Los días siguientes a su primera y única conversación Diana se encontraba cada vez más triste, pues las cartas y notas habían menguado, las suyas tampoco eran respondidas.Ese día era el noveno luego de su acuerdo por días días, se supone que debía partir al día siguiente, pero deseaba evitar la pena de que esté la viera a lo lejos partiendo, así que ese día decidió no dormir.
Se colocó lo poco que quedó de su vestido y así dejar todos los que esté le había prestado, abrió la puerta de su cuarto con sigilo y caminó en hurtadillas hasta el inicio del pasillo.
Con lo que la poca luz que se colaba de la luna por las ventanas de cristal se permitió bajar las escaleras, encontrar la puerta de entrada no fue difícil, era enorme y lujosa como la casa misma.
Tomó la perilla pero esa voz que la hacía estremecer se escuchó por toda la casa. -¿A donde va señorita?- guardó silencio -Creí haberle hecho saber que tenía prohibido el merodear.
-Es el día 9
-¿Y?
-Mañana debería irme, solo me evito la pena de..- está se calló
-No irá a ningún lado ¿pretende ir a su muerte?¿es eso?- está continuaba con su mano donde mismo y sus ojos miraban la madera.
-Dijo que debía irme a décimo y no volvió a hablar conmigo en casi una semana luego de haberle confesado mi mentira, creí que lo incomodaba, por eso me voy.- escuchó un suspiro cansado.
-Regrese a su cuarto
-Ya me ha ayudado mucho- está estaba apenada, por mentirle, por abusar de su hospitalidad -Agradesca a sus padres de mi parte.
-Murieron- dijo sin más, la chica de tensó -Hace 7 años más o menos.
-Lo siento mucho- dijo con apenas un hilo de voz. -Yo no sabía que , prensaba que ellos, es que usted- guardo silencio tratando de que le llegaran las palabras, aún así no llegaban.
-Es mi culpa, yo le di a entender que si- aún así este no encontraba palabras para hacerla desistir de irse. -Vaya a descansar, mañana hablaremos con más calma. ¿le parece si desayunamos juntos?, como la vez pasada.
-¿No lo incómodo señor?
-No lo hace, descuide.- dijo este para por último dirigirse por donde había venido y adentrarse s su cuarto antes de que esta comenzara a subir las escaleras.
La joven se tomó unos minutos en su lugar, luego giró su cuerpo y comenzó a caminar, a pesar de todo no pudo pegar un ojo en toda la noche.
Cuando sintió la puerta del cuarto ser abierta con sigilo pretendió dormir y se obligó a no violar la privacidad de quien hasta ahora no quería presentarse frente a ella, pues si así era así debía respetarlo.
Aún así se vio a sí misma abriendo uno de sus ojos, solo uno por un microsegundo en el que se permitió ver su ancha espalda, solo eso.
Y con eso comprobó que era un hombre grande y fornido.
Luego de que este se marchase se adentró al baño, se dejó envolver por la calidez del agua y cerró los ojos por un largo rato.
Miró sus cabellos, eran demasiado largos y se le dificultaba lavarlos ella sola, si tuviera con que cortarlo sin duda lo haría.
Cuando estuvo lista su puerta fue tocada, se deslizó hasta quedar sentada tras esta luego de tomar la bandeja que se encontraba del otro lado.
-Buenos días- dijo este al apenas tomar asiento, ya había desayunado pero aún así deseaba acompañarla.
-Bien día señor, gracias por la comida- dijo de manera tímida, pues ahora sabía que era él quien preparaba, se había pasado la noche pensando en cada cosa pasada luego de haber sido rescatada y entendió que solo una persona fue responsable de su bienestar.
-¿Su sueño fue gratificante?- dijo este pero luego sonrió al escucharla bostezar -Ese hecho responde mi pregunta.
-Disculpe usted- para la forma en la que fue educada esto era una horrible malacostumbre.
-Descuide- suspiró -Respectó a lo pasado, he de disculparme. Mi actuar la llevó a pensar que le hacía un desplante y en cierta forma así era.
-No tiene que disculparse, no ha tenido más que buenas obras y cuidado con mi persona desde que llegué, desde que me trajo- aclaró.
-Puede quedarse el tiempo que desee
-No quisiera molestar a su persona.
-No lo hace.
-Aún así debería irme lo antes posible. No veo prudente que me brinde techo, comida, cuidados y sin obtener algo a cambio, tampoco tengo algo que ofrecerle, partiré mañana.
-No lo hará- dijo con severidad, apenas unos segundos después entendió que había utilizado un tono muy poco amable. -Hay peligros fuera, fieras, riscos y según comentó personas peligrosas la persiguen. No es sensato irse.
-Sería muy abusivo de mi parte quedarme sin más.
-¿Si se siente productiva consideraría quedarse?- está afirmó -Conversación. Leo mucho, pero no tengo con quien conversar mis lecturas.
-¿Escucharlo?
-También leer y comentarlo conmigo.
-¿Solo eso? Lo considero muy poco, más que una ayuda a su persona sería una propia.- y así lo consideraba. -Podría lavar la vajilla- propuso. -Luego de cada comida y como no se siquiera hervir agua podría ayudarlo al menos con eso. Disculpe el atrevimiento pero quiero devolver su hospitalidad de alguna manera.
-Puede llegar a ser bastante persuasiva- se quejó este por lo bajo. -Lo consideraré y le daré mi respuesta para esta noche.
-Me parece bien, disculpe si soy impertinente pero quisiera hacerle una petición.- este le animo a continuar -¿Podríamos almorzar juntos?- el más alto sonrió
-Me parece bien, ¿algún postre que sea de su agrado para compartir el té luego de almorzar?
-Las galletas de avena y miel que prepara son mis favoritas- este sonrió.
-Eso será entonces, la dejó comer. Duerma por favor, no es bueno para su recuperación.
Esta sonrió por lo bajo, era bastante educado, atento y amable.
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La Princesa y El Dragón
FantasyTodo de ellos era un misterio, estaban ahí. Pero ¿cuántos eran?¿era cierto alguna cosa de las que se creía de ellos?¿de verdad estaba habitada esa enorme casa que se alcanzaba a ver a las lejanías del pueblo? Lo más curioso de todo, nunca nadie los...