CAPÍTULO 21

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—¿Por qué sigue llorando?

—Le han roto el corazón

—¿Cómo lo sabes?

—Sus lágrimas son de tristeza pura y era novia de Jude Sharp —explicó obvio—. Si ahora está aquí y no con él, será por algo

—Un corazón roto siempre es el que más duele

Olivia sorbió por la nariz con ojos llorosos antes de seguir "hablando", porque no hablaba, sino que sollozaba mientras emitía sonidos que supuestamente eran palabras:

—Y me dijo...

—... Márchate de mi habitación ahora, Prince —completaron todos los jugadores de Costail con pesadez

—Sí —lloró más fuerte

Drago Hill, que había sido el designado como pañuelo humano de la chica, acarició su cabeza tratando de consolarla, pero no dio resultado

Olivia Prince había llegado al albergue de The Little Giants con los ojos rojos y la cara hinchada. Se había bajado del taxi con su perro en brazos y había pedido amablemente a uno de los chicos que fuera a por sus maletas al coche. Luego se había sentado en el sofá sin mediar palabra, con la mirada perdida y sin dejar de acariciar a su perro. Fue cuando el reloj del salón dio medianoche cuando sus lágrimas empezaron a salir con fuerza. Era un llanto tan fuerte el que emitía que incluso David se despertó

—Consolad a la muchacha, yo iré a por una cosa mientras —les había dicho antes de salir por la puerta

Habían elegido a Drago Hill como pañuelo humano y, desde que el chico se sentó a su lado en el sofá, ella se había abalanzado hacia él y lo había abrazado con fuerza, escondiendo su cara en la camiseta del chico, empapándola

—¿David tardará mucho en llegar? Porque voy a coger un resfriado a este paso

Su camiseta estaba ya empapada y estaba empezando a sentir un poco de frío

—Olivia, tranquila, ya pasará

—NO

—Vale, perdón —se encogió en su sitio Yasir

—No entiendo por qué me hizo esto —se sonó los mocos en la camiseta de Drago Hill, ganándose una mirada de asco del chico—. Todo iba bien. Sí, discutimos, pero...

Se vio interrumpida por un alegre David Evans que entró en el salón como una exhalación y le puso frente a ella un pote enorme de helado de vainilla con virutas de chocolate

—Para ti, muchacha

—Oh, muchas gracias —lloró aún más fuerte. Parecía que era lo único que sabía hacer

Los jugadores de Costail miraron el pote como si fuera agua en el desierto y ellos fueran unos viajeros que no habían visto un oasis en días

—¿Puedo yo también?

—¿Y yo?

—¿Y yoo?

—Solo es para la muchacha —respondió cortante David antes de volver a su habitación

Toda la selección de Costail la miraban ahora con envidia. Ellos no podían tomar helado, David se los tenía prohibido

—Oye, yo he sido tu pañuelo humano, me merezco al menos una cucharada —se quejó Drago Hill

—Jude sabía siempre cómo consolarme —lloró de nuevo, atragantándose con el helado

Héctor se acuclilló frente a ella con una mueca de preocupación, llorar tanto no debía ser nada sano

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