CAPÍTULO 10

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Olivia se removió en la silla, realmente incómoda.

—Papá está como loco. Creo que deberías llamarlo

—Si lo hago me encontrará

—No entiendo por qué te enfocas tanto en esto. Sabes que papá te apoyará en todo lo que hagas, Liv. Será mejor para todo si le dices la verdad

—No, tú no lo entiendes —se levantó, repentinamente furiosa

—Olivia...

—Déjame en paz, Lucas

Salió de su habitación dando un portazo que le encogió el corazón. En ese momento se encontraba en una verdadera encrucijada. Si se lo contaba a su padre, su hermana no se lo perdonaría nunca. Si no se lo contaba, su padre seguiría destrozado. A él no le gustaba verlo tan decaído. Le recordaba los malos tiempos tras la muerte de su madre

Su móvil vibró. Era una llamada de su padre. Con todo el dolor de su corazón lo dejó sonar y luego escuchó el mensaje de voz que le dejó:

—Hola, hijo. No entiendo por qué no me coges el teléfono. ¿Has encontrado ya a tu hermana? —Su padre hizo silencio y se escuchó como se dejaba caer sobre una superficie blanda, probablemente el sofá de su despacho. Luego suspiró y habló con voz temblorosa— 

»¿He... he hecho algo mal para que ninguno de los dos me diga nada? Sé... sé que me equivoqué hace tiempo, lo siento mucho, hijo, de verdad que me arrepiento todos los días de no haber sabido salir de mi dolor para cuidaros después de la muerte de tu madre —Lucas dejó escapar una pequeña lágrima. Sabía que su padre aún se martirizaba por ello y, aunque no era del todo excusable, Lucas entendía el por qué de su actuación y no le culpaba, no lo odiaba, y Olivia tampoco, y le dolía mucho que él creyera que sus hijos seguían teniéndole rencor por ello—.

»Por favor, no tardes en responderme. Solo contestad mis llamadas, ¿sí? No... no necesito que habléis, solo quiero saber que estáis bien, que estáis ahí

»Os quiero mucho, lo sabéis, ¿no?

El mensaje terminó con un suspiro triste de su padre que hizo a Lucas marcar su número para llamarlo, aunque luego se contuvo al recordar la petición de su hermana. No sabía cuánto podía aguantar la situación o cuánto aguantaría su padre

—¿Qué puedo hacer ante esto?

[...]

Olivia sonrió cuando vio a Austin llorar mientras comía la comida de su madre. Olivia sospechaba que el chico la extrañaba, era algo normal. Si su madre estuviera viva, también lo haría. Por eso, cuando descubrió que llevaba un restaurante y que la chica de la tienda de al lado la ayudaba, no dudó dos veces en contactar con ellas:

—¿Sí?

—¿Es usted la señora Hobbes?

—Sí, soy yo, ¿por qué?

—Me llamo Olivia, soy la representante del Inazuma Japón enviada por el Comité de...

—¿Le ha pasado algo a Austin? —Preguntó asustada, interrumpiéndola

—La verdad es que sí. La extraña mucho y se preocupa por usted

—Mi pobre niño —murmuró conmocionada

—No se angustie por eso, pero sería bueno que recibiera una buena sorpresa

—¿Una buena sorpresa?

Olivia sonrió mientras los veía engullir la cena como si no hubiera un futuro. Eran como animales salvajes, pero se hacían querer. Hizo una mueca de asco al ver cómo Harley se metía tres bolas de arroz en la boca para evitar que Nathan comiera más. Sí. Eran auténticos animales

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