CAPÍTULO 7

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Hace varios años

Lucas se despertó esa mañana con una sonrisa triste. Intentaba sobrellevar la situación lo mejor que podía. Tenía que hacerlo, ya no por su padre, sino por Olivia. Su hermana pequeña era demasiado pequeña y llamaba todos los días por su madre, sin saber que su madre ya no volvería nunca más. Luego, Olivia trataba de ir a ver su padre, pero éste se encerraba en su despacho sin salir ni para comer. Lucas sabía lo que hacía ahí dentro: beber alcohol. Había escuchado a Alfred hablar con la cocinera sobre lo mal que sobrellevaba la muerte de su madre su padre

—Señorito Lucas, ¿qué hace ahí parado? —Le preguntó extrañado Alfred, su mayordomo

—Necesito hablar con mi padre

—Su padre no está disponible ahora —le explicó con una sonrisa paciente—. ¿Por qué no va a ver a su hermana pequeña?

—Olivia está en el jardín jugando con sus muñecas —replicó

Él mismo le había pedido a Olivia salir fuera a jugar, no solo porque necesitaba hablar a solas con su padre, sino porque le vendría bien tomar el sol. Estaba muy pálida y sabía que le sentaría bien salir a tomar el aire

—Señorito Lucas, por favor... —Su súplica se vio interrumpida por el sonido del timbre— Ahora vuelvo, señorito

Lucas vio desde lejos cómo Alfred se tensaba notablemente en cuanto abrió la puerta. Con extrañez, se acercó a la puerta hasta ver a un grupo de hombres con traje mirar a Alfred en una postura amenazante

—¿Nos deja pasar o tenemos que coger a la niña por la fuerza?

—¿La niña? ¿Se refieren a Liv?

—Señorito Lucas, váyase —le ordenó serio Alfred

—Hay otro niño —dijo uno de los hombres por un walkie-talkie—. ¿Nos lo llevamos?

Lucas se agarró con miedo al pantalón de Alfred. Esos hombres le daban mucho miedo

—Lucas, mi muñeca se rompió —Olivia se abrazó a él llorando

—Es ella —señaló un hombre

Acto seguido la cogieron por la cintura, separándola de su hermano

—¡NO! ¡NO! ¡¡LUCAS, LUCASS!!

—LIV —el niño trató de alcanzarla, pero Alfred lo detuvo—. ¡Papá, papá, ayúdanos!

Pero su padre no llegó. Ni siquiera salió de su despacho. Era la primera vez en su vida que su padre no acudió a su grito de socorro

—¿Dónde se llevan a la señorita Olivia?

—Su padre no está en condiciones adecuadas para cuidarla. Nos han informado de la mala situación en la que vive esta niña. La llevaremos a un lugar mejor

Lucas empalideció de golpe, recordando un suceso de hacía unos días:

Había salido a dar una vuelta para ir a comprar pan. La cocinera le había pedido ir a comprar una hogaza para hacer unos ricos bocadillos y él había ido de buena gana. Era un niño muy servicial

—Hola, pequeño —una señora muy guapa lo detuvo con una sonrisa—. ¿Estás solo?

—Sí

—¿Y tus papás?

—Mi mamá murió

—Lo siento mucho, cielo —le acarició la mejilla con dulzura—. ¿Y tu papá?

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