Capítulo 2 (parte 1)

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Te gustan este tipo de cosas, ¿no?

Cosas dulces en ella

Ariel y un grupo de sirvientas entraron a las habitaciones de la servidumbre con su equipaje. Como era una mansión enorme, las habitaciones de las sirvientas también eran muy cómodas.

Algunas sirvientas se quejaron ya que tenían que dormir seis de ellas en un cuarto, como un gallinero, pero a Ariel le sorprendió que le dieran una cama con colchón, uno por cada tres sirvientas. Recordó que en el pasado había dormido en el suelo junto a diez personas en la misma habitación.

Ariel miró alrededor de la habitación donde se quedaría, dejando atrás a las criadas que luchaban por la cama de arriba. Era una habitación simple pero pequeña con todo lo necesario. Un pequeño marco de fotos colgaba de la pared, y sobre el escritorio una botella de color verde oliva contenía una hoja ancha y desconocida.

Ariel recordó a Cecilia y pensó que estaba llena de vitalidad y fuerza al igual que aquella hoja ancha. Era muy extraño ver la planta y pensar en la mujer que parecía que montaba un lobo en la nieve. ¿Es porque le había puesto la pomada a Ariel el primer día?

Ariel tocó el lugar donde había estado la herida en su cuello, era suave. Debido a que era un ungüento usado por las damas, definitivamente olía bien y las heridas parecía sanar rápidamente. ¿Habían revisado a todas las sirvientas aquí en busca de moretones? Ariel miró a las mujeres que compartían la habitación con ella.

Dos mujeres que ya parecían cercanas y otra que desempacaba sola como si fuera indiferente a las demás. Las otras personas solo se estaban saludando.
Todos estaban entusiasmados con su nuevo trabajo, pero a Ariel realmente no le importaba.

Lo mejor para una sirvienta era hacer su trabajo en silencio sin ser notada. Una existencia sombría que ayuda a las demás a vivir cómodamente sin ser notadas. Estaba segura de que el trabajo de sirvienta era algo que iba a estar haciendo durante toda su vida.

Tenía que ganar dinero constantemente  pues antes, en el pasillo, escuchó que había una sirvienta que estaba pensando mudarse a otra mansión después de ahorrar algo de dinero.

El trabajo de sirvienta era originalmente algo que se hacía de casa en casa, así si trabajabas duro, ganabas algo de dinero y te ibas a otra mansión.

Sin embargo, Ariel pensó que sería, mejor permanecer en esta mansión. Aparentemente las otras criadas no sabían lo valiosa que es una casa donde tratan a las sirvientas de manera sistemática y humana, pagándoles mucho dinero.

Ariel sin embargo, era una persona que había tenido mucha experiencia de abajo hacia arriba. Ha pasado por muchos problemas y conocido a todo tipo de personas locas. Mientras le dieran dinero, era capaz de dormir en un establo y no en una cama como esa.

Para Ariel, la dueña anterior era la peor. Ariel negó con la cabeza al pensar en su antigua dueña. Trataba de ni siquiera pensar en esa chica loca… En comparación con Cecilia cuando la vio ayer… No sabe si solo estaba fingiendo no saber la mentira de Ariel, o si realmente fue engañada por aquella mentira, pero de alguna manera pensó que era una buena persona.

El olor del ungüento de ayer seguía flotando en la punta de la nariz de Ariel.

Mientras recordaba inexpresivamente ese momento, Meryl, el gerente general a cargo de la servidumbre, llamó a las sirvientas.

Normalmente, las nuevas sirvientas deberían ser pagadas a partir del próximo mes, pero esta vez han decidido pagar el mismo salario que a las sirvientas existentes. Entonces, todos estaban muy contentos con las palabras de Meryl, y se sentían con ganas de trabajar más fielmente para servir únicamente a su señorita.

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