I'LL STAND [IE] ✔️

EPÍLOGO

—¿Y cómo termina?

—Ya es muy tarde

—Pero...

—Y mañana hay clase

—Pero...

—¿Por qué seguís despiertos? —Se vio interrumpida por la persona que entró de repente en la habitación

—Haz algo, por favor —le suplicaron con ojos de cachorrito—. Queremos saber el final

—Si es hora de dormir, es hora de dormir

—Jo...

—Pero...

—¿Sí? —Preguntaron emocionados

—No creo que pase nada por unos minutos más

—No me puedo creer que te pongas de su lado. ¿Desde cuando...? —Calló ante el repentino beso que recibió— Bueno, vale, pero solo unos minutos

—¡¡BIENN!!

El hombre se sentó también en la cama y arropó con cuidado a la niña, quien lo miraba con ojos brillantes

—A ver, ¿dónde os quedasteis?

Unos años antes

Olivia suspiró, intranquila. ¿Por qué le pasaba todo a ella? A su lado, Fiona Davis revisaba sus redes sociales con desinterés

—¿Olivia Prince? ¿Fiona Davis? —Ambas se levantaron de un salto— Bien, seguidme

Las guiaron hasta una salita muy acogedora donde les invitaron a tomar una taza de té. Fiona aceptó, pero Olivia no, ella odiaba el té

—Olivia Prince, acusada de múltiples lesiones a Laura Taylor. Fiona Davis, acusada de amenazar a Laura Taylor. ¿Qué debería hacer con vosotras?

—¿Dejarnos libres?

—No ayudas, Prince —la calló Fiona con una mirada matadora—. Mire, se lo merecía, no nos arrepentimos. Pero, si no nos deja irnos, quien se arrepentirá será usted

Olivia la miró con los ojos abiertos de sorpresa. A Fiona no le daba miedo ir amenazando por todos lados, aunque también era cierto que nadie se oponía a ella, al fin y al cabo era prima del Emperador

—Solo quería comentaros que Laura Taylor ha retirado los cargos por orden de su padre

—¿De verdad?

—Sois libres

—Ah, que bien, pues olvídese de la amenaza, ¿eh? —Le dijo con una sonrisa falsa Fiona antes de salir por la puerta como una diva

Olivia agradeció una vez más al detective Smith y la siguió

—¿Y ahora qué?

—El Torneo ha acabado y me vuelvo a casa

—¿Y yo?

—No puedo decirte qué hacer, Olivia

—Pero la beca...

—Mira —la detuvo sin ni siquiera parar de caminar—, yo no quiero esa beca. Solo me metí aquí para no ir a un estúpido internado al que me querían meter mis padres. Me da lo mismo ir a Italia que Estados Unidos. Prefiero quedarme en mi casa y ya

—Comprendo

—Acéptala

—Ya...

—O no lo hagas