BOSQUE MALDITO

10 1 0
                                    

Capítulo: 12

David Darzon

Todo marchaba bastante bién, aunque últimamente estaba algo paranoico, sentía como si todos me espiaran, como si supieran algo. Ya saben, ese sentimiento de: ¿Me harán preguntas con doble significado? ¿Por qué me siento observado?
Lo cierto era que trataba de tener el más mínimo cuidado, no creía que alguien supiera de mí. Tal vez parezca ridículo, porque hasta para mí lo fue, pero tenía una máscara, muy particular, porque yo mismo la había creado, practiqué mucho para que se viera lo más natural posible.
Realmente no era del todo una máscara, más bien, era un maquillaje con prótesis de látex o silicona. Vi videos de profesionales en el tema, busqué artículos sobre maquillaje artístico o producciones cinematográficas. Los primeros intentos fueron un ASCO, pero poco a poco fui mejorando. Le dediqué muchas noches y todo el tiempo libre posible.
Estaba haciendo todo lo posible para que nadie me reconociera cuando iba al bosque.
Traté de seguir mi vida normal por el día, desistalé mi "laboratorio" en casa de mis padres, me mudé a un nuevo hogar, muy modesto, pero sobre todo muy ansioso por terminar y dejar todo listo, para pronto poder iniciar mis labores en el bosque.
Logicamente, al terminar mi cabaña en ese nuevo escondite, dejé pasar un tiempo prudente, para ver si la policia o alguien preguntaba por el autor de la pequeña construcción, o si alguna de las pocas y extrañas personas de ahí, me delataban con las autoridades. Lo que descubrí con esto, es que ahí todos tenían motivos para no querer curiosos merodeando, y si por alguna razón vieran la precaria construcción, me encargaría de parecer un vagabundo que poco a poco creó aquello para guarecerse de la interperie.
Es dedusible que cuando llegué por primera vez al bosque, todos aquellos que lo frecuentaban, se intrigaron por mí, pensando que podía ser un policía encubierto o un traficante que quitaría territorio.
No fue fácil iniciar esa edificación por todas esas dudas, porque claramente NADIE se quedaría callado, por más errante que me viera.

- ¿Qué diablos haces aquí? No nos gustan los soplones

- ¡Espera! ¡CALMATE! No quiero tener problemas - dije sofocante

-Dame respuestas o te desgollo ahora mismo, idiota.

-Supe que aquí puedo estar en calma, ya sabes, tener mis viajes, dormir sin que los intrusos me esculquen.

-Bueeeno, pues tienes que tener claro varias cosas: 1. Puedes estar aquí si NO te entrometes en asuntos agenos, NO IMPORTA LO QUE VEAS, LO QUE ESCUCHES O SEPAS, porque puedes terminar como uno de los misterios que oculta este lugar
2. Cuando los jefes te vengan a cobrar DEBES PAGAR...

- ¿Pagar?- dije nervioso y molesto, aún sofocado por el brazo del hombre en mi cuello y su arma apuntando a mi cabeza.

-Ja.. Eres un vagabundo que no sabe que NADA ES GRATIS, un callejero idiota y sin experiencia.
Pues te informo que este lugar es el paraíso de la maldad por una razón... ¿Sabes cual?- preguntó sacudiendo mi cabeza con el brazo en mi garganta.

-¿Cuál?

-El maldito dinero hace que casi nadie recuerde que este lugar existe, y quien lo recuerde, deja de existir- murmuró riéndose

-Y tú ¿Quien eres?

Por fin el sujeto me soltó, empujandome, pero siempre amenazando con el arma.

-Yo? Pues yo soy un mensajero, también soy cobrador y en ocaciones solo soy lo que me piden. Ahora cuéntame que te trajo aquí y si entendiste las reglas de estaaaa... mmm... ¿República? O más bien ¡monarquía!

Le conté una historia lo suficientemente creíble, haciéndome pasar por un desamparado drogadicto, que quería un lugar para vivir. La verdad estaba dispuesto a "pagar" lo que fuese mientras estuviera seguro para hacer lo que quería, aunque claramente no les contaría mis verdaderos planes, prefería que creyeran que solo tenía que ver con drogas, y si algo salía de control, preparé armas, y una que otra trampa por si me querían atacar.
Por lo que supe, estos "cobradores" "jefes" o depredadores, no visitaban mucho el lugar, para que los altos mandos no se vieran en la obligación de hacer "algo" con los bosques.
Poco a poco me hice "amigo" de algunos de los habitantes y visitantes del lugar, en particular de una mujer que decía ser bruja, y la verdad, sí que tenía la apariencia de una, esto sumado a las locuras que decía, la hacía un ser inquietante, pero con migo no era grosera, creo que le agradaba por ser de los pocos o únicos en escuchar sus murmullos, sin golpearla, insultarla o alejarme de ella. Tal vez, también me agradaba el que alguien viera lo que construía, aunque no pudiera contar nada.
Tampoco me preocupaba que viera o escuchara algo, estando conmigo, ya que su locura la hacia irrelevante para un aspecto legal o una acusación seria, pero aún así, evitaba hablar para ser identificado, las pocas veces que lo hacía, trataba de cambiar mi voz y decía una o dos frases.
Admito que aveces la anciana decía cosas que me inquietaban, como el decir que el bosque estaba maldito, por eso casi siempre llovía en la zona, porque el cielo buscaba limpiar la sangre y los pecados que se cometía ahí. Lógicamente trataba de no prestarle atención, pero su expresión era convincente, entonces en mis momentos poco lúcidos, escuchaba sus insistentes palabras, mirando el panoraba, que para variar era tan extraños, con todas esas muñecas, budus, y bultos colgados por todas partes...

BAJO VIGILANCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora