Capítulo 14

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Nunca

Nunca fue dado un beso tan puro, un beso con tanto amor y un beso que posea tanta importancia como aquel roce de labios.

Los labios del Dragón eran suaves y firmes, como los que tendría una flor. Los de la joven daban tanto calor que era abrumador, los corazones se habían unido con solo unir sus labios y se sintió a gloria. A vida.

Su beso fue lo mas tierno que poseía el mundo, lo mas puro. Acabó dormida en sus brazos llena de felicidad por aquello.

Mas el dragón no lo logró, su mente maquinaba cada cosa pasada con la joven de castaño cabello, cada sonrisa delicada.  Y cuando creyó que el sueño al fin llegaría a él,  recordó lo que vio apenas llegó al mundo en el que estaban los dos en ese justo momento.

En su realidad deseada.

Manchada de sangre, su sangre.

Expresión de dolor en su rostro, murió con dolor y eso lo hacía sufrir. Ella era un ángel, su ángel.

Su ángel había conseguido la paz y el no lo sabía.

Su ángel no despertaría, sino se desvanecería del lugar.

Apenas cerró los ojos aquello lo aquejó, los abrió como resorte pero ya no estaba. Su pequeña se había ido.

Gritó, sollozó pero no le fue regresada.

Tenía tanto que contarle, tanto que decirle. Apenas había contado algunas de las historias que su hermano traía para el del otro mundo.

Una donde un hombre muy listo también obtuvo fuerza, fuerza para proteger a los suyos. Hulk dijo que era su nombre, así lo había llamado antes de cerrar los ojos y caer dormida pues para ella el era su salvador, pero no sabía que había dormido para no despedirse mas.

Se llenó de odio, de enojo.

¿Como habían decidido alejarla de él?

¿Que mal había hecho el parque no serle concedido siquiera el despedirse? Solo servía, servía a los espíritus desde que era un pequeño dragón, y ahora alejaban de él el amor que había hallado apenas.

Primero sus padres, los habían arrebatado, su hermano había sido enviado a un mundo diferente. A uno lejano del que solo podía salir luego de años de haberlo hecho.

No conocía a su sobrino y ahora...

Ahora le habían arrebatado su amor.

La hermosa joven de ojos cafés y cabello castaño. La vida nunca le fue justa y el enojo lo llenó.

Quería verla, solo una vez. Una nada más y decirle como se sentía su corazón. Como hacía saltar cada parte de el en son a una mirada, como vibraba su cuerpo con verla sonreír.

-¿Que hace aquí un dragón?- inquirió la rubia que se encargaba de dar recepción a las almas en el Salón de los Espíritus.

-Quiero una audiencia

-Claro, le daré un...- no la dejó continuar, pues su prisa fue más y acabó por irrumpir sin siquiera dársele entrada. -No pued...

-Déjalo Larah- El Sol le indicó salir. -¿Que hace aquí joven dragón?

-Quiero verla- una carcajada se escuchó, La Luna se había reído.

-Se enamora de su encargo y resulta que se cree en la posición de venir a exigir al Salón de los Espíritus.

-¡No era tiempo de traerla! Lo saben- gritó con tantas ganas y enojo.

-El tiempo no lo decide un servidor, sino un amo.- La Luna parecía querer doblegarlo.

-No es justo

-¿Que cosa no es justa?- El Sol parecía verdaderamente interesado, Las Estrellas, Universo y Aire permanecían en silencio.

-Ella no debió acabar así.- dijo severo.       -¿que clase de justicia otorgan?

-¡Ahora cuestionas a tus amos!- El Aire había golpeado la mesa y una fuerte ventisca trató de hacerlo inclinar, no lo hizo.

-Los dragones debieron ser exterminados, lo dije hace milenios- las gemelas, Las Estrellas habían dicho al unísono.

-¿Y sus asesinos? ¿Que pasa con aquellos que se regodean con la muerte de tan puro ser? ¿Que pasa con su destino?

-Eso no te concierne- El Sol trataba de mantenerse calmado. -La venganza no es cosa tuya ni nuestra.

-¿Que sentido tiene el servirles entonces? No son más que unos oportunistas.

-Te recuerdo que tu familia afirmó servir al salón para perdón de sus pecados. Que fueron ustedes mismos quienes buscaron esto al acabar con la primera humanidad de su mundo.

-Claro, con los nuestros si la severidad es un hecho. Pero para los humanos inútiles y perversos a ellos si les permiten el enmendarse pidiendo un mísero perdón. En cambio las criaturas mágicas debemos pedir, suplicar y servir por milenios.

-Es tu enojo el que habla KN- dijo un calmado Sol -Aclara tus ideas y en unos días ven por una audiencia, quizás así perdonemos tu insolencia.

Aire resopló y fue expulsado del salón, sus puños no pudieron con la puerta ahora cerrada y su enojo creció.

Ellos no harían nada mas que sentarse en su trono, mirar sus rostros y reír de las desgracias de los demás. Así que contrario a toda su naturaleza, el joven dragón logró convertirse por primera vez.

Quizás era eso, quizás sólo necesitaba un detonante para hacerlo. Uno que ahora le quemaba el corazón, justo como él quemará aquel pueblo.

Porque la maldad nació cuando Dramón apareció, si lo único bueno fue arrancado de ella. El se hará cargo de destruir lo restante.



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La Princesa y El DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora