CAPÍTULO 9

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Tras el partido contra Unicorn los chicos habían caído rendidos en los sofás del salón. Empezando por Mark y terminando por Harley, todos roncaban sobre los incómodos sofás azules

—Deberíamos llevarlos a la cama —susurró Camellia Travis

—No podemos con ellos

—Yo ayudaré —se ofreció Lucas, cargando a Scotty con un brazo y a Nathan en otro

—¿No pesan mucho?

—El grande no tanto como pensaba, el pequeño es un bola de peso muerto

Olivia sonrió cuando vio cómo, sin querer, Scotty recibía un golpe contra la pared de las escaleras. Al día siguiente despertaría con un gran dolor de cabeza

—Mark, vamos Mark —Silvia movió delicadamente al capitán del equipo, pero éste no se movía para nada

—Déjalo dormir, Silvia —Olivia colocó una mano en su hombro y la alejó del chico—, Lucas lo llevará arriba

Con dificultad, los cuatro ayudaron a subirlos arriba. A algunos los llevaba a cuestas Lucas, a otros los llevaban entre dos gerentes, y la mayoría iban por su propio pie medio dormidos, apoyándose en alguna de las chicas. Estaban tan cansados que Olivia no se extrañaría si a la mañana siguiente no recordaran como llegaron a sus habitaciones

—Eh, gafotas, venga, hay que llevarte a tu habitación —Jude se revolvió en su sitio—. Vamos, Jude, ayúdame a subirte arriba o te arrastraré por el suelo

—No

—Jude...

—No quiero

—Gafotas... —Empezaba a perder la paciencia

—No me dejes mamá

Olivia parpadeó, repentinamente confusa, pero en seguida su mirada se dulcificó. El chico tenía pesadillas sobre su madre. Sabía por Lucas que sus padres biológicos murieron en un accidente cuando Jude y Celia eran muy pequeños y apenas se acordaban, pero eso no suponía que no tuviera pesadillas. Ella también las tenía a veces sobre su madre muriendo frente a ella. No era algo traumático, pero sí algo que siempre la hacía llorar. Ella no recordaba su cara, pero sí su voz, su perfume, y le dolía

—Jude, vamos —volvió a mover su brazo, tratando de despertarlo

El chico se sobresaltó, ahogando un grito y asustando a la chica. Vaya forma de despertarse

—¿O... Olivia? —La chica se imaginó que parpadeó confuso, pero sus gafas le impedían ver sus ojos

—Esa soy yo —con dificultad lo puso de pie y, en seguida, el chico se apoyó en ella, colocando la cara en el hueco entre su hombro y su cuello. La chica se erizó cuando sintió su aliento en su cuello—. Vamos a tu habitación, gafotas

A paso lento, subieron las escaleras y entraron en la habitación del chico. Lo colocó en la cama y le quitó las zapatillas, los calcetines (porque para ella era imperdonable dormir con calcetines), la capa y la chaqueta. No pensaba quitarle nada más. Luego lo tapó con una manta

—Buenas noches, gafotas, has jugado bien, pero no te acostumbres a que te hable bien, ¿eh? —El chico asintió, dormitando— A ver si ahora te vas a venir arriba porque te hable con voz dulce y te felicite. ¿Me has entendido?

—Ajá —se revolvió sobre la almohada, causando que unos cuantos pelillos salieran de su apretada coleta

—¿Debería quitarte las gafas y la coleta?

—No —casi le dio un puñetazo

Olivia se apartó justo a tiempo con espanto. Ese chico era igual de problemático dormido que despierto

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