Capitulo 2 - Luo Bingge

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<< Disculpa, me voy a quedar este semestre acá, bro!' >>

Shen Jiu caminó hacia la puerta de entrada de la mansión Shen, mascullando en voz baja mientras pasaba al lado de arbustos perfectamente podados, maldiciendo en su mente al desgraciado de Shang Qinghua y pensando ya en lo que le gritaría una vez que este se dignara a contestarle. Y vaya que iba a hacerlo si no quería que lanzara sus cosas desde el quinto piso donde su apartamento se encontraba.

Se detuvo frente a la gran entrada de la mansión, adornada con figuras de oro que siempre le habían causado espanto por lo barato que se veían. No lo eran, nada en la mansión Shen lo era, excepto él.

"Joven Shen, qué sorpresa verlo aquí," el ama de llaves no le dio más que una mirada, permitiendo que entrara tan solo para ser casi tacleado por un ser de la mitad de su estatura. "A-Yuan, debería tener más cuidado, podría arrugar su ropa."

Shen Jiu suspiró, ignorándola mientras el niño en sus brazos soltaba una excusa ininteligible hasta que el ama de llaves desapareció por el pasillo, seguramente a seguir sirviendo en la fiesta de jardín que podía escuchar desde allí. Debería haber elegido otro día para aparecer allí.

"A-Yuan. ¿Qué te he dicho de arrugar mi ropa? Es lo más elegante que tengo," lo reprendió, encontrándose con ojos verdes y una sonrisa chimuela antes de que le sacara la lengua a modo de burla. Quería realmente molestarse con él, pero si tenía un punto débil ese era su medio hermano pequeño. Shen Yuan sólo se abrazó más a él.

"Jiu-ge, tardaste mucho en venir," recriminó con una mueca que se asemejaba a la suya. Contra su voluntad, sintió las comisuras de sus labios temblando ligeramente, luchando por sonreír, antes de llevar un dedo al ceño fruncido del menor.

"Tendrás arrugas pronto si sigues haciendo eso, a-Yuan, ¿quieres que piensen que tienes diez y no ocho?"

"¡Pero cumplí siete!", se quejó, mordiendo el anzuelo y sobándose furiosamente el entrecejo en un vano intento de borrar arrugas inexistentes.

"¿Ves lo que digo?"

"¿Te quedarás esta vez?", preguntó, cambiando su tono de voz y mirándolo con esos ojos tan grandes que era imposible ignorarlo.

"Vine a traer tu regalo, pero no puedo quedarme," le entregó el paquete perfectamente envuelto que había mantenido guardado en el apartamento por varias semanas. Shang Qinghua se había sentado a su lado a observar cómo lo envolvía a la perfección con esa tonta mirada de asombro.

"¿Por qué no?", tomó el regalo en sus manos, jugueteando con el listón brillante pero sin disponerse a abrirlo aún. No era la hora. "Casi no te veo," recriminó, con una mirada dolida que no debía afectarle. Era excelente ignorando ese tipo de miradas, pero Shen Yuan poseía aún la ternura de su corta edad y años de cercanía que lo hacían ser más efectivo. A veces no estaba seguro si su hermano tenía idea del gran poder que poseía, y esperaba que nunca se diera cuenta de ello o sería la perdición del infame Shen Jiu.

"Estudio y trabajo, a-Yuan, no siempre puedo venir a verte," mintió. Era sencillo escudarse en aquella excusa, más cuando el único que veía detrás de ella no estaba presente. 

El rostro del niño se iluminó repentinamente, tomando su mano y sonriendo. Sus nuevos lentes se deslizaron por su nariz pero no hizo nada por reacomodarlos.

La Vida Secreta Del Autor - [Moshang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora