"¡Es de lo peor! No sé cómo lo aguantan, a-die," terminó de quejarse Binghe, cruzándose de brazos y recargándose en la pared metálica del ascensor mientras subían al departamento. Después de recogerlo en Luohe y salir de compras –ingredientes para cocinar ramen porque, en palabras del adolescente, 'ese estúpido Mo Beijun no me va a ganar'– y una tarde entera llena de ese tema, Zhu Xinyi no podía esperar a hablar de otras cosas. Claro, estaba feliz por su cuñado finalmente encontrando el amor, más con alguien a quien conocía de cerca, pero incluso él, tan fanático del romance, ya estaba algo harto de escuchar qué hacían 'Mo-bianji' y Qingqing día a día. ¡Apenas había pasado una semana!
"A este punto, tampoco yo," musitó, llevando una mano a su sien. Le daría dolor de cabeza si seguía escuchando las quejas que el menor sin duda tenía acumuladas.
"No me gusta que–"
"Lo sé, a-Bing, lo sé. Pero les diste permiso, ¿no? Tu baba está muy feliz por eso, al menos deja que lo disfrute un poco," le dio unos golpecitos en la cabeza, notando lo alto que era. Pronto dejaría a Qingqing atrás. Tal vez llegara a ser tan alto como él. "¿Deberíamos comprarte ropa nueva? Se te ven algo cortos los pantalones", musitó, pensativo.
"No sé, después," salieron del ascensor, "¿vendrá Zhu-tangge?"
"Ah, me temo que saldrá con su novio... o no-novio. ¿Por qué no le preguntas si al fin nos presentará? Llevan años así y sigo sin saber quién es con exactitud," se quejó. Su sobrino jamás fue así de secretivo, pero al parecer no tenía aún intenciones de llevar a su pareja a casa. Ahora entendía mejor las quejas de Linguang Jun. Al parecer ambos avergonzaban a sus sobrinos.
"Tampoco me ha dicho nada, seguro piensa que me opondré," se quejó su hijo, deteniéndose frente a la puerta del apartamento. Tianlang Jun lo miró, expectante, "No lo haré. Puede salir con quien quiera." Lo miró, "Tú también."
"¡Binghe!"
"¿Qué? Pensé que te alegrarías por esto," entraron al lugar, dejando atrás sus zapatos y colocándose las pantuflas mullidas que recién habían comprado a juego.
"¡Claro que no! Me siento ofendido por este trato," vociferó, siguiendo a su hijo hasta la cocina, "A tu baba lo defiendes con uñas y dientes, pero a tu a-die lo lanzas a los lobos como si nada," negó, sentándose en la barra. "Pensé que me negarías salir de nuevo. Ah, ¿qué pensaría mi a-Xia si viera que me tratas así?" Limpió una lágrima inexistente, divertido.
Binghe solamente rió a modo de burla, sacando los ingredientes y dejándolos en la barra.
"Estoy esperando que te roben de mi lado, a-die, pero nadie parece querer hacerlo," continuó. ¿En qué momento pensó que su hijo era un pequeño loto blanco al que adoraría por siempre? Era cruel, como su madre. Y por eso lo adoraba aún más.
"Grosero," le lanzó un paquete de fideos a la cabeza, riendo un poco. Algunas veces era tan similar a Shang Xia que no podía evitar extrañarla. Siempre lo hacía, pero de alguna forma se había vuelto más llevadera su ausencia desde que Binghe entró a su vida. O él a la suya, más bien. "Anda, prepara el más delicioso ramen, tu padre ya tiene hambre," le hizo señas para que se acercara a la estufa. Rara vez los Zhu usaban la cocina para preparar comidas caseras, siempre llegando con comida para llevar o almorzando fuera debido a sus trabajos, además, casi siempre que regresaba de Luohe lo hacía con contenedores de algunos de sus alimentos favoritos, así que Binghe era el único dándole verdadero uso a la cocina completamente equipada de su apartamento. Se cruzó de brazos, recargándolos en la barra de granito y mirando con curiosidad lo cuidadoso que era su hijo al cocinar. "¿Has pensado qué vas a estudiar, a-Bing?"
"...no. ¿Tengo qué?"
"No realmente," se encogió de hombros, "pero si te decides por una universidad en Huayue, podrías vivir con nosotros–", se detuvo al ver su rostro cambiando de aquella expresión divertida a una de ligera molestia. Ah, el demonio Binghe haciendo su aparición. "O...podría comprarte un auto para que vengas de Luohe," se apresuró a decir, "Aún así, considera quedarte conmigo cuando salgas tarde, tu baba se preocuparía mucho de que manejaras en la noche."
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La Vida Secreta Del Autor - [Moshang]
FanfictionA los 20 años, Shang Qinghua comenzó a escribir 'Camino del Orgulloso Demonio Inmortal' a los 20 años, ganando un lector obstinado que buscaba enamorarlo, perdiendo a su hermana y tomando la responsabilidad de criar a su sobrino llevándolo a vivir u...