Capítulo 15

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El enorme dragón poseía escamas en un azul brillante, sus ojos eran igual. Las garras tenían un tamaño considerable aún estando oculta, cosa que significaba serían estratosférica mente grandes cuando las hiciera salir.

Cuerpo robusto, enorme. Sus alas poseían unas enormes espuelas que lograrían atravesar a cualquier humano.

La dentadura podía deshacer incluso huesos, era aterrador y magnífico a partes iguales.

Se elevó en los aires tomando desde el inicio una altura impresionante. En apenas minutos sobrevolaba el pueblo de Dramón. 

Los habitantes notaron al enorme Dragón sobrevolar y creyeron que él hambre los había hecho delirar. Acabó por tomar el castillo.

Para su suerte el nuevo gobernante yacía en el jardín, deleitándose en su riqueza.

Cayó al suelo apenas el dragón descendió, más por la impresión que por algo más. El Dragón estaba molesto, ardía en rabia por lo que le fue quitado, y no pensó en nada más.

Fuego

Barrió en fuego cada soldado que trató meramente de acercarse, los dejó prácticamente sin piel, quien ahora se encontraba bajo una de sus patas tembló.

Con solo verlo lo supo, supo que había sido ese ser despreciable quien había dañado a su pequeña. No merecía tener corazón.

Lo sacó de su pecho desgarrando la carne a su paso, la sangre salpicaba sus brillantes escamas, lo apretó con tal intensidad que en su cara salpicó de lo era hecho este.

Habían desechó a su pequeña y él haría lo mismo con cada corazón impuro del reino.

No contento con aquello tomó entre su quijada la cabeza del hasta ese momento rey, la arrancó de el y expulsó lejos, así con cada miembro de su cuerpo. Luego quemó hasta que solo cenizas quedaron.

Mas soldados venían, cientos de ellos.

Pudo oler la sangre de este en uno de ellos, uno era su hijo, ese que engañó a la princesa por algo de riqueza.

Porque el lo sabía, había visto cada recuerdo, cada sufrimiento. Cada lágrima y vida le faltaría a estos para sufrir.

Se elevó en los cielos e hizo arder las primeras filas, aquello hizo que estos rompieran formación corriendo desordenadamente intentando escapar, pero no había.

No había escapatoria.

Persiguió, cazó y quemó a cada soldado que veía, olía o escuchaba. Era una bestia justo en ese momento. Una bestia cual carecía de razón.

Los gritos famélicos por ayuda de aquel príncipe no fueron escuchados, no porque no deseaban, de hecho, no podían. Es decir, estaban todos muertos, lo había dejado al último. Su pequeña, su pequeña.

Desgarró su hombro, pierna, arrancó uno de sus brazos,  por último degolló y dejó desangrarse en el suelo.

Aspiró y fue por el último.

El padre de su pequeña

Lo tenían encarcelado en uno de los sótanos esperando su ejecución, el dragón derribó la puerta para luego volverse a su cuerpo humano, aún así sus ojos brillaban en azul. Lo encontró en una esquina y algo que jamás había pasado, pasó.

Un dragón expulsó fuego por su boca aún en cuerpo humano, lo barrió con tal intensidad que piedra tras el se tiñó de negro dejando apenas la señal de que en algún momento ahí hubo un cuerpo.

Lágrimas

Muchas lágrimas se hicieron presente, gritos desgarradores por sus muertos, no lo soportó. Se elevó nuevamente en los aires y quemó todo lo que había.

En las lejanías se podía ver el humo, incluso el fuego, los pueblos vecinos aún sin ser tan cercanos lo notaron, Dramón no existía más.

No debía vivir sin ella, no debía hacer más que morir.

-¡HERMANO!- gritó con dolor, era lo ultimo que tenía, su hermano.

Se hizo en el aire, se rodeó de fuego y se dejó consumir, a medida que el fuego lo quemaba, mas expulsaba. Mientras mas le ardía más dolor en el corazón aparecía.

-¡Pequeña!- gritaba una y otra vez.

No se sintió mejor. La vengó, pero ¿porque no volvió?
¿Porqué su risa no vió?

Lo blanco y puro de su amor se oscureció, su vista perdió, sus escamas cayeron y por último una exhalación emitió.

Su pequeña

¿Será capaz de hallarla alguna vez?
Con mirarla de lejos se conforma, con verla solo una vez. Solo eso pidió hace unas horas pero ¿porque ni eso pudo obtener?

¿Acaso no merecía despedirse de su amor? Acariciar por última vez su bello rostro, mirar esa bella sonrisa una vez más. U oler en ella ese maravilloso olor a frambuesas que creó para ella, solo para ella y que nunca logró darle.

Ese que tenía como regalo.

Si hubiera sabido. Si hubiera sabido la habría escondido en una pequeña cajita de amor que prometiera alejarla del dolor.

"Mi amor, en otro mundo. En otro mundo serás feliz. Lamento no estar para verlo."- pensó con dolor al salir de él el último suspiro de vida.

Había amado, había perdido, se había vengado y ahora...
Ahora el dolor en su pecho había incrementado.

Mi amor bonito, mi pequeña luz en ese mundo de tinieblas. No te merecía, este mundo no te merecía, espero que reencarnes y obtengas esa felicidad que te fue negada. ¿Que mal hiciste para ser tratada con tal horror? Vengaré tu dolor y mi cuerpo desaparecerá. ¿Que sentido tiene vivir si no lograré verte más? Te amo pequeña.
KN

Había escrito una última carta para ella antes de irse, una que no logró entregar. Una que desapareció cuando el lo hizo.



Fin



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La Princesa y El DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora