PRÓLOGO

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Jude Sharp era frío como un témpano. Quizá ese carácter era el que le permitía pensar tan buenas estrategias. Si nos remontamos tiempo atrás, Jude Sharp no era así, era un niño cálido y dulce, lleno de amor por parte de sus padres y su hermana, la persona que él más quería en el mundo

No tenía quejas, la verdad es que Jude Sharp no era el típico que se quejaba de su vida. Él era feliz con lo que tenía, una familia feliz, con padres ausentes, pero feliz. Al fin y al cabo, la única verdadera familia de Jude siempre fue Celia, su hermana pequeña

Él era muy pequeño cuando sucedió la gran catástrofe. De hecho, si hacía memoria, Jude recordaba con pelos y señales ese día a la perfección:

Con apenas seis años un niño no podía hacer gran cosa. Y mucho menos cuidar de su hermana pequeña solo. Celia era muy revoltosa, siempre parloteando y armando jaleo por todos lados y a todas horas. Era completamente opuesta a Jude y eso era, quizá, lo que más le gustaba a él. Puede que odiase a la gente gritona o a quienes movían sus cosas, pero aquellas cualidades en su hermana solo la hacían, a sus ojos, la persona más maravillosa del mundo

Antes de nacer Celia, Jude siempre lloraba, haciendo berrinches por todo en busca de la atención de sus padres, pero, cuando su hermanita nació, su personalidad cambió y puso todo su ser en cuidarla. O eso era lo que le decían sus padres

Sus padres. Ese era otro gran tema. Apenas los veía y su mente no retenía bien sus caras. Sin embargo, sí que sabía a que olía su madre y cómo sonaba la risa de su padre y eso le gustaba, le llenaba de tranquilidad. Por eso, cuando oyó al mayordomo de su casa decir que sus padres habían muerto en un accidente aéreo, su mundo se derrumbó. Maldijo en ese momento el haber escuchado a escondidas. Su madre siempre le decía que no lo hiciera y él siempre desobedecía. Desde ese momento, aprendió la lección

Corriendo, salió de su escondite y se encerró en su habitación, donde pegó puñetazos al armario hasta quedar saciado y luego fue a consolar a Celia. Se acercaba su cumpleaños y ella estaría destrozada

—Hola, Celia

—Jude, ¿sabes algo de papá y mamá? —Preguntó con voz inocente

—Celia... papá y mamá... —Tragó saliva, nervioso, ¿cómo iba a decirle algo tan fuerte a su hermana pequeña?

—Iban a venir para mi cumpleaños, no me habrán mentido, ¿no?

—No, ellos sí que venían —respondió cabizbajo, sintiendo como las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos—, pero...

—Espero que me hayan traído la muñeca que les pedí y un coche rojo que pedí para ti. Aunque como no es tu cumpleaños a lo mejor me lo dan a mí —respondió con picardía. Celia siempre estaba muy feliz

Jude la miró con duda. ¿Cómo iba a romper la ilusión de su hermana? Pensó en no decirle nada hasta el día siguiente, pensó en ocultárselo hasta después de su cumpleaños, pero las cosas no salieron como él quería y un amigo de sus padres irrumpió en la habitación con tres mujeres detrás. Todos lloraban a mares

—Celia, Jude, lo siento mucho —murmuró con la voz rota. Jude quiso callarlo, quiso pedirle que guardase silencio, que le dejase a él decírselo a su hermana, pero el hombre ni se dio cuenta—. Vuestros padres han muerto

Desde ese momento, la vida de Jude dejó de funcionar correctamente. De la noche a la mañana, los dos hermanos se vieron en un orfanato, solos, pero juntos, y eso consolaba al chico. Pero luego los adoptaron familias diferentes y cada uno se fue por su lado. En sueños, Jude aún recordaba los gritos de Celia suplicando que no lo separaran de ella. Siempre se despertaba sudado, pero luego las pesadillas dejaron de hacer efectos, justo cuando Ray Dark empezó a entrenarlo con diligencia. A partir de ese momento, se volvió más frío, más hermético y más cruel

I'LL STAND [IE] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora