#6: sexto dia; siesta.

580 64 80
                                    

Pov.narrador/ra

Solo faltaban cuatro días para que se le acabara la oportunidad de poder conquistar al noruego y nuestro querido Tom se encontraba algo desesperado.

El pobre no había avanzado mucho con su misión, sentía que en lugar de conquistarle le estaba perdiendo cada vez más lo cual no hacía más que desanimarlo, ayer y el día anterior a ese no le había podido siquiera ver pues el chico no había salido se su habitación ni para comer lo cual estaba preocupando bastante al sin ojos.

Edd había ido varias veces a ver si el de cuernos estaba bien, si seguía vivo o algo pero este simplemente le negaba el paso a la habitación, no abría la puerta ni tampoco se asomaba, solo gritaba con molestia desde afuera de esta. Claro que era otra reacción la que tenía con él y con Matt, a él le ignoraba, no le regresaba la palabra ni nada, mientras que al pelinaranja había sido el único al que le había abierto la puerta, intentaron hablar entonces con el narcisista, preguntarle que tenía Tord o de que hablaban mientras estaban juntos más este nunca respondía, se hacía el tonto... bueno, más de lo normal, e intentaba cambiar la conversación, todo aquello con una sonrisa burlona en su rostro, era claro que sabía algo más no les contaría nada.

No fue ya hasta que la paciencia del testigo de jehová se terminó agotando que decidió darle un fin a aquello, con decisión fue a la habitación del chico y cuando estaba a punto de tocar la puerta; esta se abrió dejando ver al chico más bajo con una mirada agotada y unas pequeñas pero visibles ojeras, tal vez causadas por desvelarse leyendo sus cochinadas como solía hacerlo.

Tord miro sorprendido a Tom para luego voltear la vista con un poco de vergüenza, sus mejillas antes blancas y algo pálidas se apuntaron de rojo dándole algo más de vida a estas.

—hola...

Saludo el de sudadera roja aún sin ver al británico el cual le miraba con asombro y preocupación, tal vez por su aspecto tan demacrado, bueno, ni era como si le importara tanto, además, si se veía así era por su culpa y todas las dudas que estaba poniendo en la cabeza del pobre noruego, dudas sobre sus sentimientos, dudas sobre su ahora dudosa heterosexualidad, dudas sobre si mismo, pues sin saberlo, el sin ojos había puesto su mundo al revés dándole un aspecto tan irreal casi imposible a todo lo demás.

Era tanto sus dudas existenciales que había hecho algo que jamás pensó hacer en toda su vida, pedirle consejos a Matt, preguntarle si sabía que le pasaba y como poder borrar cada sentimiento extraño que aparecía cada que el británico hacía algo lindo por él, lo único que había recibido por parte del narcisista habían sido risas llenas de ternura y pequeños pellizcos en sus mejillas mientras que el más alto decía tonterías como; "awww Tod está enamorado" "ustedes dos deberían casarse" "Tim estaría tan contento si se enterara de esto".

Fue tan molesto que incluso tuvo que sobornarlo para que no dijera algo de lo que le había contado, y pos suerte para él, Matt parecía cumplir su promesa de no decirle a nadie.

—Tord ¿te encuentras bien?.— estiro su mano hacia el rostro ajeno y con delicadeza tomo una de las mejillas del de peinado de cuernos y acarició esta con cariño —luces terrible.

—solo estoy algo cansado.— suspiro, no tenía ni fuerzas para quejarse o apartar al contrario por lo que se dejo mimar un poco por el contrario —estaré bien.

Bostezo, su cuerpo se sentía bastante cansado sin embargo no importa lo mucho que lo intentara no podía dormir, las dudas e inseguridades que sentía simplemente no le dejaban, aquella era la razón por la que finalmente había salido de su habitación, se supone que iría a por un vaso de leche caliente y luego volvería a esta sin llamar la atención más su plan terminó fracasando.

—dime ¿has dormido algo?.— frunció el ceño al ver como el otro negaba, retiro su mano de la mejilla ajena para con esta tomar una de las manos del chico y jalarlo consigo hacia el interior de la habitación, Tord no parecía quejarse o resistirse por lo que pensó que no le importaría que el entrara sin su consentimiento, hizo que el joven de ojos grisáceos se recostara en su cama —tienes que dormir, si no lo haces puede enfermarte bien feo.

—pero... — chillo Tord para luego soltar otro bostezo —no tengo sueño.— sus párpados comenzaron a cerrarse con lentitud, más al rato volvían a abrirse.

—¿como no vas a tener sueño? ¡sí te andas cayendo dormido!.

—si me traes algo de leche, puede qu yo...— otro bostezo escapa de su boca —puede que yo pueda dormir.

Tom miro al chico por unos cuantos segundos para luego asentir con la cabeza, se alejó de la cama y se encaminó hacia la cocina para así conseguir el pedido del de sudadera roja.



''•''•''•''•''



Tord bebía las últimas gotas de leche que quedaba en el vaso que le había conseguido el británico, ya al terminarla, dejó el vaso en su mesita de noche y se acomodo mejor en la cama tapándose con su cobija, todo aquello bajo la mirada del sin ojos al cual le parecía tierna la escena del de cuernos.

Unas enormes ganas de echarse junto al contrario habían aparecido en el chico, poder estar cerca del noruego mientras este duerme, abrazarle, sentir su calor y el dulce aroma que desprendía el cabello del joven debido al champú que este usaba.

Más no lo hizo, tuvo que aguantarse las ganas, pues sabía que si lo hacía puede que Tord terminele echando a patadas de su cama, además parecía que ya alguien le había robado el puesto entre los brazos del noruego para dormir, sonrió con dulzura al notar al pequeño muñeco de felpa que había comprado apenas ayer siendo abrazado por Tord, aferrándose con fuerza al pequeño osito.

—Descansa.

Dijo sonriente mientras intentaba salir de la habitación, sin embargo fue detenido por una mano, era el noruego el cual le había agarrado de un extremo de su sudadera azulada.

—Tord, sueltame.— pero él comunista negó —Tord venga, tienes que descansar.

—n-no te vayas.— aquello había sido apenas un pequeño susurro, sin embargo Tom fue capaz de escucharlo tan claramente.

Se sonrojo un poco, alegre por lo que había escuchado se subió a la cama (quitándose los zapatos antes claro) y se recostó a un lado del muchacho de peinado extravagante, abrazando a este con cariño acercándole así a si mismo juntando más sus cuerpos.

Y así, ambos se quedaron dormidos, abrazados sintiendo el agradable calor del contrario.



Continuará...

¡Diez días para enamorarte! (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora