CAPÍTULO 22

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La mañana antes del partido los nervios se respiraban en el ambiente. Los jugadores de ambas selecciones estaban dispuestos a ganar en la final después de que la mayoría de países votaron por continuar con el Torneo

—Han llegado demasiado lejos y, aunque todo haya sido una sucia trampa, el esfuerzo ha sido verdadero. Lo menos que se merecen esos pobres chicos es terminar el Torneo —había dicho el Presidente de la Asociación de Fútbol Juvenil de Japón, Trevor Prince, a la prensa

Fiona Davis era totalmente diferente a Olivia, lo cual agradecían porque por lo menos no estaba sobre ellos exigiéndoles como una dictadora. Ella solo se sentaba en el banquillo y los observaba antes de perder el interés y ponerse a hacer cualquier cosa, desde leer un libro hasta tomar el sol a la playa

Por el contrario, en el área africana, los jugadores de la selección de Costail estaban empezando a cogerle un poco de tirria a Olivia. Siempre estaba quejándose, siempre estaba gritándoles

—Más a la izquierda, Maxi

—Héctor, tienes que moverte más

—Drago, controla los chuts, salen muy desviados

Y lo peor era que David ni siquiera la controlaba. Solo asentía a lo que decía, como si estuviera de acuerdo con ella. Era una sucia dictadora y él un sucio traidor

—¿Un descanso? 

—No hay descanso que valga, Walter —negó rotundamente antes de darle una botella—. ¡Al campo!

—Sí, señora

David Evans se sintió satisfecho cuando vio a sus jugadores dar el máximo de sí. Si bien era cierto que Olivia Prince era demasiado perfeccionista, por lo menos sus jugadores estaban aprendiendo disciplina, algo que él nunca les enseñó porque básicamente nunca la tuvo en el fútbol

—Creo que os habéis merecido un premio —les dijo Olivia, paralizando el entrenamiento. Los jugadores corrieron hacia ella, quien, con una sonrisa, mantenía las manos en la espalda—. ¿Queréis saber lo que es?

—¡¡SÍ!!

Con expectación, los jugadores de Costail vieron una enorme nevera con tuppers llenos de comida deliciosa

—¿E... es pa... para nosotros?

—Ajá

Como perros hambrientos se lanzaron a por la comida, terminándosela en escasos minutos. Luego, Olivia les llevó helado, el cual se lo ventilaron con gran rapidez

—Jo. Qué rico estaba todo

—¿De verdad?

—Ajá

—Me alegro mucho, cielo —acarició la cabeza de Keenan con una sonrisa dulce que para Héctor era demasiado perfecta, llegando a parecer falsa. Y así fue, porque de forma inmediata su tono cambió drásticamente a uno propio de una dictadora—: Y ahora, ¡¡a seguir con el entrenamiento!!

[...]

Fiona Davis amaba la zona japonesa. La playa era la más tranquila de la isla, mucho más que la de la zona de Costail, por lo menos no había nadie jugando en ella, salvo Mark, claro. El sol siempre calentaba la arena y ella podía coger un precioso moreno que le quedaba de muerte. A sus padres les daría algo cuando la vieran tan morena y eso le encantaba. Además, el oleaje no era tan fuerte así que siempre podía darse un remojón

Lo que sí que no le gustaba de la zona japonesa era la selección japonesa, Inazuma Japón. Eran demasiado pesados, siempre haciendo alboroto y queriendo llamar su atención, sin dejarla tranquila ni un segundo. Los jugadores de Costail al menos la dejaban un poco a su bola, pero loa japoneses solo la perseguían y no le dejaban en paz ni cinco minutos

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