CAPÍTULO 6

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Lucas Prince, desde que era muy pequeño, sabía lo que era tener responsabilidades. Cuando nació su hermana pequeña sus padres le inculcaron el quererla y cuidarla. Cuando su madre murió, fue él quien tuvo que sostener a Olivia. Cuando su padre cayó en depresión, fue él quien lo acompañó al psicólogo. Lucas Prince fue siempre un gran pilar en su familia. Pero, ¿cuándo salió esa vena tan protectora? Ni el propio Lucas lo sabía, pero sospechaba que fue cuando entró en el mundo del fútbol

Cuando él era pequeño, su padre ni siquiera se dedicaba al fútbol, iba a ver jugar a equipos con su mujer porque a ella le encantaba ese deporte. De hecho, y al contrario de lo que todos pensaban, Lucas se convirtió en un fanático del fútbol gracias a su madre. Fue esa pasión tan inculcada desde pequeño la que le hizo convertirse en capitán de su equipo a temprana edad. Por lo tanto, desde pequeño ya era un líder, y ser líder conllevaba responsabilidades

En el fondo, para Lucas, todo se parecía al fútbol, incluida su familia, donde siempre era él contra todos. Aunque le daba vergüenza admitir que dejó de lado a Olivia por el fútbol durante mucho tiempo. Simplemente lo consumió y se olvidó de lo más importante que tenía: su hermanita pequeña

Por eso mismo, cuando en el partido entre Japón y Argentina no la vio sentada al lado de las gerentes, sintió que le daba algo

—Señorito Lucas, no puede decírselo a su padre —le recordó su mayordomo

Alfred llevaba con ellos desde que él tenía memoria y, aunque fuera ya viejo, tenía alma de joven y siempre fue un buen confidente de Lucas. Y, como buen confidente, le contó el plan de su descerebrada hermana

—Pero no está ahí. ¿Y si le ha pasado algo?

—Le hizo una promesa a su hermana de que le guardaría el secreto

—Pero...

—Seguro que no le ha pasado nada —trató de tranquilizarlo Alfred, pero era en vano. Lucas estaba histérico

En su cabeza pasaban miles de malas situaciones, a cada cual peor y eso le estaba poniendo malo. Necesitaba decírselo a su padre. Sabía que si se lo decía, su padre movería cielo y tierra para encontrarla y nadie le negaría nada contando que él era el Presidente de la Asociación de Fútbol Juvenil. Uno de los cargos más altos del momento

—Señorito Lucas, recapacite —le suplicó el mayordomo cuando vio su mirada decidida

—Me alegra saber que me conozcas tanto que no necesite decirte lo que voy a hacer ahora

—Sé que le preocupa su hermana, pero ella ya es mayor. Sabe defenderse sola

—Si pierdo a mi hermana otra vez... —Su voz se rompió antes de terminar la frase, pero no necesitaba terminarla. Alfred ya sabía lo que le pasaría. Si a Olivia volvían a separarla de su hermano, éste se consumiría

—Señorito, no la va a perder. Pero tiene que comprender que tarde o temprano se separará de usted, no siempre podrá estar bajo su ala. Ella tiene que crecer y labrarse un futuro sola

Y Lucas sabía que tenía razón. Alfred siempre tenía razón. Pero no quería admitirlo. El miedo a perderla era superior a cualquier nivel de raciocinio

—Está bien, no se lo diré —Alfred suspiró de alivio—, pero voy a ir a Liocott y a traérmela a rastras


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Olivia frunció el ceño mientras miraba su teléfono. No podía dejar de mover la pierna de los nervios que tenía

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