#8: octavo día; pequeño tiempo juntos.

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Pov.narrador/ra

Un nuevo día comenzaba y dos de los cuatro amigos despertaban del mundo de los sueños, uno de ellos con gran ánimo y vitalidad se levanto de su cama, acomodo esta y luego salido de su habitación rumbo a la cocina donde les esperaban sus amigos junto a su desayuno.

—ey Tom, buenos días.

Saludo su amigo artista con una sonrisa, Matt también le saludo pero este solo hizo un leve movimiento de mano, el sin ojos le regreso el saludo para posteriormente sentarse en su lugar y esperar a que el amante de la cola le sirviera su desayuno.

—alguien parece estar muy feliz hoy.

Sonrió picaro el narcisista mirando al sin ojos el cual no dijo nada y empezó a comer lo que Edd le había servido.

—Matt tiene razón, te notas más animado de lo normal.— esta vez fue Edd quien soltó su observación —dinos, ¿pasó algo ayer cuando les dejamos solos o es otra cosa?.

—de hecho mi querido y distinguido Edward, estas en lo correcto.— contesto con sorna y algo de orgullo —ayer fue un día simplemente fantástico, besé a Tord.

Ambos amigos miraron con sorpresa al de cuencas oscuras por lo dicho, Matt sonrió en grande al escucharle, ¡Su shipp cada vez se hacia más canon! Ah, ya se veía planificando y eligiendo los adornos para la boda de ambos chicos, ¡y sin contar el vestido que obligaría a usar a uno de ellos!.

Simplemente genial.

En cambio Edd parecía no salir de su sorpresa, no creyó que Tom se animara a besar al noruego tan pronto, es decir, solo habían pasado unos pocos días desde que se enteraron del recién interés de Tom por Tord, primero debían agarrarse de las manos y así... ¿o no?.

Vaya que seguía siendo tan inocente nuestro artista favorito.

—y eso no es lo mejor.— chillo alegre recordando lo ocurrido en el día pasado —¡él me correspondió! ¡Fue tan ah...!.

Dejo escapar un suspiro enamorado, sus mejillas estaban levemente coloradas por la emoción que sentía el castaño claro.


''•''•''•''

Y mientras uno moría de emoción en la cocina junto a sus amigos, el otro involucrado en el beso no quería levantarse de su cómoda y querida cama, este miraba al techo como si fuera lo más entretenido del mundo.

En su rostro podían notarse unas grandes y oscuras ojeras, señal de que no había podido dormir bien en toda la santa noche, culpa seguramente de su mal ámbito de sobre pensar las cosas, había estado toda la noche recordando aquel dulce beso que su eterno ami-enemigo le había dado en la rueda de la fortuna, beso el cual por alguna razón termino correspondiendo.

Se sonrojo al recordar lo bien que se había sentido juntar sus labios con los suaves del testigo de jehová, la sensación de miles de mariposas volando en su estómago y el sentimiento de paz y alegría que había sentido... le enfermaba, él no era así, ni se supone que sintiera aquellas cosas por Tom, ¡por un hombre!.

Se supone que era hetero, se supone que le gustaban las mujeres, se supone que él era un hombre hecho y derecho.

Pero no.

Al parecer ya no era nada de eso, había caído ante los encantos del estupido sin ojos, se había enamorado de Tom, no quería admitirlo, pero era cierto.

Oh po... ¡¿que pensarían sus padres si se enteraban?!.

Seguro le buscarían y le alejarian de sus amigos, le llevarían a alguna base de su padre y le dejarían para que algún soldado le "volviera a convertir en un verdadero hombre", además de que acabarían con el británico por haberlo influenciado en el mal camino.

Trago saliva al pensar en eso, no quería que nada malo me pasara a Tom, y menos por su culpa.

—tengo que dejar de pensar en eso.

Ya era la novena vez que se repetía lo mismo, pero simplemente no podía, su mente no parecía querer parar de atormentarle con lo mismo una y otra vez.

Por suerte estaba solo en su habitación, solo él, sus pensamientos y sus preciadas revistas pornográficas para entretenerse en rato.

—oye dormilón, te traje el desayuno.

Y hay se fue su momento de tranquilidad...


''•''•''•''


Tom le había llevado su desayuno al noruego ya que este no parecía querer salir de su habitación, lo cual entendía pues de seguro debía estar avergonzado por lo ocurrido el día anterior.

Ambos estaban sentados en la cama del de cuernos, este comía su desayuno mientras que el sin ojos revisaba las notificaciones que llegaban a su teléfono, ambos en un cómodo silencio, simplemente disfrutaban de la compañía del contrario.

Tom miraba de reojo al de sudadera roja, sonriendo leve por las caras que este hacía al disgustar su desayuno, o bueno, al probar los trozos de tocino que este contenía.

—¿esta bueno?.— pregunto con una sonrisa de medio lado.

Tord solo asintió con la cabeza para posteriormente tragar lo que tenía en la boca.

—bastante, ¿lo has hecho tú?.

—na, Edd me ah ganado esta vez.— se encogió de hombros restandole algo de importancia lo cual causó una pequeña risa en el contrario —¿me das a probar algo? Edd solo hizo tocino para ustedes dos.

—mmm déjame pensarlo... no.

El soviético sonrió con algo de burla para luego llevar otro pedazo de tocino a su boca, disfrutando de este.

—oh vamos, solo un poco.

—ni lo creas, es solo mío.

—bien, no me dejas más opción.

Tom sonrió con algo de malicia acercándose a Tord el cual frunció el ceño creyendo que el castaño le robaría su tocino, sin embargo lo que hizo fue algo completamente diferente.

Tal y como había ocurrido en el parque de atracciones, Tom terminó besandolo con delicadeza, sus labios se movían con lentitud y algo de gracia, Tord lentamente fue cerrando los ojos y se dejó llevar por aquel beso correspondiendo torpemente a este. Todas las dudas que nuestro noruego albergaba en su cabeza se fueron disipando una por una hasta que finalmente parecieron desaparecer, o al menos en aquel momento.

Después de unos cuantos minutos, el británico rompió aquel beso y con algo de burla se relabio los labios para luego sonreír con sorna, todo bajo la mirada sonrojada del noruego.

—mmm tocino picante.

—¡E-eres un estupido!.



Continuará...

¡Diez días para enamorarte! (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora