Capítulo 2 (parte 9)

1.7K 122 24
                                    

Los padres de Cecilia nunca habían apoyado el sueño de Cecilia. Desde que nació siendo mujer y trató de heredar una parte del negocio de su padre sin casarse a la edad adecuada como todo el mundo, nunca ha tenido un conflicto con sus padres. Sus padres no la entendían y Cecilia tampoco los entendía a ellos.

Ella era una persona que no deseaba crecer para convertirse en una mujer común según los deseos de sus padres. Cecilia siempre obtenía lo que quería y nunca perdió ante su madre, quien quería que Cecilia llevara una vida de casada.

Excepto por ese humillante compromiso, ella no había perdido. Se comprometió debido a que fue engañada por la mentira de que heredaría el negocio si se comprometía con él. Era un compromiso que debería haber sido unilateral, pero Cecilia nunca fue de las que se dejan engañar dos veces.

Sus padres estaban avergonzados de que su matrimonio se hubiera arruinado, así que parecían haberlo mantenido en secreto para todos.

Había tantos hombres que le escribían cartas a Cecilia sobre compromisos y cosas.

—Voy a romper mi compromiso de todos modos, así que no tienes que preocuparte demasiado por eso.

—¿Eso está bien?

En ese momento, la sonrisa en el rostro de Cecilia desapareció.

—Dime otra vez lo que estoy haciendo mal y lo arreglaré.

Con el rostro decidido y preocupado de Cecilia, Ariel no pudo decir nada más debido a que se asustó. Cecilia suavizó su expresión y le preguntó cariñosamente a Ariel cuando volvió a verla asustarse.

—Más importante que eso ¿no estás triste porque conocí a alguien más?

—Por supuesto que no, debes conocer a más personas. Ya que esas personas son necesarias para el trabajo que está haciendo y son de estatus altos e importantes…

Ariel no pudo hacer contacto visual con Cecilia y volvió su mirada al suelo. Pasó un momento de silencio. Ariel no pudo soportar más la incómoda brecha y le entregó los guantes de cuero que Cecilia se había quitado sobre el escritorio.

—Vamos, acércate.

Cecilia tomó los guantes y miró a Ariel, luego los colocó en su regazo y acarició la mejilla de Ariel con se mano desnuda. Al tocar a la joven, Ariel se estremeció porque estaba avergonzada pero contenta.

—Tú también eres una persona importante para mí.

Ariel se sonrojó e inclinó la cabeza, eso es lo que quería escuchar mientras la besaba.

«Pero solo soy una sirvienta» Ariel quería decir eso pero nada salía de su boca. Le era difícil definir lo que sentía por la señorita.

Cuando Ariel se encontraba en el dormitorio de las sirvientas y escuchó que Cecilia se iría a un país lejano esta vez, se imaginó que conocería a un noble que obviamente sería mucho mejor que Ariel. Porque estaban en mundos completamente distintos.

Una persona que vestía ropas coloridas que ni siquiera tenía punto de comparación con las ropas de sirvienta que son de colores simples, incluso él sería una persona que manipularía joyas a diario cuando ella no ha tocado ni una joya.

Una persona que nació tan preciosa.

Ariel no sabía si lo que sentía hacía la señorita era amor o inferioridad. Tal vez eran ambas pero aún así no podía evitar quererla. A pesar de ser una sirvienta no había duda de que sentía algo en su corazón.

Sin embargo, no quería robar aretes o collares de la billetera de la señorita como cuando lo hacía al pasear por los callejones. Ariel jamás pensó en tomar algo de Cecilia, ella misma no podía creer que estaba siendo sincera en ese aspecto.

—Señorita.

Cecilia miraba fijamente a Ariel. Cuando Cecilia la miraba así, no podía controlar su corazón. La señorita parecía ver a través de Ariel. En el fondo, esperaba que la señorita supiera todo sobre ella. Ariel alzó los ojos temblando y se encontró con los de Cecilia.

—Señorita…¿De verdad puedo confiar en usted?

Cuando los ojos ansiosos de Ariel tocaron a Cecilia, Cecilia sonrió confiadamente como si lo supiera todo y se apoyó en ella con confianza.

Le quitaba el aliento cada vez que miraba esa sonrisa. Cecilia tomó la mano de Ariel y beso el dorso de su mano.

—Hermosa dama, ¿te gustaría bailar conmigo?

—¿Qué? Pero no sé bailar…

—Está bien porque bailo bien.

Cecilia levantó a Ariel. Luego, colocó una mano en la cintura de Ariel y la otra mano sostuvo la mano de Ariel y la levantó.

Luego caminaron de lado a lado, moviéndose. Ariel siguió los pasos de Cecilia lo mejor que pudo y caminó al azar.

Al principio, Ariel estaba nerviosa y se esforzaba por no pisar los pies de Cecilia, pero con el tiempo, se apoyó en el cuerpo de Cecilia, naturalmente. Recordó el momento en que cerró los ojos y bebió miel y té en los brazos de la dama.

En ese momento, le gustaba, pero tenía mucho miedo, en cambio ahora sabía que podía confiar en ella y que este momento  podía durar para siempre.

Comenzó a tener lindos pensamientos que normalmente habría considerado como tontos.

Cecilia levantó la mano y le dio vueltas a Ariel. Ariel no sabía cuántas vueltas tenía que dar, por lo que se distraía dando vueltas cada vez que Cecilia levantaba la mano. Cecilia sonrió y detuvo a la mareada Ariel.

Estaba bailando con una dama en una noche de luna. Incluso sin la orquesta, parecía como si se pudiera escuchar una melodía agradable desde algún lugar. Ariel pensó que sería bueno que Cecilia se quedara y la abrazara durante mucho tiempo.

—Eres muy buena. ¿Has estado en una fiesta social?

—Ah, voy detrás de una dama muy ocupada.

—Tienes un buen maestro y bailas muy bien.—susurró Cecilia y Ariel sonrió en silencio.

Conoció a una buena dueña y estaba agradecida de que Cecilia hiciera tiempo para ella a pesar de que estaba ocupada.

«¿Podía ser feliz así?»
siempre soñó con la felicidad y en ese momento pensó así.

Pero eso era algo que ella no podía tener.

Ariel apretó su mano que estaba entrelazada con la de Cecilia. Cecilia notó que Ariel había vuelto a la realidad y colocó su frente sobre la frente de Ariel.

—Voy a volver pronto porque tú me estarás esperando.

—Está bien, vaya con cuidado.

—¿De verdad? ¿No me echarás de menos?

—No me gusta que no puedas hacer tu trabajo correctamente por mi culpa.

—Haré mi trabajo correctamente y volveré pronto.

Ariel abrazó a Cecilia.

—Entonces, esté bien, te esperaré.—susurró suavemente Ariel al oído de Cecilia.

Cecilia le sonrió a Ariel, se puso los guantes y se preparó para salir. Frente al portón principal, sirvientes y sirvientas que cargaban su equipaje, esperaban a Cecilia frente a la carreta.

Cecilia le dio indicaciones al cochero para que hiciera algo y una vez más se aseguró de que tuviera empacadas todas las cosas importantes. Meryl estaba a su lado, informándole algo.

En cuanto a Ariel, estaba sorprendida porque hace un rato la señorita se había portado muy cariñosa y ahora se veía seria.

—Volveré.

Cecilia le guiño un ojo a Ariel antes de cerrar la puerta del carruaje. Ariel y Meryl fueron las únicas que lo notaron.

—Adiós, señorita.

TGETDCN?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora