Capítulo 6

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Quien cada día se hallaba tras las sombras, ese día luego de preparar el almuerzo se dio un baño para quitar de él el olor a comida, a fogón.

Luego fue por la bandeja de la chica, y dejó una nota, para entonces regresar sus pasos a prisa.

Diana sintió la puerta ser tocada y se apresuró a ir, su sonrisa menguó al notar la bandeja con la comida colocada de igual forma sobre la madera, sacudió su cabeza para alejar su desilusión y tomó las cosas.

Dejó la comida a un lado y tomó la nota, se le había quitado el hambre pero al menos quería saber del puño de su anfitrión el porque de su negativa.

Hola, no es muy cordial de mi parte, pero no sabía cómo comenzar, estoy algo nervioso. Me gustaría escucharla, si no es molestia podríamos sentarnos ambos tras su puerta y almorzar juntos. Pues a pesar de dividirnos la pared podríamos entablar una agradable conversación , adoraría que comente su lectura conmigo.
K.N.

Esta leyó la carta y sonrió, pues a pesar de que no era exactamente lo que pensó, aún así tendría algo de contacto con algo más que esas cuatro paredes.

Colocó algunas almohadas sobre el piso y tomó asiento, luego escuchó algunos pasos y el sonido de este tomando asiento tras la puerta.

-Hola- dijo la chica al fin, sonreía como niña pequeña, le emocionaba mucho el hecho de tener compañía.

-Hola- escuchó esta tras la puerta, una voz gruesa y fuerte muy diferente al tenue timbre de voz que posee la chica. -¿Ya comió?- esa voz le gustaba pero la hacía estremecer  completa.

-Lo esperaba- admitió y entonces vio su plato. -Gracias por la comida, su madre cocina exquisito, espero que no le moleste que robe a su hijo a la hora del almuerzo.

-Descuide, le daré sus agradecimientos- dijo este evitando el tema de sus padres, era un tema delicado para él aún. -¿Que le pareció el libro?- quiso saber.

-Lo siento- se excusó. -Leí un poco, pero no me concentré. Estaba emocionada por la plática.- dijo evitando reír. -¿Que tal usted?

-La emoción tampoco me permitió leer- dijo este mirando su plato, quería mirar ese hermoso rostro pero no podía a menos que ella también lo viera a él.

Sus quemaduras

Esta quedó maravillada, la voz del joven era áspera, gruesa y estremecedora, pero no de mala manera.

Daba tranquilidad

Le brindaba protección de alguna manera.

-Tengo una duda- dijo esta, la comida se le antojaba pero deseaba aprovechar en gran manera el tiempo brindado.

-Claro- dijo temiendo sea algo de la forma en la que vive o la ayuda.

-El príncipe- este suspiró, la joven se refería al libro pues a pesar de que apenas había adelantado unos capítulos, si había leído de cerca el amor entre la pareja de la historia. -¿muere?

-¿Ya lo terminó?

-No- rió por lo bajo. -Es que todo es muy perfecto, no quiero que muera. Siento que si el libro es tan perfecto desde el inicio es porque el final está destinado al sufrimiento.

-Entiendo ¿pero que le hace pensar que no es ella quien muere?, es decir. La doncella que se enamoró del príncipe prometido a la princesa, es más lógico que muera ella por amor.

-Morir por amor no tiene sentido- esta frunció su ceño, para ella no lo tenía.

-¿Acaso le recomendé un libro sobre amor y romanticismo a alguien que no cree en el?- quiso saber este.

La chica negó y luego sonrió al notar que en efecto el no la veía -En lo que no creo es en el hecho de sentir deber morir, es decir, ¿porque no buscar otra manera? Una en la que ambos vivan. Y amarse, los muertos no aman.

-Entiendo su punto, pero ha de entender que no somos eternos, y el sacrificio que hace un ser amado por otro de alguna forma marca a la otra persona, vive por ambos, es como un motor que te hace vivir en base a ese sacrificio.

-Lo lamento

-¿Que cosa?- este no entendía.

-Sus palabras, son de alguien que ha perdido.

-Y usted que lo comprende es porque también lo ha vivido. Gracias por decirlo. En todo caso y revelando su incógnita, no. Nadie morirá, puede disfrutar de su lectura con comodidad.

-Gracias, afligía mi corazón.

-Debería comer- dijo este y el semblante de la joven decayó pues quería seguir con su plática, aún así no dijo algo.

-¿Podría..- guardó silencio

-¿Necesita algo?- quiso saber el joven y esta mordió su labio tratando de darse valor.

-Me gustaría repetir nuestra conversación, si le es posible en cualquier parte del día o la noche, hablar. Sería de gozo para mi persona.

-¿La cena le parece bien?- dijo este porque a pesar de temer el ser revelado, estaba harto de no hablar con alguien en tantos años, de la soledad en la que vivía hasta que se vio rescatando a tan hermosa chica de las garras de una fiera.

-No quisiera incomodar- dijo apenada, pues creía sus padres se molestarían.

-Descuide, no lo hace. Tenga buen provecho- dijo este dando su primer bocado, la comida ya estaba fría pero continuaba deliciosa.

Esta escuchó el tintineo de los cubiertos e imitó su acción.

El almuerzo fue silencioso pero en su cabeza este estaba frente a ella mientras comían, ¿lo malo?

No tenía un rostro al cual darle vida en su imaginación, así que para ella solo se mantenía con la cabeza gacha, se sintió triste.

Pues a pesar de haber hablado y de que al menos no se sintió tan sola como en anteriores días, aún no estaba acompañada en si.

También se sintió culpable por mentirle sobre su memoria, este y sus padres pensaba ella la habían ayudado, rescatado, alimentado, vestido y cuidado y ella lo devolvía con mentiras.

-Lo siento- dijo al fin, dejó su plato a un lado. Por primera vez en esa casa perdió por completo el apetito. -Les mentí. Recuerdo mi vida. Solo no.. no quier- sus lágrimas amenazaban con salir.

-No quiere volver allá- afirmó esté dejando igual su plato al escuchar la confesión de la chica.

-Alguien intentó dañarme, mi hermano murió protegiendo mi vida.- las lágrimas corrían por sus mejillas, más no había sollozado, no quería que este supiera que lloraba.

-Lo siento mucho, ver morir a un ser querido es un mal horrible- dijo por último, se puso de pie, tomó su bandeja y emprendió camino lejos de la puerta de la chica, pues no se veía capaz de escucharla llorar y no hacer algo para menguar sus lágrimas.






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La Princesa y El DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora