acosador o algo, pues eso sin duda le daría esperanzas al chico y aunque le gustaría ilusionarlo y jugar un poco más con él, creía que eso ya era algo sumamente bajo por lo que no lo haría... tal vez no por ahora.

Estaba por finalmente salir, pero recordó que aún había un lugar que no había revisado antes, la gaveta de la mesita de noche, no lo vio interesante antes por lo que le ignoró mientras revisaba lo demás pero ahora, le sonaba sumamente tentador, tal vez escondía condones.

Sonrió burlonamente, se acerco a esta y abrió la gaveta así mirando lo que había en su interior llevándose una interesante y a la vez decepcionante sorpresa.

—¿que es esto? ¿Cartas de amor?.

Pregunto con algo de burla, en aquel cajón habían varias hojas de papel dobladas, unas estaban decoradas y otras se encontraban arrugadas, también pudo ver una libreta de tapa azul en el fondo de la gaveta, ¿un diario tal vez?.

Su curiosidad le decía que lo tomara, tal vez leyera un poco, tal vez incluso podría saber lo que pensaba el contrario de él, tentado, estiró su mano dispuesto a agarrarlo, más se detuvo, soltó un pesado suspiro y alejó su mano, no, no debía, por mucho de que su curiosidad gritara que lo tomara y lo leyera, no lo haría, esta vez, respetaría la privacidad del británico... sin embargo no se quedaría con las ganas de leer siquiera una de las hojas que el sin ojos tenía separadas, tomo una de las que estaban arrugadas y la arregló un poco para así poder leerla con más facilidad.

Sus mejillas se pintaron de rojas al comenzar a leer lo que tenía escrito en aquella hoja, parecía el principio de una canción la cual no tenía final alguno pues no estaba completa, le faltaban partes y parecía que parte de la letra estaba tachada como si no le hubiera gustado al británico, pero lo que más llamaba la atención en aquella canción, era que su nombre se repetía varias veces.

Tomo otra hoja, y otra más, y otra más y solo por si acaso una más... todas tenían la misma letra pero con diferentes cambios, su nombre seguía repitiéndose una y otra vez en ellas.

Era una canción, una de amor, una llena de sentimientos aparentemente encontrados y violentos, sentimientos vacilantes que parecían dudar de sí en verdad debían ser descritos, era tierno y a la vez extraño.

Tord no lo entendía, no lo hizo a la primera y estaba seguro no lo haría después, sin embargo, no le importaba, su corazón había empezado a latir rápido, quizás por las hermosas letras, quizás por la vergüenza.

—kts, maldito Testigo de jehová.

Se quejó con cierta molestia, dejó los papeles donde estaban para posteriormente irse de aquel lugar y encerrarse en su habitación donde estaba sufriendo una pequeña crisis existencial.




Continuará...

¡Diez días para enamorarte! (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora