Bell iba caminando junto a su novia, pareja, amante, concubina, confidente o cualquier adjetivo que quieran darle.
Ellos no tenían un calificativo exacto para su relación.
Para el conejo, se le hacía muy raro llamar novia a Freya, puesto que ella era una deidad.
y para la diosa de la belleza, no le gustaba en lo absoluto el término de "novios" ya que ellos eran más que eso.
Su relación sobrepasaba los términos mortales, así que no tenía sentido llamarse de una forma tan banal.
Teniendo eso en claro, ambos iban caminando por el distrito más lujoso de orario, esto por petición de Freya.
Este lugar era un tanto desconocido para bell puesto que ya había escuchado de dicho lugar pero jamás había ido hasta ahora.
Mucha gente caminaban con tanta clase, cosa que le llamó la atención puesto que se veía claramente la diferencia que había entre la clase media y la clase alta.
Es por eso que no entendía el porque estaba ahí.
Claro que para Freya no habría ningún problema puesto que todos la conocían como una de las diosas mas elegantes que existe, por no decir la única a la cual se le veía bien todo.
Y ni hablar de su poder social.
Ella contaba con riquezas tan altas que nadie podría imaginar cuanto dinero tiene.
Es por eso que no sólo era respetada por tener la familia más fuerte de orario, sino que también era de las personas más influyente en el ámbito socioeconómico.
Es por eso que Freya decidio viajar junto con bell con su vestimenta usual, el cual consistía en un vestido negro con rojo el cual mostraba demasiada piel para el gran gusto de todos.
Es por eso que la gente que pasaba cerca de ellos estaba cautivada con la belleza de Freya.
Aunque poco o nada le importó a la diosa de la fertilidad la cual estaba concentrada en bell el cual sonreia nerviosamente.
- a-ahora entiendo cuando me dijo que no podía salír. Llama mucho la atención de los demás. -
- eso no importa, mientras tenga toda tu atención es más que suficiente para mi. - dijo coquetamente la diosa de la belleza mientras se aferraba aún más al brazo de su ord.-
- bueno... Puedo preguntarle porque venimos aquí? No creo poder encajar con toda esta gente. -
- este lugar es mucho más calmado que el resto de orario. Aquí, por más que me estén observando, no se me acercan ya que saben del Alto poder que tengo, en cualquier ámbito que pienses, además, no sería muy cortes de parte de ellos acercarse a mi solo para pedirme algo o adularme, su orgullo es más grande que sus deseos. -
- ya veo... Pero de igual forma no creo que esté bien que yo esté aquí. No puedo costear nada de lo que venden aquí. -
- descuida, yo lo voy a pagar todo. Si se trata de dinero, no te preocupes. -
- pero diosa Freya... No es correcto, además fui yo quien la invitó a salir, no estaría bien que usted pague. -
- descuida bell, desde que estas a mi lado, toda mi riqueza es tuya también. Puedes pedirme lo que quieras, yo no te negare absolutamente nada, si quieres la armadura más costosa del mundo, solo pidelo, que yo te lo concederé, aunque esta claro que yo voy a querer algo a cambio. - dijo Freya mientras se relamia los labios al ver a su bell, el cual tenía sus mejillas ruborizadas al entender a que se refería su amada. -